-->

lunes, 10 de marzo de 2025

"Placeres mortales", Belén Martínez

Título: Placeres mortales

Autora: Belén Martínez

Idioma original: español

Editorial: Umbriel

Año de publicación: 2024

Páginas: 608

Sinopsis: En un mundo donde las apariencias sirven como velo ante la cruda verdad, Cixi no es más que una criada. Pero en su interior late un poder oscuro y prohibido. Su existencia se basa en cuidar y acompañar a su joven ama, Lilan, la única hija de la familia Yehonala. Sin embargo, cuando el gran Imperio Jing se convulsiona ante la muerte del Emperador, la familia viaja al Palacio Rojo para presentar sus respetos a su heredero: Xianfeng. La llegada del nuevo monarca supone una maldición para los Yehonala, ya que Lilan se convierte en una moneda de cambio. Pero en «la ciudad dentro de la ciudad» nadie está a salvo. En cada esquina hay susurros de traición, deseo y ambición. Y Lilan sucumbe entre esas paredes rojas. Ahora Cixi atraviesa los muros del Palacio Rojo dispuesta a cobrarse su venganza. Aunque tenga que vender su cuerpo, su alma y su verdad. Aunque desencadene guerras. Aunque derrame sangre. Aunque se convierta en un monstruo.


Desde que Lilan la encontró flotando en el río cerca de su casa cuando era un bebé, Cixi y ella se convirtieron en mejores amigas, a pesar de que Lilan es la primogénita de la importante familia Yehonala y Cixi tan solo su sirvienta. Con la muerte del emperador y el ascenso al trono de su hijo Xianfeng, su apacible día a día cambia rápidamente. El nuevo emperador no aprecia al amo Yehonala tanto como lo hacía el fallecido, por lo que pronto comenzará a perder su favor y, por ende, el sueldo que recibe del imperio se ve drásticamente reducido. Ante el miedo de caer en desgracia, Lilan conviene en que lo mejor para todos es que ella se postule para entrar como concubina de Xianfeng. Después de todo, el único destino posible de las mujeres en aquella época era casarse con un hombre de buena familia o pasar a engrosar el harén imperial. A Cixi no le hace ninguna gracia que su mejor amiga desee sacrificarse de esa forma incluso aunque sea por mantener a flote a sus padres y, por tanto, también a ella, pero sus súplicas no harán que Lilan cambie de opinión. Lilan pronto se convierte en la favorita del emperador y comienza a escalar muy rápido posiciones dentro de la corte. Sus cartas denotan felicidad; parece que se ha enamorado de Xianfeng, que es feliz en su nuevo estatus de concubina y, gracias a ella, su padre ha vuelto a recuperar el favor del emperador y a ser un aristócrata importante y a tener en cuenta. Incluso se ha quedado en cinta y es posible que sea quien por fin le dé al imperio el heredero que tanto ansían. Sin embargo, toda esa felicidad se trastoca cuando Lilan muera durante el parto. Al leer las cartas que esta enviaba a casa, Cixi se da cuenta de que en los últimos meses de embarazo su amiga parecía asustada y temía por su bienestar, por lo que empieza a sospechar que su muerte no ha sido natural. Destrozada por el dolor e impulsada por la venganza, se apuntará a las durísimas pruebas que se realizan para ser sirvienta del Palacio Imperial y conseguirá formar parte de la servidumbre. Una vez dentro, tiene un claro objetivo: investigar qué le sucedió a Lilan y matar con sus propias manos a la persona que acabó con su vida.


La diferencia de clase social nunca fue un impedimento para que Lilan tratara a Cixi como si fuera su hermana. Crecieron y se criaron juntas y para Cixi, Lilan tampoco es una ama a la que servir, sino su mejor amiga. Por eso, cuando esta sacrifique su futuro para convertirse en la concubina del emperador, ayudando así a su familia, esa decisión destrozará a Cixi. No solo porque su mejor amiga dejará de vivir por ella misma para servir los caprichosos deseos del hombre más poderoso del imperio, sino porque nunca más volverán a verse. Ahora sí que pertenecen a dos mundos completamente distintos y Cixi sabe que Lilan jamás podrá poner un pie fuera del palacio. Con la muerte de Lilan al dar a luz, saltan todas las alarmas y su antigua sirvienta no consentirá quedarse de brazos cruzados mientras haya una mínima sombra de sospecha alrededor de su fallecimiento. Así que hará todo lo posible por infiltrarse en el palacio como criada, dispuesta a sufrir cualquier penalidad con tal de vengar a su mejor amiga y hacer justicia. Ella sabe que se está metiendo de cabeza en un nido de víboras; las concubinas y los eunucos tratan a los sirvientes como si fueran esclavos, las tareas que tienen encomendadas dependiendo del Departamento en el que trabajen son muy duras y desagradables y, además, tienen tantas que están ocupados de sol a sol, por lo que a Cixi le resultará muy complicado poder escaquearse para realizar pesquisas por su cuenta y tener la oportunidad de poder investigar a las concubinas, unas mujeres a las que es casi imposible acercarse a menos que escales lo suficiente dentro de la servidumbre. No obstante, Cixi está resuelta a hacer todo lo que esté en su mano, incluso aunque su vida peligre.

