"Oro y ceniza", Pierce Brown

Título: Oro y ceniza (#4)

Título original: Iron Gold

Autor: Pierce Brown

Saga: Amanecer rojo

Editorial: RBA

Año de publicación: 2018

Páginas: 720

Sinopsis: Darrow nació esclavo, pero se convirtió en un arma. Acabó con siglos de gobierno dorado y se convirtió en el héroe de una república nueva y poderosa. Ahora deberá arriesgar todo por lo que ha luchado en una última misión desesperada. Pero nuevos destinos se entrelazarán con el suyo.

Una joven roja huye de la tragedia de un campo de refugiados y logra una nueva vida que ni siquiera habría sido capaz de imaginar.

Un exsoldado se ve obligado a robar lo más preciado del universo... o a pagarlo con su vida.

Y Lisandro au Lune, el heredero en el exilio de la soberana, merodea por las estrellas, obsesionado por la pérdida del mundo que Darrow ha transformado y soñando con el que brotará de sus cenizas.

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CONTIENE SPOILERS DE MAÑANA AZUL

Tras terminar la trilogía principal de Amanecer rojo, yo ya me había despedido de esta historia para siempre. Había pasado mi duelo, había llorado y sufrido con estos personajes, pero mi herida había sanado. Así que imaginad mi cara cuando poco después me entero de que el autor pretende retomar el universo y crear otra trilogía. No sabía si comerle la cara o si estrangularle. Así pues, el libro del que os voy a hablar hoy se puede considerar como el cuarto libro de la saga o bien la primera parte de una nueva trilogía (la trilogía Oro y ceniza) que continúa años más tarde del desenlace de Mañana azul.

Han pasado diez años desde que el Amanecer se alzó, comandado por Darrow, y terminó la era de los dorados para instaurarse la República. En este nuevo sistema de gobierno, Virginia (también conocida como Mustang) es la emperadora, se ha creado un Senado donde se vota y se discute todo lo que acontece al gobierno de la República y se ha creado también un partido que es la voz del pueblo (Vox Populi) y el cuál es representado por Dancer, antiguo aliado de Darrow. Sin embargo, pese a que la tiranía de los dorados se está disipando y parece que por fin el pueblo es libre, las cosas no son tan bonitas como las pintan. Por un lado, el Señor de la Ceniza, el último cabecilla de los dorados, sigue en pie y Darrow está convencido de que hasta que no muera la paz no estará garantizada, pues encontrará la manera de romper el equilibrio precario que tanto le ha costado construir. No obstante, el Senado no está de acuerdo con que el Segador quiera seguir alargando la guerra, sobre todo cuando reciben una petición de paz por parte del Señor de la Ceniza. Darrow sabe que es una trampa, pero nadie le escucha pues la mayor parte de los políticos y, sobre todo, el pueblo están cansados de las consecuencias bélicas tras diez años de batallas ininterrumpidas. De la noche a la mañana, Darrow se encontrará sin apenas apoyos que alienten su campaña y ni siquiera su mujer podrá dar la cara por él debido a su delicada situación como máxima soberana. Por este motivo, Darrow, junto a sus fieles seguidores y su grupo de Aulladores comandados por su mejor amigo, Sevro (también conocido como Ares, líder de los Hijos de Ares) decidirá continuar con su lucha contra el Señor de la Ceniza al margen de la ley, arriesgándolo todo en un último golpe desesperado.

Mientras la República se rompe desde dentro, la prometida liberación de los dorados y la mejora de la calidad de vida de las clases inferiores está en el aire. Liria de Lagalos lo sabe bien. Junto a su familia, la sacaron de las minas de Marte a la superficie y les prometieron que las condiciones en su planeta mejorarían. Sin embargo, nada parece haber cambiado. Presa de una vida miserable y olvidada por la soberana y el nuevo sistema de gobierno, se ve obligada a tomar decisiones drásticas para salvar su vida y la de su hermano, entrando a trabajar al servicio de Kavax au Telemanus como cuidadora de su zorro, Sófocles. Pese a que odia a los dorados, lo que hicieron con su gente y sus promesas vacías, termina cogiendo cierto cariño a la familia Au Telemanus. Sin embargo, la relativa estabilidad que ha conseguido se verá destruida cuando conozca a alguien cuya amistad la hundirá irremediablemente.

