Título original: Onyx Storm
Autora: Rebecca Yarros
Idioma original: inglés
Saga: Empíreo
Editorial: Planeta
Año de publicación: 2025
Páginas: 896
Sinopsis: Tras casi dieciocho meses en el Colegio de Guerra Basgiath, Violet Sorrengail tiene claro que no queda tiempo para entrenar. Hay que tomar decisiones. La batalla ha comenzado y, con enemigos acercándose a las murallas e infiltrados en sus propias filas, es imposible saber en quién confiar. Ahora Violet deberá emprender un viaje fuera de los límites de Aretia, en busca de aliados de tierras desconocidas que acepten pelear por Navarre. La misión pondrá a prueba su suerte, y la obligará a usar todo su ingenio y fortaleza para salvar lo que más ama: sus dragones, su familia, su hogar y a él. Aunque eso signifique tener que guardar un secreto tan peligroso que podría destruirlo todo. Navarre necesita un ejército. Necesita poder. Necesita magia. Y necesitará algo que solo Violet puede encontrar: la verdad. Pero una tormenta se aproxima… y no todos sobrevivirán a su furia.
CONTIENE SPOILERS DE ALAS DE HIERRO
Los venin existen y se están expandiendo. Estas criaturas antaño de leyenda están avanzando rápidamente, drenando toda la magia de los territorios por los que pasan y poniendo en jaque al mundo entero. Tras descubrir la verdad y que el gobierno del Colegio de Guerra estaba ocultando esta información para protegerse, Violet y Xaden, en un movimiento arriesgado, decidieron mostrarle la realidad al resto de jinetes y darles a elegir: seguir ciegamente las directrices de Basgiath o unirse a ellos para luchar contra los venin y proteger a los pueblos que están fuera de las defensas. Sin embargo, su ejército de dragones, ahora engrosado por los pilotos de grifo, no es suficiente para derrotar a estos monstruos. Deben buscar aliados fuera de Navarre, contactar con otros reinos que les ayuden a combatir la crisis inminente a la que se enfrentan. Además, también deben encontrar a los íridos, una especie hasta ahora desconocida de dragón a la que pertenece Andarna, la dragona con la que Violet está vinculada. El fuego de los íridos es el único capaz de calcinar a los venin, por lo que supone un arma muy poderosa en la inminente batalla. Sin embargo, estos dragones desaparecieron hacen años y se desconoce su paradero, por lo que Violet y su equipo aprovecharan que tienen que explorar nuevos territorios en busca de aliados para averiguar dónde pueden haberse refugiado los familiares de Andarna y convencerlos de que se unan a su causa.
Después de mucho esfuerzo y horas de investigación en el Archivo y traduciendo diarios en idiomas antiguos, Violet consiguió dar con la clave para establecer nuevas protecciones fuera de Basgiath que protegiera a los rebeldes de Aretia. De esta forma, podrían focalizar allí sus fuerzas para prepararse mejor contra los venin y seguir produciendo armas que les permitieran plantarles cara. Sin embargo, jugar con una magia tan poderosa requiere un coste alto y, en el caso de Violet, fue el sacrificio de su madre para imbuir la piedra protectora. Además, aunque parecen haber solventado uno de sus problemas más inminentes, quedan varios frentes abiertos. Los jinetes de dragón se han dividido en dos bandos: los que, al darse cuenta de que habían sido engañados con respecto a lo que ocurría fuera del colegio, decidieron marcharse con los rebeldes para ayudar a los pueblos que estaban siendo atacados y los que, aun sabiendo la verdad, permanecieron en Basgiath, pues prefirieron la seguridad de sus muros antes que luchar por otros pueblos. Esa escisión es un escollo para la guerra que está a punto de estallar, por lo que Violet, sus amigos y el resto de jinetes que marcharon a Aretia terminan regresando a la academia en parte para limar asperezas y volver a ser un frente unido, y en parte para terminar la formación, pues la mayoría de ellos siguen siendo cadetes que todavía no se han graduado. Continuar los estudios en estas condiciones no será sencillo; las clases han tenido que reformularse para ajustarse a la nueva situación, el tiempo corre en su contra y necesitan desarrollar y perfeccionar sus habilidades lo antes posible y, además, la tensión entre los alumnos es cada vez más palpable. Por un lado, los jinetes que no se quisieron marchar consideran traidores a los que sí lo hicieron y, además, una de las condiciones para que Violet y los suyos regresaran era que los pilotos de grifo se incorporarían a las dinámicas del colegio y formarían parte de la instrucción, un requisito que no ha sido bien visto por la mayoría de los jinetes, que siguen considerando a los pilotos sus verdaderos enemigos a pesar de todo.