Cixi es una joven decidida, leal hasta lo indecible hacia Lilan, terca como una mula, que no se detiene ante nada, descarada y de lengua afilada. Aparentemente tiene muy claro cuál es su objetivo y no va a descansar hasta que la verdad salga a la luz. O al menos, esa es la teoría porque la práctica es muy distinta. Si por algo se caracteriza el Palacio Imperial es por someter a sus criados a unas reglas muy estrictas que, de ser ignoradas, conllevan un castigo muy severo, que puede ir desde ser degradado a las tareas más humillantes y exigentes, recibir latigazos en proporción a la desobediencia o, incluso, la muerte. Para el emperador y su corte, los sirvientes son esclavos de usar y tirar y no tienen ningún inconveniente en deshacerse de ellos si comenten el más mínimo error. Y aun así, Cixi trasgrede las reglas una y otra vez y no sufre las terribles consecuencias. Se equivoca en varias ocasiones en los saludos protocolarios delante de concubinas y eunucos, no tiene reparos en mirarles a los ojos cuando está terminantemente prohibido, se demora en sus tareas porque se desvía de las mismas para intentar descubrir qué le ha pasado a Lilan, utiliza caminos dentro del palacio que solo pueden pisar las personas de cierto estatus... Y a pesar de que estas acciones son de conocimiento de sus superiores, lo máximo que consigue es que la degraden al Departamento de Trabajo Duro por tener un comportamiento que, si se hubiera tratado de otro sirviente cualquiera, habría culminado con su muerte. Esto no deja de ser chocante cuando la autora insiste constantemente en la cantidad de castigos horribles que están recibiendo otras criadas a su alrededor por "delitos" mucho menos graves que los que comete la propia Cixi. Es más, cuando la cambian de Departamento, ni siquiera es como castigo por algo que haya hecho, sino por las envidias de Shui, una de sus compañeras, que considera que Cixi está recibiendo demasiados privilegios y le tiene envidia por ello, por lo que decide mentir para que la castiguen de alguna forma. Esto me pareció del todo incongruente y no entendí el por qué todos los personajes tenían cierto favoritismo hacia Cixi dado que la autora no nos da ninguna justificación; además, saber que podía hacer lo que le diera la gana porque iba a salir indemne o con un castigo mucho menos cruel del que debería obtener, hizo que no existiera ningún tipo de tensión cuando Cixi se encontraba en alguna situación peliaguda: total, ya sabías que no le iba a pasar nada.

Además, se supone que, como he comentado, Cixi está dispuesta a sacrificar lo que haga falta para investigar la muerte de Lilan, pero ese objetivo se va olvidando por momentos a lo largo de la novela. Cuando entra a trabajar al palacio, solo hay una escena, muy al principio, en la que aprovecha una de sus tareas para intentar colarse en el Palacio de las Flores, antigua residencia de su amiga. Y después de eso, no vuelve a hacer ningún amago de resolver nada. No tiene planes, no tiene estrategias, no tiene ni una mísera idea de qué hacer para avanzar en su misión; solo se dedica a quejarse, lamentarse y echar de menos a Lilan. De hecho, absolutamente todo lo que descubre respecto a su muerte llega a ella por casualidad: porque escucha conversaciones, porque alguna de sus compañeras de Departamento sabe algo y decide contárselo... Cixi no se esfuerza lo más mínimo por resolver su supuesto asesinato; todo lo que averigua es porque personajes secundarios acuden a ella "casualmente" a contarle ciertas cosas. ¿Qué sentido tiene eso? Entiendo que en esos momentos su máxima preocupación es sobrevivir un día más a la desalmada situación de servidumbre a la que está sometida, pero ¿dónde está esa motivación inicial que la llevó precisamente a ese punto? ¿dónde está ese fuego y esas ansias de venganza que la consumían? Durante gran parte del libro, la autora se focaliza en contarnos cómo funciona el palacio por dentro y se olvida por completo del motivo por el cuál Cixi está en él en primer lugar. La trama principal se estanca y se centra en desarrollar las tramas secundarias que van surgiendo en el día a día de Cixi, especialmente la que tiene que ver con el romance. Un romance que, por cierto, es un absoluto despropósito.