Como acostumbra Brown en esta saga, la historia está contada desde varias perspectivas. Aunque Darrow sigue siendo el protagonista, su presencia se ve diluida por otros personajes que adquieren relevancia a lo largo de la novela y cuyas experiencias son necesarias para entender el nuevo sistema de gobierno y los cambios que han acontecido. Han transcurrido diez años desde el fin de la trilogía principal, por lo que en esta nueva serie nos encontramos con que los personajes rondan la treintena. De esta forma, el lector puede experimentar la evolución tan brutal que han sufrido, sobre todo teniendo en cuenta que, a modo de referencia, Darrow tenía apenas 16 años en Amanecer Rojo mientras que ahora tiene 33. Al margen de todos estos cambios, como iba diciendo se trata, una vez más, de una novela coral.

El desarrollo que presenta Darrow es brutal. Después de diez años de guerras constantes, por fin ha conseguido liberar a las clases bajas de la tiranía de los dorados, gracias, fundamentalmente, a su inteligencia y su capacidad estratega, así como a la lealtad que inspira en sus tropas, que creen ciegamente en sus decisiones, en su fortaleza y en su capacidad de mando. Aunque por fin han conseguido instaurar la República y parece que las cosas comienzan a funcionar y Darrow puede por fin tomarse un descanso y dedicarse por entero a su esposa (Virginia/Mustang) y a su hijo Pax, en el fondo sabe que tendrá que seguir luchando hasta que el último caudillo dorado caiga. Por este motivo, está obsesionado con acabar con el Señor de la Ceniza, último bastión de resistencia dorada, pues sabe que si su enemigo sigue vivo la frágil sociedad que tanto le ha costado construir va a caerse a pedazos. Sin embargo, el pueblo está cansado de la guerra y empiezan a dudar de la credibilidad del Segador; sobre todo porque, aunque se les prometió que la República y el fin de los dorados mejoraría su calidad de vida, ha quedado demostrado que no existen infraestructuras ni recursos suficientes para que esto sea así, por lo que muchos colores (como los rojos) siguen viéndose abocados a una vida de miseria, sintiéndose abandonados por los altos cargos. Por todo ello, y pese a la negativa explícita del Senado, Darrow decidirá que su plan es el único válido y la única solución antes de poder centrarse en otros problemas, por lo que, a espaldas de todo el mundo, decide emprender una última batalla junto a sus soldados más fieles, aun sabiendo que es una traición directa a su mujer y soberana y a la República en sí. Lo que más me ha gustado de esta novela respecto a Darrow es cómo ha pasado de ser casi un dios a convertirse en un traidor y casi un tirano. El hecho de que parezca obsesionado con el Señor de la Ceniza y de ver su figura a través de los ojos de otros personajes, hizo que yo como lectora ya no supiera qué pensar de él. Por un lado, para mí Darrow sigue siendo un hombre justo que sigue fiel a sus ideales y que es capaz de ver más allá; pero, por otro, no puedes evitar pensar que quizá en esta ocasión no tenga razón y sus decisiones sean del todo equivocadas, entendiendo así por qué los demás comienzan a compararle con los caudillos dorados que tanto se empeña en derrotar. Esta doble vertiente se mantiene a lo largo de toda la novela y confunde al lector, que no sabe muy bien cómo enfrentarse a esta nueva versión y de qué lado estar. Aun así, sigue siendo mi personaje favorito de lejos.

