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jueves, 17 de octubre de 2024

"El camino de los reyes", Brandon Sanderson

Título: El camino de los reyes

Título original: The Way of Kings

Autor: Brandon Sanderson

Idioma original: inglés

Saga: El archivo de las tormentas

Editorial: Nova

Año de publicación: 2019

Páginas: 1196

Sinopsis: En Roshar, un mundo de piedra y tormentas, extrañas tempestades de increíble potencia barren el rocoso territorio de tal manera que han dado forma a una nueva civilización escondida. Han pasado siglos desde la caída de las diez órdenes consagradas conocidas como los Caballeros Radiantes, pero sus espadas y armaduras aún permanecen. En las Llanuras Quebradas se libra una guerra sin sentido. Kaladin ha sido sometido a la esclavitud, mientras diez ejércitos luchan por separado contra un solo enemigo. El comandante de uno de los otros ejércitos, el señor Dalinar, se siente fascinado por un antiguo texto llamado 'El camino de los reyes'. Mientras tanto, al otro lado del océano, su eminente y hereje sobrina, Jasnah Kholin, forma a su discípula, la joven Shallan, quien investigará los secretos de los Caballeros Radiantes y la verdadera causa de la guerra.



Hace 6 años, los parshendi, una tribu salvaje de las Llanuras Quebradas, asesinó a Gavilar Kholin, rey de Alezkar, una de las naciones de Roshar. Desde entonces, ambos bandos luchan en una cruenta guerra comandada por el primogénito de Gavilar y actual rey, Elhokar, que no va a cesar en su empeño hasta acabar con todos los parshendi y así vengar por fin la muerte de su padre. Lo que al principio pensaban que sería una batalla sencilla, ha terminado convirtiéndose en una guerra de puro desgaste, dado que los parshendi son más inteligentes y están mejor preparados de lo que los alezi calcularon en un principio. Además, el territorio que se están disputando es bastante hostil, ya que, como su propio nombre indica, las Llanuras Quebradas es una zona compuesta por mesetas divididas por profundos e insalvables abismos, por lo que los soldados deben sortearlos colocando sobre los mismos enormes y pesados puentes que les permitan cruzar de un lado a otro.

Al tiempo que este conflicto se desarrolla sin visos de tener fin, algo oscuro se acerca. La sombra de los Caballeros Radiantes, una antigua orden de soldados con habilidades y capacidades casi divinas y que desaparecieron sin dejar rastro, no se ha desvanecido del todo a pesar de que ha pasado tanto tiempo desde su existencia que se han convertido en leyenda. Ahora parece que una fuerza extraña se está esforzando por traerlos de vuelta y cambiar el curso de la historia.


Uno de los hombres encargado de colocar los puentes para las tropas es Kaladin. Antiguo soldado, debido a algo que sucedió cuando él mismo formaba parte activa de la guerra como lancero, fue vendido como esclavo. Su destino ha querido que termine trabajando en el Puente Cuatro. Los hombres del puente son prescindibles, pues son los que transportan los pesados artefactos en primera línea de batalla y, por tanto, el objetivo principal de los parshendi, quienes se esfuerzan en aniquilarlos con sus flechas para que así no puedan colocar el puente sobre los abismos y, así los soldados enemigos no puedan acercarse a ellos lo suficiente. Kaladin sabe que está condenado a morir, pero la suerte le sonríe y carga tras carga consigue sobrevivir. Esto y su nueva amiga Syl, una vientospren, le darán la fuerza necesaria para aumentar su resiliencia y le devolverán las ganas de aferrarse a la vida, lo que le impulsará a ganarse la confianza y el respeto del resto de su cuadrilla y entrenarlos para que sus cargas sean cada vez más eficaces y esto reduzca significativamente la mortandad. De todos los protagonistas, Kaladin es el único que alterna su narración del presente con la del pasado. De esta forma, vemos cómo era antes de convertirse en soldado y cómo fue su infancia. Hijo de un cirujano, Lirin, su destino era seguir con la profesión de su padre y desde que tuvo edad para hacerlo, se instruyó en medicina para ser su ayudante. Sin embargo, pese a que era habilidoso, en cuanto tuvo un arma en sus manos supo que quería ser lancero, por lo que se alistó en el ejército junto con su hermano pequeño, precisamente para proteger a este que había sido llamado a filas en contra de su voluntad.