Que desde el principio se sepa quién va a ser el interés amoroso no es algo que me moleste, sobre todo cuando ya desde la sinopsis se intuye que este va a tener una importancia capital a lo largo de la obra. Pero no es el caso de esta novela. Nada da pie a pensar que vaya a haber una trama romántica y aún así, desde que se presenta por primera vez a Zhao, un eunuco muy cercano al emperador, a la autora le falta poner carteles de neón para indicarte que va a ser el interés romántico de Cixi. Cada vez que ambos se encuentran, la autora te indica de forma cristalina que no paran de mirarse a los ojos, que él se fija en ella a pesar de que no debería por múltiples motivos, y básicamente todas las veces que interaccionan son para dejarle claro al lector que entre ellos va a surgir algo. Ya no es solo que la autora te embuta los indicios del romance desde las primeras páginas del libro, sino que el por qué este surge es absurdo se mire por donde se mire. Casi diría que es un instalove. Ambos personajes no tienen ni un solo motivo para gustarse mutuamente y comienzan a fijarse el uno en el otro porque sí, porque la autora te quiere meter una relación entre esos dos y punto. Eso hizo que ya de entrara no me hiciera gracia el rollito que estos dos se traían, pero confiaba en que, conforme fuéramos avanzando, hubiera un mínimo de evolución en la pareja y tuviera algo de sentido. Pero no, los sentimientos el uno por el otro van creciendo y cada vez están más enamorados, pero en ningún momento sabemos por qué. Es más, incluso aunque estamos metidos todo el rato en la cabeza de Cixi (es una historia contada en primera persona), esta no nos dice qué ve en Zhao  que le guste tanto, al margen de que se siente atraída por el chico como si fuera un imán. Se limita a decir que le quiere mucho y que moriría por él... y ya. ¿Por qué? Porque sí.

Esta relación se vuelve todavía más absurda cuando Cixi por arte de magia (y porque todos los personajes la favorecen vete tú a saber por qué) comienza a escalar posiciones y termina dentro del harén. ¿Cómo es esto posible siendo una sirvienta? Pues porque sí. Otra vez. Porque el emperador la primera vez que la ve, se enamora de ella. ¿Por qué alguien tan poderoso, que tiene a concubinas hermosas y refinadas de buena familia a su alrededor, se fija en una simple sirvienta del montón que no tiene nada destacable? Porque es necesario para mover la trama que Cixi sea concubina. Y, al igual que pasaba con Zhao, el emperador se obsesiona con ella en cuanto la ve. Aunque la protagonista no haga nada especial y ni sea llamativa de ninguna forma. Da igual. Aun así, yo pensaba que al menos al formar parte del harén Cixi se pondría las pilas y se centraría en interrogar al resto de concubinas o de sirvientes del harén para encontrar pistas sobre lo que le ocurrió a Lilan... Pues tampoco. El esfuerzo que hace es mínimo y la trama se desvía, una vez más, del propósito inicial para centrarse en su nueva vida como favorita del emperador y en todas las intrigas palaciegas a las que, dada su posición, ahora tiene acceso.  Y también, por supuesto, a partir de este momento el libro estará plagado de escenas eróticas porque la autora siente una necesidad imperiosa de describirnos con todo detalle cómo se acuesta con Xianfeng y cómo ambos se van enamorando, añadiendo así un triángulo amoroso soporífero. Aunque he de decir que agradezco que no fuera evidente a quién iba a escoger la protagonista, porque su deber como concubina era entregarle su cuerpo y su corazón a su emperador, pero no deja de lado en ningún momento Zhao. Eso sí, añadir también que Cixi no es un personaje con muchas luces y no se le ocurre otra cosa que hacer manitas con el eunuco en sitios y momentos en los que cualquier persona podría verlos, como, por ejemplo, delante de sus sirvientas. Y obviamente si alguien decidiera chivarse a Xianfeng de que han visto a su favorita tonteando con otro, lo mínimo que le esperaría a la susodicha sería que la degradaran (o incluso pena de muerte).