Virginia, por su parte, se encuentra entre la espada y la pared. Debido a su cargo como soberana ya no puede permitirse apoyar abiertamente a Darrow y seguirle allá donde vaya, sino que tiene sus propias responsabilidades y su situación es bastante delicada. Tiene que lidiar entre el Senado y los deseos del pueblo y las exigencias de su propio marido, así como, además, cuidar de su hijo, Pax, mientras Darrow pasa largas temporadas fuera de casa batallando. Mustang siempre me gustó mucho y, al igual que Darrow, ha experimentado un gran desarrollo. Es una mujer fuerte que tiene mucho carácter, pero que, al mismo tiempo, es cariñosa, comprensiva y empática por lo que se pone con facilidad en la piel de los demás. Aun ostentando el cargo como soberana, no es una mujer que esté alejada del sufrimiento del pueblo, sino que es plenamente consciente de que la República no le está tendiendo la mano a la gente como debería y eso es algo que le afecta, pese a que, por el momento, parece que no hay demasiado que ella pueda hacer al respecto. Del elenco dorado también quiero destacar a Sevro y Victra. Sevro también es un personaje que ha madurado en estos diez años, pero sigue manteniendo ese punto bocazas, maleducado y malhablado tan propio de él. Sigue a Darrow allá donde vaya, pero en esta ocasión será capaz de contradecirle cuando crea que está equivocado y será quien le ayude a mantener los pies en la tierra. Ambos tienen una amistad muy bonita y se complementan a la perfección, ayudándose mutuamente cuando lo necesitan. Victra, por su parte, sigue siendo una mujer cruel, pero solamente con aquellos que lo merecen. De hecho, es curioso verla en su faceta de madre o esposa de Sevro porque demuestra tener una vena dulce y cariñosa que no te esperas de un personaje tan frío y distante como ella. En esta novela no ha tenido demasiado protagonismo, pero estoy deseando verla de nuevo en acción porque es uno de mis personajes favoritos.

En esta nueva entrega tenemos a dos personajes nuevos que bajo cuyo punto de vista serán contados algunos de los capítulos y, por otro lado, nos reencontraremos con un viejo conocido, Lisandro, quien también será narrador. Liria de Lagalos, como he comentado más arriba, es una adolescente de Marte arrancada de las minas junto a su familia y llevada a la superficie del planeta donde, según el nuevo sistema de gobierno, iban a tener una vida mejor. Pronto se darán cuenta de que es una promesa vacía y tendrán que sobrevivir como puedan a la miseria, los saqueos y el terror que infunde un grupo de rebeldes que se encargan de aterrorizarlos y matarlos en cuanto tienen oportunidad. Por pura casualidad será capaz de huir de aquel horror junto con su hermano pequeño, el único que sobrevive, y se topará con Kavax au Telemanus, que le dará trabajo y un hogar. Liria odia a los dorados y todo lo que representan, no solamente por su tiranía anterior, sino porque ahora, bajo los auspicios de la República, los nuevos gobernantes vuelven a olvidarse de las clases bajas. Guarda rencor especialmente contra el Segador y la soberana, pues los culpa de haber prometido un cambio y un futuro brillante cuando, bajo su perspectiva, no han hecho otra cosa que hacerse con el poder y mantener las cosas tal y como estaban. En esta nueva vida, Liria conocerá a Philippe, un hombre que pronto se convierte en su amigo pues parece la única persona capaz de entender su dolor y su sufrimiento. Lo que no sabe es que el hecho de que se haya topado en su camino será su perdición. Liria es un personaje con el que me costó conectar. Quizá fuera por su odio acérrimo hacia Darrow, personaje que me encanta, y aunque podía entender sus motivaciones y el por qué de sus sentimientos, le tuve un poco de tirria los primeros capítulos. Conforme avanzaba la historia pude meterme más en su piel y, si bien no tiene tanto carisma como otros personajes femeninos de esta saga, no es un mal personaje. Tiene mucho carácter, es sacrificada, tiene la lengua afilada y es capaz de adaptarse a cualquier cosa con tal de sobrevivir.