A toda esta presión, se suman para Violet todas las trabas políticas y burocráticas que imponen tanto el Consejo de Aretia como los propios altos mandos del Colegio y que le impiden avanzar en sus propósitos, el apremio por encontrar a los íridos (parientes de su dragona Andarna) como un arma definitiva para acabar con los venin, su propio entrenamiento para perfeccionar su manipulación del rayo y, por supuesto, Xaden. Aunque ya le ha perdonado por haberle ocultado que su hermano estaba vivo y que sus creencias se basaban en una elaborada mentira, otro escollo se ha interpuesto entre ellos. Y es que Xaden está poco a poco convirtiéndose en venin. En la última batalla, tuvo que absorber la magia de la tierra para salvarlos del Sabio, uno de los jefes de estas criaturas, y una vez que eso sucede, el proceso es irreversible: los humanos que cometen ese sacrilegio se ven atraídos por el poder que emana de todo lo que les rodea y cada vez que caen en la tentación de absorber la magia a su alcance, por poco que sea, pierden un pedazo de su alma y sus sentimientos. Además, ese proceso se nota también físicamente, por lo que Violet teme el momento en el que los demás se den cuenta de lo que está sucediendo con Xaden, pues el único destino posible para cualquier venin, sea quien sea, es la muerte. Ella está convencida de que su condición tiene cura y la busca en secreto mientras investiga cualquier pista sobre la familia de Andarna. Que Xaden esté convirtiéndose inexorablemente en una criatura oscura no le pone en peligro solo a él, sino a cualquier persona que esté a su alcance si es incapaz de controlar su poder, lo que complica aún más su ya de por sí delicada relación.
Se podría decir que Alas de ónix es una continuación directa de Alas de hierro y se siente como si fueran la misma novela, pero dividida en dos. El primer capítulo entronca directamente con el último del segundo libro y, además, las dinámicas que nos plantea la autora en esta tercera parte son las mismas. Seguimos con diversas investigaciones abiertas cuyo centro es Violet. Por un lado, los jinetes necesitan encontrar aliados fuera de sus fronteras que les permitan engrosar su ejército de dragones para combatir eficazmente a los venin, dado que estos los superan en número y destreza. Mientras visitan diversas islas y reinos, deberán, además, realizar una búsqueda exhaustiva de los íridos; en la última batalla contra las criaturas oscuras, Violet descubrió que el fuego de Andarna los mata instantáneamente y que esta no es una dragona normal y corriente, sino que pertenece a esta subespecie dracónica, la cual es casi un mito y lleva años desaparecida. Por otro lado, la piedra protectora que Violet, Brennan y la teniente Sorrengail consiguieron reparar para proteger Aretia y poder plantar allí su base de operaciones, parece que está fallando y las protecciones son más endebles de lo que debería, por lo que Violet, con ayuda de su ex-mejor amigo Dain, deberán acudir de nuevo al Archivo para encontrar algún dato con el que puedan arreglarla antes de que sea demasiado tarde.