Tras unos años gloriosos como soldado, sucedió algo que le dejaría muy tocado a nivel mental y le llevaría a ser convertido en esclavo y, posteriormente, vendido al ejército asentado en las Llanuras Quebradas como un hombre del puente. Conocemos a Kaladin en su momento más bajo, cuando ha perdido la esperanza y las ganas de seguir luchando. Todo aquello en lo que creía y tenía fe se ha desmoronado a su alrededor como un castillo de naipes. Hasta que conoce a Syl, una vientospren (una especie de espíritu de la naturaleza) un tanto peculiar, pues posee inteligencia y personalidad propias, algo excepcional dentro de los de su clase. Syl se hará más lista y humana cuanto más tiempo pase con Kaladin y será su apoyo y quien le animará a recuperar su fuego interior para salir adelante. Aunque Sanderson no lo especifica, podríamos decir que Kaladin padece depresión o, al menos, está al borde de la misma. Su vida nunca ha sido nada fácil, pero todos los reveses que ha experimentado han acabo por mellarle y dejarle una huella imborrable. Pasa los días cargando puentes con apatía y esperando la muerte, pero la suerte parece estar de su parte desviando las flechas que le lanzan. Con esfuerzo, tesón y, sobre todo, la ayuda de su inseparable Syl, logrará salir por a poco del pozo en el que se halla. Su perseverancia, su astucia y sus renovadas ansias de vivir, le llevarán a entrenar al resto de su cuadrilla de hombres del puente, a enseñarles a cómo sobrevivir en los asaltos y a luchar por sus vidas. Al principio, será una tarea ardua y casi imposible porque entre sus compañeros prima el egoísmo, la individualidad y el mismo vacío que permeaba en Kaladin. Pero poco a poco conseguirá ganarse su confianza y convertir al Puente Cuatro en la cuadrilla mejor preparada de todas y en la que menos bajas sufre en cada asalto.

Kaladin es uno de los personajes favoritos de los lectores del Archivo y puedo entender por qué, porque también se ha convertido en uno de los míos junto con Syl. Es muy fácil empatizar con él, con su dolor, con su miseria, con su orgullo. Es un hombre que solo quería vivir una vida feliz y sencilla, pero se ha cruzado con tantos obstáculos en su camino y le han arrebatado tantos sueños, que termina perdiendo las fuerzas para seguir adelante. A pesar de todo, Sanderson no ha caído en el típico cliché de personaje con un pasado traumático que le marca de por vida y eso le convierte en alguien cuestionable y que justifica sus actos crueles en lo mucho que ha sufrido. Kaladin sigue siendo buena persona y por mucho que sus valores y creencias se tambaleen en ocasiones, no cae en el error de volverse alguien vengativo o malvado, pese a que tiene una buena lista de razones para ello. Es imposible no encariñarse con él y lees el libro padeciendo cada vez que él padece porque solo quieres desearle lo mejor. Demuestra su bondad ayudando a sus compañeros del puente a salir del mismo pozo en el que él se encontraba hace no mucho y se esfuerza por convertir a un puñado de harapientos en hombres con fe y capacidad de sobrevivir. Si acaso, el único punto negativo que puedo ponerle es que Kaladin tiene tan solo 19 años y se comporta como un hombre adulto. De hecho, es fácil olvidarse de su edad, pues su forma de hablar o su actitud hace que pensemos que ronda los 30. Esto en parte es comprensible debido a, como he comentado, el pasado y la construcción del propio personaje, pero me habría gustado que tuviera un poco más de edad para que encajara mejor con su descripción.