Zhao es un personaje que no me ha transmitido nada. Sí, es amable con todo el mundo y no trata a los sirvientes como si fueran esclavos (lo que sería lo más lógico teniendo en cuenta su posición), pero no tiene una personalidad atractiva ni nada que lo haga destacar. De hecho, a Cixi parece que le gusta solo porque es afable con ella y no la castiga ante sus insubordinaciones o cuando la pilla husmeando donde no debe. Se nota que, aun perteneciendo a la corte, no está muy de acuerdo con las políticas de la misma, y eso a pesar de que Xianfeng es su mejor amigo. Se nota la complicidad que hay entre ambos, pero el eunuco tiene un pasado y una posición un tanto complicada (a pesar de su privilegio), lo que le lleva a acatar las órdenes sin rechistar, pese a que no esté de acuerdo con ellas. Es un hombre inteligente y que conforme se va haciendo más cercano a Cixi, más se va empapando de su rebeldía, pero tampoco aporta mucho más al libro, más allá de ser el interés amoroso de esta. En cuanto a Xiafeng, es un hombre de doble cara. Por un lado, parece un joven verdaderamente preocupado por su pueblo y por las tensiones políticas que hay con el Reino Ainu vecino, cuya independencia el Imperio Jin se niega a reconocer. El emperador es duro y severo de puertas para afuera, pero parece mostrar su verdadera personalidad cálida y empática cuando está con sus concubinas, especialmente con Cixi. Sin embargo, en el fondo es todo fachada y se trata de un hombre que ansía el poder por encima de cualquier cosa, que ve a su harén como mujeres reemplazables con las que engendrar un heredero y que, aunque dice estar enamorado de Cixi, lo que ama de ella es su fuerza, su entereza, su físico y que es la única persona que le habla sin tapujos y olvidando que está ante el emperador. Por más que la autora se esfuerza en conseguir que Xianfeng le caiga bien al lector y que, por tanto, entendamos por qué la protagonista se termina enamorando de él, cuanto más le conocía, más le odiaba y más deseaba que toda esa adoración por parte de Cixi fuera puro paripé.

A parte del trío calavera protagonista, tenemos otros personajes secundarios que son ciertamente interesantes como Nuo y Tian, que comienzan siendo compañeras de Cixi en el Departamento de Trabajo Duro. Enseguida las tres ser harán buenas amigas y cuando Cixi obtiene el estatus de concubina, hará que las dos trabajen para ella. Tian es la que más destaca porque es una chica que está en contra del sistema opresor que el emperador perpetúa y, sobre todo, del sometimiento que sufren las mujeres. En esta época, para las mujeres solo había dos futuros posibles: trabajar como sirvientas o encontrar un buen marido. Tian no tiene reparos en expresar la injusta situación de esclavitud a la que se enfrentan y para ella, que Cixi haya adquirido un notable poder es una buena noticia porque esta sabe de primera mano lo que se sufre y espera que con su influencia haga algunos cambios en la corte. Por su parte, Nuo es más como un perrito faldero, increíblemente fiel a Cixi y dispuesta a estar a su lado como sirvienta pase lo que pase. Solo quiere tener una vida tranquila y en paz y desempeñar su trabajo lo mejor posible. Ayudará a Cixi en todo lo que pueda, sobre todo cuando pasa a formar parte de su palacio. Luego tenemos a las concubinas, con quienes Cixi tendrá que batallar todos los días, dado que todas ellas usan sus mejores armas y estrategias para lograr que el emperador acabe en su cama. Después de todo, el único propósito de estas mujeres es satisfacer sus deseos carnales y darle un heredero, por lo que todas están desesperadas por complacerle o bien para obtener el estatus que les daría ser las madres del primogénito de Xianfeng, o bien para que este no se aburra de ellas y no las baje de categoría (porque obviamente para él no son personas, sino objetos prescindibles si así lo considera). La más destacable del harén es la Gran Dama Liling. Es la favorita del emperador y está deseosa de ser quien le dé un heredero. Gracias a las atenciones de Xianfeng, se considera superior al resto de concubinas y no tiene reparos en acudir a todo tipo de sucias estrategias cuando cree que que alguna de sus enemigas está escalando demasiado rápido. Es inteligente, fría y dispuesta a sacrificar lo que haga falta para mantener su posición. A pesar de ser una víbora, es fácil empatizar con ella; después de todo, dentro del harén hay mucha competitividad y los gustos del emperador son muy volubles, por lo que ser su favorita no es indicativo de que eso no pueda cambiar en el futuro (como de hecho, ocurre cuando aparece Cixi). Otro personaje interesante es Cian, la emperatriz. Está casada con Xianfeng y a pesar del poder que ostenta, es inevitable tenerle lástima. Está profundamente enamorada de su marido y no tiene que ser fácil ver cómo este engrosa la fila de mujeres con la que se acuesta en busca de un heredero que su propia esposa parece incapaz de darle. Además, es la encargada de controlar en cierta medida el harén, hacer de mediadora entre las concubinas y aconsejarlas para satisfacer a su esposo en la cama y darle descendencia. Aun siendo lo típico de aquella época y aunque las emperatrices debían estar acostumbradas a que sus maridos tuvieran libre albedrío para acostarse con cualquiera, no debía ser plato de buen gusto.

