"Envidia", Anna Godbersen

Título: Envidia (Latidos #3)

Título original: Envy

Autora: Anna Godbersen

Idioma: inglés

Saga: Latidos

Editorial: Montena

Año de publicación: 2010

Páginas: 340

Sinopsis: La alta sociedad de Manhattan espera los primeros días de primavera entre fiestas, cócteles y recepciones. Tras su precipitado retorno, Elizabeth Holland todavía no ha aparecido en ninguno de estos eventos sociales, pero ahora las miradas curiosas tienen un nuevo objetivo en el que posarse: los recién casados Henry Schoonmaker y Penélope Hayes. La flamante pareja es la envidia de toda Nueva York y parece tener todo lo que se puede desear: dinero, belleza, felicidad. Aunque, en ocasiones, las sonrisas más deslumbrantes esconden los secretos más escandalosos...

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CONTIENE SPOILERS DE RIVALES

Elizabeth Holland ha regresado del oeste, pero el precio que ha tenido que pagar ha sido demasiado alto. Se vio obligada a volver a casa junto con su prometido, Will, a causa de la acusada enfermedad de su madre. Esto hizo que finalmente Lizzy se armara de valor y le confesara a su madre el por qué había huido y que estaba enamorada de Will, el antiguo caballerizo de las Holland. Su madre termina aceptando que el amor de su hija es real y que Will la hace feliz, por lo que les permite casarse en una íntima ceremonia en casa. No obstante, cuando Will y Lizzy se marchan para regresar al oeste, reconocen a esta última por la calle y, creyendo que Will es un secuestrador, la policía le abate a tiros. El futuro de Lizzy se rompe en mil pedazos y no le queda más remedio que renunciar a la vida que habían construido juntos y ser de nuevo la hija pródiga de las Holland, teniendo que fingir que, en efecto, su ausencia se debió al secuestro de aquel hombre. Toda la alta sociedad neoyorkina espera con ansias que la mayor de las Holland se recupere y vuelva a aparecer en sociedad.

Mientras esto sucede, Penelope Hayes, ahora Shoonmaker, disfruta de su reciente matrimonio. O eso le muestra al público pues, en realidad, su nuevo estatus no es tan envidiable como hace creer. Su marido, Henry, no la soporta y se pasa todo el día borracho con tal de sobrellevar la situación lo mejor que puede. Henry, en realidad, está enamorado de Diana Holland, la pequeña de la familia y hermana de Lizzy, pero se vio obligado a casarse con Penelope porque esta le amenazó con contarle su pequeña aventura con Diana si no accedía al matrimonio. Como Henry quería proteger su honra y a ella de las habladurías y de ser despreciada públicamente, no tuvo más remedio que aceptar el chantaje y casarse con ella. Pero no tiene intención de ponérselo nada fácil y pretende buscar un modo de poder estar con Diana. Sin embargo, Penelope tampoco tiene intención de renunciar tan pronto a la felicidad que lleva años esperando, por lo que hará lo indecible por controlar a su esposo y retenerle a su lado, aunque eso signifique, una vez más, tejer una red de mentiras.

Esta tercera parte ha sido una montaña rusa de emociones. El segundo libro terminó con la abrupta muerte de Will por confundirle con el secuestrador de Elizabeth Holland y Envidia inicia con la nueva vida que esta se ve obligada a aceptar. De nuevo bajo la tutela de su madre, Lizzy languidece entre las paredes asfixiantes de su casa, consumida por el dolor y la pérdida. Todo con lo que soñaba y el futuro con el que fantaseaba ha desaparecido para siempre y ahora lo único que le queda es empezar de cero como la afligida hija mayor de las Holland víctima de una terrible experiencia. Lo único que le da fuerzas para seguir adelante es tratar de ayudar a su hermana, Diana, destrozada por el matrimonio de Henry. Sobre todo cuando Henry consiga escaquearse y contarle a Diana la verdad tras tan repentina decisión. Lizzy, que ha experimentado lo que es el amor, sabe que el sentimiento de Henry por su hermana, y viceversa, es puro y verdadero, por lo que decidirá ayudarles en todo lo que pueda para que, al menos, una de las dos pueda ser feliz. Así pues, cuando Penelope organice un viaje a la playa para demostrarle a todo el mundo lo feliz que está con su marido e invite a las Holland, Lizzy se esforzará por salir de su apatía y aceptar la invitación con la condición de que también pueda ir su hermana, para darle la oportunidad de estar con Henry todo el tiempo posible. Por supuesto, este viaje no será tan pacífico y de descanso como se pretendía al principio y estará plagado de enredos, mentiras y malentendidos.