Al otro lado de la guerra encontramos a Dalinar, hermano de Gavilar y un caballero de esquirlada. Se denomina así a quienes poseen una armadura esquirlada, una armadura que antaño usaban los Caballeros Radiantes y que está imbuida de una luz mágica que permite a su portador ser más rápido, más ágil, más fuerte y le convierte casi en invencible. Normalmente los portadores de armadura llevan una espada esquirlada a juego, un arma poderosa que corta de un solo tajo todo lo que toca. Sin embargo, estas armaduras y espadas no pueden poseerlas cualquiera, sino que deben ganarse en un combate. Debido a su escasez y a lo difíciles que son de conseguir, quien porta una esquirlada es considerado un gran activo en los ejércitos. Dalinar es conocido como Espina Negra debido a su fama en combate y a sus habilidades. Es uno de los Altos Príncipes que acompañan al rey Elhokar en la guerra contra los parshendi, junto con sus dos hijos Adolin y Renarin. A pesar de su renombre, su presencia en las Llanuras Quebradas será cada vez más cuestionada a causa de las visiones que le asaltan cada vez que se desata una Alta Tormenta (una tormenta especialmente virulenta y peligrosa). Parecen ser recuerdos del pasado, de otros tiempos y ubicados en otros lugares, donde una voz le pide que "los una", pero sin especificar a qué se refiere. Dalinar no sabe si son alucinaciones que indican un acceso de locura o si de verdad son visiones enviadas por algún dios con un propósito específico. Sea como fuere, estos ataques cada vez más frecuentes y violentos le restan credibilidad frente al resto de Altos Príncipes, al tiempo que angustian a Dalinar porque no sabe a quién se supone que debe "unir" y con qué propósito. Para intentar entender estas visiones, recurre a un libro titulado El camino de los reyes, una obra escrita en los tiempos de los antiguos Caballeros Radiantes (dueños originales de las armaduras y que en algún punto de la historia desaparecieron sin dejar rastro y pasaron de considerarse héroes a traidores) y que obsesionó a su hermano Gavilar años antes de ser asesinado. Dalinar cree que la clave a todo lo que le está ocurriendo se halla en ese libro, además de ser una obra que le puede servir para entender mejor a Gavilar.

Dalinar es un personaje muy influenciado por el honor y las viejas costumbres. Considera que los alezi han perdido de vista sus convicciones morales y éticas y solo se interesan por acumular cada vez más riqueza y poder, lo que alienta su individualidad y egoísmo frente a los demás y complica la cooperación en la guerra. Pese a no ser habilidoso en estrategias políticas, intenta con todo su empeño volver a unir a los Altos Príncipes, que dejen de verse como rivales entre ellos en una lucha constante por ver quién masacra a más parshendi y quién consigue más gemas corazón (formaciones minerales muy valiosas que se crean dentro de algunas criaturas de este planeta y cuyo valor económico sirve principalmente para financiar la guerra) y se dignen a colaborar entre sí. Por supuesto, esta resultará una tarea imposible, ya que ninguno de los Altos Príncipes cree con tanta fe en los preceptos de honor dictados en El camino de los reyes, que son los que alientan a Dalinar, por lo que pronto comenzaran a ver a este como una molestia. Sobre todo cuando sus visiones durante las tormentas se conviertan en la comidilla del campamento militar, lo que medrará peligrosamente la credibilidad de este. Dalinar es un hombre convencido de que su forma de ver las cosas es la correcta y de que la guerra en la que se hayan envueltos ha fomentado el egoísmo de los hombres que luchan en ella, lo cual va en detrimento del bien común. Cada Alto Príncipe busca solo su propio beneficio y rehúyen de las alianzas entre ellos, a menos que estas les resulten convenientes. Dalinar está convencido de que la voz que le pide que los una se refiere a que unifique a las diferentes facciones dentro del ejército, para que estos combatan a los parshendi como un solo corazón, pero sus propuestas son tachadas de delirios de un loco. Además de esta dura tarea y de dirigir a sus propios hombres en combate, también tiene asignado descubrir quién trata de asesinar al rey, su propio sobrino. Elhokar está convencido de que alguien está intentando acabar con su vida y aunque Dalinar cree que es un paranoia, no puede ignorar los pequeños indicios que hay aquí y allá. Esta investigación también derivará en una relación aún más tensa entre él y Sadeas, otro de los Altos Príncipes y que antes de la muerte de Gavilar era muy buen amigo. Dalinar desprecia a Sadeas por su crueldad y su sed de sangre, mientras que este considera que Dalinar es demasiado blando. Así pues, la Espina Negra tiene varios frentes abiertos que le causarán más que un quebradero de cabeza.