Lo mejor de este libro es, sin duda, la ambientación. La autora mezcla diferentes culturas asiáticas y coge de cada una de ellas lo que más se ajusta a la historia que quiere contar. Se nota mucho que ha indagado acerca de Asia, sus vestimentas, cómo funcionaba la realeza, la sociedad, las tradiciones... y todo ese conocimiento lo ha volcado en las preciosas descripciones de los escenarios y del día a día en la corte. Sin embargo, eso junto con los personajes secundarios es lo único que he disfrutado de esta obra. Como he ido adelantando, la trama principal basada en resolver lo que sucedió con Lilan se va olvidando por el camino y va tomando protagonismo el encaprichamiento absurdo que va surgiendo entre Cixi y Zhao y que no tiene ninguna razón de ser. Por lo que el libro me estaba encantando hasta el momento exacto en el que Cixi entra a formar parte del palacio. Además, a partir de la mitad de la novela, siento que todo se estanca y Cixi comienza a vivir un día de la marmota en el que todo se mantiene igual y lo único que vemos es cómo se defiende de otras concubinas, cómo se acuesta con el emperador y cómo se ve a escondidas con Zhao. Por otro lado, tenemos otra subtrama relacionada con la guerra entre el Imperio Jin y el Reino Ainu, pues el emperador no considera que los ainu sean un ente independiente, sino más bien una extensión de su propio dominio, algo con lo que estos, obviamente, no están de acuerdo. Así que hay ciertas tensiones entre ambos bandos que flotan a lo largo de toda la novela, pero que la autora no desarrolla en ningún momento y solo lo utiliza para darnos un final apoteósico.

Otro aspecto a destacar es que este libro es de fantasía, aunque el toque fantástico es mínimo. Algunas mujeres desarrollan un poder denominado Virtud; cada Virtud es diferente y sus poseedoras no pueden utilizarlas libremente, excepto para transmitir el don al futuro hijo varón. La verdad es que este tipo de magia tampoco se explora demasiado, más allá de en algún momento puntual o al final, cuando se vuelve un elemento crucial. Y hablando del final, fue lo que, definitivamente, hizo que yo le bajara la nota a esta lectura. La autora nos deleita con un interesante giro de los acontecimientos que, si bien por una parte me olía (más que nada porque estaba deseando que eso sucediera), por otro lado lo creía imposible porque ni la historia ni las acciones de los personajes estaban avanzando rumbo a ese desenlace. No obstante, ese final existe precisamente porque la autora miente al lector a partir de más o menos la mitad del libro. Y yo lo siento pero cuando tu plot twist funciona porque llevas más de cuatrocientas páginas mintiendo, no es un plot twist, es una falta de respeto y de ingenio. A mí no me molesta que los autores oculten deliberadamente información porque si desde el principio enseñas tus cartas, no puedes mantener la atención de quien te lee, y más cuando esa atención está basada en un misterio por resolver o en la tensión que se va gestando a lo largo de la lectura. Pero una cosa es eso, y otra cosa es mentir descaradamente, y más aún cuando encima el narrador es en primera persona y estamos constantemente en la cabeza de Cixi. Yo lo siento, pero eso es jugar muy sucio y una estratagema totalmente injusta. Sí, es cierto que el cómo termina todo es muy satisfactorio y era justo lo que este libro merecía; pero que todo eso se base en una mentira, me ha resultado decepcionante a más no poder e hizo que cerrara el libro con una acentuada sensación de traición. Creo que la autora podría haber llegado al mismo punto habiendo tomado otras decisiones más acertadas.


Placeres mortales era un libro que prometía mucho y del que yo esperaba grandes cosas, dada la buena acogida que ha tenido entre el público desde su publicación. No obstante, aunque el inicio fue increíble y me ventilé las primeras cien páginas sin darme cuenta por lo mucho que me estaban gustando los personajes, la ambientación histórica y la trama en sí, cuanto más avanzaba más se iba desinflando, hasta llegar a un cierre decepcionante.

1 comentario:

  1. ¡Hola! Es una pena que el libro te haya dejado un sabor un tanto agridulce, la verdad es que esta es de las pocas reseñas "no tan positivas" que he leído de él. A mí me sigue llamando muchísimo la atención, pero tendré en cuenta esas incongruencias para no adentrarme en la lectura con muchas expectativas.
    Besitos :)

    ResponderEliminar