Mis personajes favoritos son, como siempre, las dos hermanas Holland. Lizzy ya no es aquella chica dulce y dócil del primer libro, sino que ahora ya es toda una mujer que ha sufrido un montón de reveses y, aun así, lucha por mantenerse entera. Pese a no querer formar parte de nuevo de las intrigas y puñaladas de las clases altas, no le queda más remedio que intentar recuperar su antiguo esplendor y volver a trazar los vínculos que tanto tiempo atrás cortó, tanto para ayudar a su hermana como a su madre y, en general, al prestigio de la familia. Ha experimentado una evolución espectacular a lo largo de la saga y está muy lejos de la niña complaciente y resplandeciente que llegó a ser. Me gusta más la Lizzy de estos últimos libros porque ya no es tan inocente e idealista y porque, con la distancia, ha sido más consciente de lo podridas que están las clases altas y lo que son capaces de hacer y sacrificar con tal de conseguir dinero y mantener un renombre. Ahora ya no quiere pertenecer a ese grupo pues no se siente cómoda siendo una hipócrita y jugando a su juego. Por su parte, con Diana es todo lo contrario. Si bien antes repudiaba los eventos sociales y los modales, ahora se esfuerza por encajar porque sabe que la única manera de poder estar al lado de Henry es pertenecer a sus círculos y acudir a todos los eventos y fiestas posibles para tratar de estar con él. El primogénito de los Shoonmaker está atrapado por Penelope y apenas puede hacer o deshacer a su antojo sin que su mujer esté enterada de todo. La relación entre Henry y Diana es bastante bonita y, al mismo tiempo, dramática. Está muy bien construida porque es de esas que se cuecen a fuego lento y, a pesar del drama que la envuelve, dicho drama está muy bien justificado, es decir, no es excesivo y no está ahí solo por añadirle más tristeza y remover al lector, algo que me gusta mucho.

Penelope sigue siendo una arpía como en los libros anteriores. Sin embargo, aunque en este libro ha alcanzado el culmen de malicia, curiosamente es donde por primera vez vemos su lado más humano y vulnerable. Desde pequeña ha sido consentida y malcriada y sus padres le han enseñado que, gracias al dinero y su belleza natural puede conseguir lo que quiera. Es por eso que no concibe que lo que más desea, el amor de Henry, se le escape entre los dedos. Lleva años enamorada de él y, a raíz del escarceo amoroso que tuvieron tiempo atrás, sabe que no puede dejarle escapar y que si no es suyo, no será de nadie. Por eso pone todas las artimañas a su alcance en juego porque no está dispuesta a no poder conseguir todo lo que se propone, incluso aunque tenga que pisotear y hundir la vida de los demás para ello. En este libro se ve lo frágil que es en el fondo y cómo es incapaz de aceptar la derrota o no ser el centro del mundo. Por último destacar a Carolina Broad, la flamante nueva sangre de la alta sociedad neoyorkina que antaño fue la criada de las Holland. De todos los personajes, este es para mí el más odioso. Al igual que Penelope, es una muchacha ambiciosa que no quiere resignarse a ser criada toda su vida, por lo que miente y vende información a cambio de ser alguien importante. Consigue un benefactor, un hombre mayor que no tiene familia, y a quien le cae en gracia Carolina, por lo que la cuida y pone su fortuna a su disposición. Sin embargo, la muerte del hombre pondrá a la chica entre las cuerdas y la delicada mentira que ha tejido a su alrededor amenaza con tambalearse. Carolina se parece en muchos aspectos a Penelope por esa ambición desmedida, su afán por ser el centro de atención y su incapacidad para aceptar aquello que se le niega. Sin embargo, Carolina es desagradecida incluso con su propio benefactor, egoísta y, en general, tiene un no sé qué que hace que me resulte odiosa.

La trama no difiere demasiado. Enredos, malentendidos, trampas, venganzas, traiciones... Las situaciones de los diversos personajes cada vez se están complicando más y todo es mucho más emocionante porque el lector no sabe bien cómo van a acabar ciertos líos. La pluma de la autora me gusta mucho porque describe muy bien los bailes, las fiestas, la ropa, las telas, las normas sociales... pero sin llegar a ser excesivo y sin abrumar al lector con detalles inútiles. Me gusta mucho cómo expresa los sentimientos y cómo construye los personajes, sus anhelos, sus miedos, sus deseos y, sobre todo, sus motivaciones. Creo que un punto importante en esta tetralogía es conocer a los personajes y entender por qué hacen lo que hacen, ya que cada acción que cometen tiene un significado o sirve a un propósito y entender su psicología es muy importante. El final es impactante, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados, pues no te esperas en absoluto qué es lo que va a suceder y solo te da ganas de ir corriendo a la estantería y coger el siguiente libro.

Envidia es una tercera parte donde nos encontramos a personajes y tramas más maduros, que luchan, cada uno a su modo, por mantener el mundo que han construido a su alrededor, por lograr sus objetivos y cumplir sus deseos en la medida de lo posible. Es un libro que se lee rápido, en el que constantemente están sucediendo cosas y que, sin duda, te deja con ganas de más.