Así pues, una vez más Yarros nos da una expansión del mundo del Empíreo. Conocemos nuevas islas y territorios, con culturas y creencias muy dispares y que también difieren bastante de la propia cultura de Basgiath. Violet, Xaden y el resto del equipo (Dain, Aaric, Mira, Cat, Ridoc, y algún piloto de grifo), viajan a diferentes puntos en busca de gobernantes que quieran añadir sus ejércitos a la incansable lucha contra los venin. Las negociaciones no serán nada fáciles porque mientras que unos piden algo a cambio, otros someten al grupo a diversas pruebas. Al tiempo que recorren estos parajes, deberán encontrar pistas sobre los íridos, criaturas escurridizas y nada fácil de localizar dado que, hasta hace poco, eran casi dragones de leyenda con muy pocas referencias en los textos históricos. En esta nueva aventura, descubrimos más sobre las bases morales, éticas y políticas que cimentan Basgiath, las mentiras con las que el gobierno ha tejido el poder que ostenta y todo lo que han ocultado a lo largo de la historia; conoceremos más sobre el padre de Violet, que fue escriba, sus investigaciones y viajes, y una serie de vivencias y hallazgos que implicaban a sus hijos, pero que estos desconocían. Todo ello rociado con el desasosiego de sentir que van a regresar a casa con las manos vacías, la sensación de que se les acaba el tiempo y, en el caso de Violet y Xaden, el miedo de estar llegando a un punto de no retorno si no encuentran rápido una cura para el jinete.
Violet sigue siendo una joven resiliente que no se rinde ante las adversidades y que está dispuesta a sacrificar lo que haga falta con tal de revertir la progresiva conversión de Xaden. Aunque incluso Jack Barlowe le ha aseverado que eso es imposible (sigue encarcelado en la Academia después de haber "regresado de entre los muertos" durante el segundo libro y revelarse como venin), esta no piensa darse por vencida y removerá cielo y tierra con tal de salvar al chico al que ama. La presión que tiene sobre sus hombros es inmensa: tiene que convencer a otros gobernantes para que se unan a su causa, encontrar a unos dragones que no desean ser hallados porque son lo único que puede decantar la balanza a su favor en la guerra que se está gestando y convencer a Xaden de que no supone un peligro para ella y de que su relación puede seguir adelante a pesar de las dificultades. Xaden, por su parte, está convencido de que su condición no tiene remedio y de que llegará un momento en el que tendrá que alejarse de Violet y de todo lo que conoce si quiere que tanto ella como su dragona Sgaeyl estén a salvo. Piensa luchar hasta el final por aquellos a los que ama, pero tampoco quiere mantener la esperanza en que no vaya a suceder lo inevitable. Es más, tampoco se niega a canalizar la magia de la tierra, aunque esto le acerque más a convertirse en un monstruo, si es necesario para proteger a Violet si llegara a darse el caso. Mientras fluctúa en esa tesitura tan complicada, ayudará a esta en todo lo que pueda, sin olvidar que ella es autosuficiente y capaz de gestionarse por sí misma. Xaden es un personaje que tiene muy claro qué es lo que quiere y que, aunque no se ha rendido ante el futuro negro que parece esperarle, es quien más tiene los pies en la tierra. A lo largo de las últimas novelas, ha pasado de ser el mero interés amoroso de Violet con un pasado oscuro, a revelarse como un coprotagonista muy interesante y complejo. Se nota que la autora está haciendo un esfuerzo por desarrollar su personalidad y su historia, pese a que Violet robe el escenario principal. La relación entre ambos se fortalece más por cada libro que pasa y me gusta cómo está siendo llevada (punto a su favor que en esta tercera parte hay menos escenas de cama, algo que yo agradezco porque se me hacían repetitivas e insoportables). Conforme avanza la trama, cada vez más obstáculos entorpecen su romance y serán estos los que pongan a prueba una y otra vez el amor que sienten el uno por el otro. Hay un equilibrio entre los momentos que intentan robarse el uno al otro para tener instantes de intimidad y para fingir ser unos adolescentes normales y los dramas constantes a los que tienen que enfrentarse tanto ellos como sus sentimientos. Otro punto a mencionar es la carga política que Xaden lleva sobre sus hombros, ya que al ser el último Riorson que queda vivo, es, por defecto, Duque de Tyrrendor. Esto le confiere un asiento en el Senario (que es como un consejo democrático en el que se discuten cuáles van a ser los siguientes movimientos de la rebelión) y muchísimo poder, puesto que no es solo uno de los jinetes más prometedores con uno de los sellos más peligrosos, sino que gracias a su recién recuperado título ahora tiene una gran influencia política.