En cuanto a sus hijos, Adolin es el mayor y considerado uno de los mejores espadachines del ejército. Al igual que su padre, es un portador completo de esquirlada (tanto armadura como espada) y un diestro y letal guerrero. Es famoso por ser un mujeriego e ir picando de flor en flor sin encontrar a una chica que le aguante más de una semana seguida. Es presuntuoso, orgulloso, terco y con una intensa afición por desafiar a un duelo a quien se le ponga por delante porque le gusta demostrar sus habilidades de combate. Al mismo tiempo, es ferozmente leal a su padre. Pese a ello, las visiones de Dalinar han marcado un punto de inflexión en su relación, pues Adolin se niega a creer que su padre se esté volviendo loco, pero tampoco termina de creer que sean visiones enviadas por alguna especie de dios para que Dalinar cambie el mundo. Es por esto que no duda en expresar abiertamente sus inquietudes delante de su padre. Aun siendo uno de los personajes más queridos por los lectores, en este primer libro no me ha terminado de caer bien por su actitud chulesca y por lo impulsivo de su comportamiento. Su hermano pequeño Renarin es todo lo contrario. Con una salud delicada, no es amigo del combate y prefiere mantener un perfil bajo. Deja encantado que toda la gloria y el reconocimiento se lo lleve Adolin. Es reflexivo, al contrario que su hermano, y reservado. Por ahora, ha pasado bastante desapercibido durante este primer libro, pero estoy convencida de que es un personaje con mucho potencial que explotar en novelas venideras.

Mientras esto sucede en el frente, Shallan tiene otros problemas igual de acuciantes. Hija de una importante familia de mercaderes, con la muerte de su padre ha descubierto que, en realidad, tanto ella como sus hermanos están en bancarrota y que su padre dejó muchas deudas pendientes que no tienen forma de saldar. Así que se le ha ocurrido un plan, consistente en seguir fingiendo que su padre está vivo, dado que es la única forma de ganar tiempo para evitar que sus acreedores aprovechen para despojarles de lo poco que les queda, y buscar a la erudita Jasnah para robarle su moldeador de almas. Un moldeador de almas es un tipo de fabrial (dispositivo mecánico alimentado por luz que utiliza spren para realizar una tarea específica. Estos spren se usan en forma de piedras preciosas que pueden sustituirse fácilmente). Los moldeadores permiten a su portador modificar el "alma" de un objeto para transformarlo en otra cosa. El padre de Shallan poseía uno, que le permitía transformar piedras sin valor en oro, entre otras cosas, pero a raíz de su muerte descubrieron que estaba roto. La única posibilidad de que su familia sobreviva es conseguir otro moldeador de almas, por lo que Shallan decide embarcarse en un viaje para buscar a Jasnah y robarle el suyo.
Jasnah es hija del difunto rey Gavilar y una reputada e inteligente erudita. Al mismo tiempo, es conocida por ser una ferviente crítica del vorinismo, una de las religiones más importantes de Roshar, lo que le ha granjeado diversos enemigos. Jasnah es muy estricta a la hora de aceptar pupilos, por lo que Shallan sabe que es casi misión imposible convencerla para que la acepte como su discípula. Sin embargo, no le quedará más remedio porque de su éxito depende su supervivencia y la de sus hermanos. Finalmente, gracias a su tesón y a su desesperación, Jasnah verá en ella potencial y la convertirá en su ayudante. Pese a que Shallan tiene muy presente su objetivo final, cuanto más conozca a su maestra más la admirará y deseará ser reconocida por ella como una igual. Conforme avancen sus investigaciones, más consciente es de que el estudio de Jasnah es fundamental para el curso de la historia, más se encariñará de ella y, por ende, más complicado será para Shallan robar el moldeador de almas. Shallan es un personaje que navega constantemente entre salvar a su familia de la bancarrota y el desprecio a sí misma por tener que robarle a alguien a quien admira. Cuanto más tiempo pasa al lado de su maestra, más reniega de regresar a casa y más tentador es dejar a sus hermanos encargarse de los acreedores; ha descubierto que su futuro está al lado de Jasnah, aprendiendo de ella y siendo una erudita. El estudio es lo que realmente la apasiona y haber sido aceptada por una de las investigadoras más prestigiosas es un privilegio que no quiere tirar por la borda. Por su parte, Jasnah es, sin duda, mi personaje favorito de esta primera parte. Para ella, la erudición y la verdad están por encima de todo y no le importa tener que rechazar abiertamente la religión porque no está convencida de los argumentos de los fervorosos ni de las supercherías que la fomentan. Pese a pertenecer a la familia real, no tiene ningún problema en viajar por el mundo buscando respuestas, en demorarse el tiempo que haga falta en sus investigaciones y enfrentarse a quien sea con tal de descubrir la verdad de aquello que está buscando. De apariencia fría, aprecia la sinceridad, la inteligencia, el tesón y el esfuerzo; aprecia a las personas que saben mirar más allá de lo evidente y que no se dejan llevar por las apariencias o por las respuestas fáciles. Es cierto que su presentación como personaje no es la mejor (altiva, despegada, incluso borde), pero cuanto más la conocía, más me encandilaba su presencia y su forma de ver las cosas.

