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viernes, 3 de julio de 2015

Cuéntame tu historia XIV - Especial orgullo gay


¡Hola, soñadores!

Habréis echado de menos en junio nuestro Cuéntame tu historia mensual, pero decidimos no hacerlo porque es un mes lleno de ajetreo para los estudiantes, así que hemos esperado hasta ahora para que podáis participar todos.
En el título de esta entrada os he expuesto el tema principal de esta entrega. Por si alguien no lo sabe, el pasado día 1 de julio se celebró el día del Orgullo Gay, y vamos a contribuir a la visibilidad de las personas que han elegido una sexualidad distinta a la que se ve normalmente con esta entrada especial.

Lo que os tocará hacer es escribir sobre este tema tan amplio: podéis hacer una historia de una pareja homosexual, plantear vuestra opinión personal, contar alguna anécdota que os haya pasado relacionada con este tema... Cualquier cosa que gire en torno a la homosexualidad, e incluso transexualidad, asexualidad, pansexualidad y otras sexualidades.

Por mi parte, retomo a Marianne, un personaje que ya conocéis de otras entradas de nuestra iniciativa. ¡Espero que os guste esta historia!


Una tarde en las nubes

Marianne era realmente feliz con Alexis. Llevaban ya un año y medio saliendo y no podía sentirse más plena. Si bien es cierto que de vez en cuando tenían sus diferencias y discusiones, estar con Alexis le hacía sentirse de una forma maravillosa. Apenas podía describir con palabras lo que sentía, por lo que solía arreglar cualquier aparato que Alexis hubiera roto accidentalmente para demostrarle su cariño, y le construía diversos ingenios como muestra de su plena entrega en el futuro de la relación.

Alexis, por su parte, era la ternura encarnada. A veces aún seguía teniendo la mirada distante y su propio cuerpo parecía enfriarse, pero con cogerle la mano y mirarle a los ojos, rápidamente regresaba a su lado.


Marianne iba esa tarde de compras con sus amigas. Habían insistido en que se comprara lencería para sorprender a Alexis por su cumpleaños, aunque Marianne no estaba totalmente convencida de que aquello fuera un regalo. Sí que había tenido encuentros fogosos con él, con cierta frecuencia, más de la que se permitía contar a sus amigas, pero no creía que fuera necesario encender especialmente a Alexis con aquellos trozos de tela. Él era mucho más profundo y racional que eso. O al menos era lo que ella creía ella.

Entre conjunto y conjunto que sus amigas le presentaban, Marianne se quedó enganchada pensando en algunos de los momentos más intensos que había vivido con Alexis, cuando de pronto escuchó una suave voz que le distrajo de sus pensamientos. “¡Hola, soy Helena! ¿Puedo ayudaros en algo?”. Marianne enfocó la vista en una mujer de unos veintipocos años, con un poco de sobrepeso y unos ojos verdes brillantes que le impactaron. Era la dependienta de la tienda, y sus amigas tomaron la iniciativa contándole todo el plan que habían tramado para que Marianne deslumbrara a Alexis el día de su cumpleaños, después de cenar juntos en algún lugar tranquilo y romántico.

Helena la guió hacia un probador con algunos conjuntos colgando en sus blancas muñecas. Le iba pasando poco a poco cada uno, explicando con su dulce voz cada detalle especial y las bondades de cada una de las prendas. Marianne olvidó completamente cuál había sido la razón de que estuviera en aquella tienda, su mente estaba repleta de esa voz delicada y esos ojos de color esmeralda. Las palabras dejaron de tener sentido, únicamente escuchaba su melodiosa cadencia, y aleteaba entre las nubes al escuchar su risa cuando comentaba algo especialmente picante.

Al salir de la tienda, Marianne se sintió despertar. Miró al cielo, cubierto de nubes y con un tímido sol que se escondía ya entre los edificios, dispuesto a prestarle su lugar a la luna; en sus manos tenía una bolsa con una compra hecha recientemente, y se sorprendió despidiéndose de sus amigas rápidamente y encaminándose sola hacia su casa. En su cabeza seguía escuchando aquella voz, viendo aquellos ojos, sintiendo la piel electrizada allí donde sus manos habían chocado al recibir el ticket. ¿Habría sentido Helena lo mismo?

Al llegar a su habitación, se desplomó sobre la cama, con el pecho encogido, y la mente confusa, debatiéndose entre mil sensaciones distintas. ¿Qué había ocurrido exactamente en la tienda? No podía creer que hubiera otra persona que absorbiera su atención tanto como para hacerle olvidar por completo a Alexis. De hecho, no sólo se había olvidado de él, sino que ahora no podía olvidar esos ojos y esa voz. Marianne se sorprendió a sí misma susurrando el nombre de la dependienta y preguntándose si besar sus labios sería tan dulce como ella parecía. Se dio la vuelta en la cama, tapándose la cabeza con la almohada, escuchando los alocados latidos de su corazón.

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Y hasta aquí la historia de hoy. Como habréis visto, he amoldado la historia original para adaptarla a la temática que os propuse, por lo que quizás ha quedado un poco forzada si conocéis la línea original del relato. He querido dar este giro tan repentino inspirándome en un amigo (aunque su historia es muy distinta y un poco más dramática). Quizás de cara al futuro continúe con esta línea nueva. ¡Espero vuestras historias!

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Trocitos de nuestra historia

M.A. Álvarez: Romance de un caballero



2 comentarios:

  1. ¡Hola! Pues sí que es un gran giro en la historia de Marianne. Ahora me quedo con ganas de leer más. Me pregunto qué pasará en adelante, qué decidirá Marianne, qué pasará con Alexis... Se ha quedado muy interesante. Creo que le puedes seguir sacando mucho partido a esta historia.

    Dejo el enlace a mi relato: http://auxilili.blogspot.com.es/2015/09/romance-de-un-caballero.html

    ¡Y de momento ya estoy al día con la iniciativa! Un saludo :)

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    1. ¡Gracias por tu participación!

      Eres más activa que yo, incluso XD
      He estado bastante tiempo desaparecida en combate, como se suele decir, por lo que no he visto tu relato antes. Ya está colocado en su lugar y procedo a leerlo :)

      Yo también espero poder sacarle más jugo a esta historia.

      ¡Saludos!

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