El otro nuevo personaje es Efraín ti Horn. Atormentado por la guerra en la que un día luchó y por la pérdida de su prometido en ella, se dedica a robar para gente con mucho dinero y vivir al margen de la ley. Sus logros son conocidos en el mundillo y su fama le precede, por lo que será contratado por alguien con mucha influencia y poder que planea asestar un golpe definitivo a la República. Efraín es un personaje con el que no congenié desde el principio y, al contrario que Liria, no terminé pillándole el punto. Es un hombre rencoroso que se mueve por el odio y que ha abandonado sus principios y ética con tal de autodestruirse y destruir a aquellos que, según él, le arrebataron lo que más quería. Se regodea constantemente en la autocompasión y si bien he entendido sus motivos, no me parecen justificados para todo lo que hace a lo largo de la novela. Es cierto que de cara al final vemos un cambio en él y hace algo para intentar redimirse por todos sus errores, pero quiero esperar al siguiente libro para saber si merece la pena y mi opinión sobre él cambiará o no. El último narrador de esta novela es Lisandro au Lune, que era apenas un niño cuando concluyó la trilogía principal y ahora es casi un adulto. Casio ejerce como su tutor y ha cuidado de él desde que este era pequeño, forjándose entre ambos una intensa y bonita amistad. Al igual que Liria y Efraín, Lisandro también mantiene un odio creciente hacia el Segador por matar a su familia y espera con paciencia a poder cobrarse su venganza. Debido a su educación y a su origen real, es un chico que a priori parece bastante remilgado y señorito, pero conforme le vas conociendo te das cuenta de que el tiempo bajo la tutela de Casio le ha convertido en un buen luchador. Lisandro es inteligente y lo demuestra en cada cosa que dice o hace, pese a que a veces peca de impulsivo y se deja guiar por los sentimientos. Es un personaje que tampoco me ha caído bien. Por un lado, entiendo que odie a Darrow por arrebatarle a su familia (es lógico) pero, por otro, eran unos tiranos (especialmente su abuela Octavia, antigua soberana de la Sociedad), por lo que su muerte es más que merecida. La obsesión que tiene con el Segador será la que guie muchas de sus acciones y eso conllevará consecuencias terribles e hizo que le cogiera bastante asco, no os lo voy a negar.

Como ya nos tiene acostumbrados Brown, tanto la construcción de personajes como de la trama y las subtramas en sí con impecables. Al igual que me sucedió con la trilogía principal, Oro y ceniza es tan denso que me costó muchísimo avanzar por toda la información que el lector tiene que asumir y porque constantemente están sucediendo cosas y a veces es un poco complicado ubicarse. Además, la miríada de personajes que pueblan sus páginas también provoca que puedas olvidar ciertos nombres o que te cueste recordar qué personaje era quién, sobre todo si transcurre mucho tiempo desde que lees un libro hasta que lees el siguiente. Por suerte, al inicio del libro hay un glosario que te ayuda en este aspecto. Esta confusión también me ocurrió con las tramas porque, como ya he dicho, son tantas y tan complejas que es complicado recordar todo lo que sucede en los libros, pese a que todo es relevante dentro de la historia. Son libros muy densos con los que tienes que tomarte tu tiempo y eso en ocasiones origina que la lectura se atasque, al menos en mi caso. En cuanto a la pluma, como siempre es exquisita y quiero destacar sus metáforas, siempre acordes a lo que está narrando y muy certeras y visuales.

Mi único "pero" (y ni siquiera es culpa de la novela en sí) es la edición. Si bien estéticamente es preciosa (con los bordes de las páginas dorados y todo), está plagada de erratas, algo que afea bastante la impresionante prosa del autor. Hay fallos tontos como escribir mal los nombres, pero luego hay otro tipo de erratas que pueden molestar mientras vas leyendo.

Pese a que tenía miedo en cuanto a lo que me iba a encontrar en esta nueva trilogía, Oro y ceniza es una digna continuación de la trilogía principal. Resulta especialmente interesante ver la evolución de los personajes principales después de diez años y saber cómo ha sido instaurada la República y cómo esto a afectado al resto de colores, ahora que no viven bajo la esclavitud de los dorados. Es una obra llena de intrigas políticas que nos muestran tanto la cara buena como la más amarga de los personajes y del nuevo orden social, plagada de estrategias, traiciones y plot twist de lo más interesantes.