Como he comentado antes, la historia va alternando entre el punto de vista de estos tres personajes, siendo los capítulos de Kaladin y Dalinar los más habituales. En el caso del primero, porque vemos tanto su presente como su pasado para comprender mejor cómo ha terminado en esa situación y el estado mental en el que se halla; en el caso del segundo, porque el conflicto bélico es fundamental para entender la trama en sí. Shallan es la que menos protagonismo ha tenido, pese a que sus descubrimientos como erudita son importantísimos a la hora de entender el lore de Roshar que nos plantea Sanderson. Y precisamente el hecho de tener que presentarle todo ese lore nuevo al lector, ha sido lo que ha hecho que esta primera parte del Archivo se me hiciera insufriblemente lenta y tediosa en muchos momentos. Roshar es un universo muy complejo y masivo, con un worldbuilding que parece casi inabarcable. Por eso, es necesario que el autor introduzca mucha información al respecto: sus múltiples religiones, costumbres, culturas, las diferencias de clase entre los ojos claros (raza superior) y los ojos oscuros (raza inferior), la flora y la fauna, cómo funciona el tiempo atmosférico; y en fin, todas las peculiaridades que tiene un mundo nuevo y muy distinto a todo lo que conocemos. Esto significa que El camino de los reyes son más de mil páginas de pura introducción que nos sirve para adentrarnos en la psicología y background de los personajes, además de explorar Roshar y a sus habitantes al dedillo. Aunque entiendo perfectamente la necesidad de Sanderson de ser tan explicativo, eso no quita que el ritmo me resultara insoportablemente lento.

Los capítulos de Dalinar eran tediosos a más no poder. En general, los conflictos bélicos son una cuestión que no me interesa demasiado y obviamente la guerra es el tema principal desde la perspectiva del Alto Príncipe. Todos sus capítulos giran alrededor de lo que se cuece en el campamento de guerra, de las incursiones de los soldados a las mesetas, de sus constantes encontronazos con los parshendi y de los tejemanejes políticos que bullen entre los diferentes líderes. Lo más interesante eran sus visiones durante las altas tormentas y el misterio de quién está intentando atentar contra la vida del rey, pero son dos puntos en los que apenas se avanza. Todos sus capítulos me parecían idénticos entre sí y tener a Dalinar como narrador ralentizaba muchísimo la historia, así como mi propio ritmo de lectura porque no conseguía encontrar nada interesante en ellos. Lo mismo me sucedió con Kaladin. Si bien su historia es mucho más interesante y como personaje me gusta más, en cuanto entra a formar parte del Puente Cuatro sus días transcurren idénticos entre sí. Entiendo que su trabajo es monótono, pero es que había capítulos enteros en los que lo único que se narraban eran sus cargas en las llanuras y los compañeros que iban muriendo a su alrededor. También es cierto que, como he comentado más arriba, Kaladin está atravesando una depresión, lo que explica por qué su realidad es tan gris y monótona, pero eso no quita que la mayor parte de sus capítulos fueran aburridísimos. Al igual que con los de Dalinar, me sentía como si estuviera leyendo lo mismo una y otra vez, pero con ligerísimos cambios. Cierto es que la lentitud forma parte del proceso de sanación de Kaladin, y es importante para fijarnos en los pequeños detalles que van cambiando poco a poco en su actitud y en su forma de ver las cosas; pero considero que Sanderson podría haber ido un poco más ligerito con ambos personajes, no detenerse tanto en describir ciertas cosas y dotar su narración de mayor agilidad. No es necesario contar cada vez que Roca (uno de los hombres del puente) hace un puchero para alimentar al resto del grupo o cuántas veces se recortan la barba. De verdad que no.


En cuanto al tándem Shallan y Jasnah, sin duda sus capítulos han sido los más entretenidos. Por un lado, mantienen la tensión constante de no saber cómo ni en qué momento Shallan va a traicionar a su maestra, al tiempo que percibimos claramente con su afecto por esta va creciendo y lo difícil que le resulta continuar con su misión cada día que pasa. No solo eso, sino que la investigación que tienen ambas entre manos es de lo más interesante, pues no solo desvela partes importantes de la cosmología de Roshar (y, por ende, del Cosmere), sino que se nos plantean eventos acontecidos en el pasado desde una perspectiva diferente a como nos lo habían contado y cómo esto puede afectar al futuro del mundo y, por tanto, al futuro del resto de personajes del libro.

Esta lentitud generalizada que azuza toda la novela, hace que termines las mil páginas sintiendo que has leído una introducción exasperantemente larga. El camino de los reyes es, en realidad, pura explicación de personajes y construcción de mundo. El worldbuilding que Sanderson ha creado para el Archivo es inmenso e inconmensurable, inventando un sistema de creencias, de culturas y una fisiología del mundo desde cero. Esto justifica la densidad del propio libro, que apenas haya avances en la trama como tal y que el autor se centre en que como lectores conozcamos a la perfección el pasado, la forma de ser y las motivaciones de los personajes. Sin embargo, considero que hay muchas escenas que podrían haberse recortado, capítulos que realmente no aportaban nada y que podrías saltártelos perfectamente sin que afectara en absoluto a tu comprensión de la novela y de los personajes. Y lo mismo sucede con los interludios, extractos incluidos al final de cada parte del libro donde se nos narran escenas desde el punto de vista de otros personajes. Admito que los interludios desde el punto de vista del shin, por ejemplo, eran muy interesantes y, además, necesarios para analizar una perspectiva diferente de ciertos eventos de gran relevancia en la historia; pero hay muchos otros que son simplemente anecdóticos, protagonizados por otros personajes que no vuelven a aparecer y donde se nos cuentan cosas que, a día de hoy, sigo sin saber qué tienen que ver con el resto del libro. No sé si realmente lo que se cuenta en ellos está conectado de alguna forma con la trama principal, si incluyen detalles escondidos y muy sutiles que son importantes en algún punto de la saga o si simplemente los escribió para dar un enfoque diferente a todo ese worldbuilding. El caso es que a mí, en lo personal, no me aportaron nada y estuve muy tentada de saltarme unos cuantos.

Por suerte, las últimas trescientas páginas, aproximadamente, comienzan a coger carrerilla; da la sensación de que hemos estado conteniendo el aliento en las novecientas anteriores y que lo soltamos de golpe al llegar a este punto, pues los capítulos finales son frenéticos, y no solo en cuanto a la acción se refiere, sino a cómo se precipitan los acontecimientos, cómo por fin parece que los tres protagonistas alcanzan un punto común, todo ello sumado a ciertos acontecimientos que te dejan sin respiración. Sanderson se guarda unos cuantos ases en la manga que muestra de cara a un desenlace espectacular e impactante, que deja a los lectores con la boca abierta, con muchas dudas y, sobre todo, con muchas ganas de seguir adentrándose en el Archivo.

El camino de los reyes no ha cumplido, ni de lejos, las expectativas que tenía al respecto. No solo por lo gratamente que el autor me ha sorprendido en otras ocasiones y por lo mucho que me han gustado otras sagas suyas, sino, sobre todo, por cómo todos sus fans alaban el Archivo y consideran que es lo mejor que ha escrito en toda su trayectoria. Admito mi admiración por la complejidad y originalidad del mundo que ha construido, entiendo la magnificencia que embarga a esta saga y el por qué reúne tantos admiradores, pero, por ahora, no comparto su entusiasmo. Esta primera parte me ha parecido aburrida, lenta, repetitiva y, en muchos puntos, soporífera. Aun así, continuaré adentrándome en el mundo de Roshar, en parte por en final, en parte porque me encantaría formar parte de su club de fans.

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