En Alas de hierro ya veníamos viendo un afán por parte de Yarros por centrarse más en los personajes secundarios y que no fueran meros soldados gobernados por la necesidad de la trama, y el hecho de que Violet y sus amigos tengan que viajar durante meses fuera de la academia, da pie para poder conocerlos mucho mejor y encariñarse aún más con ellos. Por fin conocemos a Mira en condiciones y la vemos como algo más que la hermana mayor de Violet: una jinete astuta, valiente, estratega y muy fuerte. La tensión entre ambas mujeres se acrecentará en esta novela por ciertos sucesos relacionados con sus padres e interesantes secretos que se van desvelando poco a poco, una subtrama que personalmente me tuvo muy intrigada y que me muero de ganas de seguir explorando en el siguiente libro. Rhiannon sigue madurando en su nuevo papel de líder del pelotón, tratando de encontrar el equilibrio entre ser amiga de sus subordinados, pero sin olvidar que ella es su jefa ahora y debe tratarlos con mano dura, dejando atrás el sentimentalismo cuando es necesario. Un nuevo añadido es Ridoc que, si bien le conocemos desde el primer libro, hasta ahora se ha mantenido en un discreto segundo plano, siendo tan solo el chico graciosillo del grupo. Aquí deja atrás ese papel secundario para mostrarse como un guerrero fuerte, que domina sorprendentemente bien su sello de hielo, un activo que se vuelve fundamental para la lucha y a quien tener muy en cuenta en batalla. Además, sabe escuchar a los demás y reflexionar al respecto cuando requieren su opinión. Me gusta que este personaje vaya más allá de ser el punto cómico de la historia, que por fin brille con luz propia y demuestre que, de hecho, es uno de los soldados más poderosos de su escuadrón. Solo espero que la autora se mantenga en esta línea en los siguientes libros y Ridoc no quede apartado una vez más. Su inseparable compañero, Sawyer, también tiene aquí un papel más predominante y vemos su lado más vulnerable y una cara distinta de lo que significa ser jinete de dragón y de lo que tienes que sacrificar por el camino si te entregas al cien por cien a la causa. Un personaje interesante ha sido Aaric, príncipe de Navarre, quien huyó de palacio y entró en la Academia con una identidad falsa (que no pasó desapercibida para Violet puesto que se conocían desde niños). Lejos de ser un príncipe mimado y acostumbrado a vivir entre algodones, ha resultado ser un chico fuerte, que quiere luchar de verdad por su pueblo alejado de toda la parafernalia política y considera que es mucho más útil trabajar en el ejército y estar en el frente que mantenerse protegido en su palacio. Durante el segundo libro, su presencia cogió un poco de impulso pero será en este tercero cuando brille, dado que tendrá que actuar no solo como jinete, sino como embajador de Navarre y un elemento clave para establecer las alianzas que tanto necesitan. Además, parece que Aaric oculta algo, un secreto que tiene que ver con Violet y que planea a lo largo de toda la obra, desvelándose parte de él al final y dejándonos con la miel en los labios.
Dain sigue siendo uno de mis personajes favoritos, a pesar de lo que ocurrió durante la segunda parte. Es muy consciente de que no se portó como debía con Violet, pues se dejó llevar por el deber y por lo que creía correcto aunque dañara a su amiga por el camino. Está intentado redimirse, alejándose del sistema en el que le han inculcado creer con fe ciega y luchando por lo que cree justo. Su relación con Violet no es la mejor, pero esta está tratando de perdonarle y, aunque sigue sin confiar del todo en él, van haciendo progresos. En este libro me ha hecho muy feliz ver como Dain despierta por fin y ve con claridad lo engañado que ha estado durante años, aunque eso implique alejarse del camino trazado por su padre (uno de los generales de la Academia), hasta el punto de ser repudiado por él en público. Ha entendido que la postura de Violet es la correcta porque implica ayudar a la gente de verdad y que la única forma de arreglar las cosas es saltándose unas cuantas leyes y normas, por mucho que eso pueda suponer un castigo. Es un personaje que ha madurado mucho con respecto al primer libro y tengo fe en que la amistad entre él y Violet terminará reparándose y volverán a ser buenos compañeros. Por último, destacar a Cat, piloto de grifo cuyo propósito inicial era convertirse en una ex celosa que había estado con Xaden y que no quería renunciar a él tan fácilmente. Me alegra que la autora se haya tomado la molestia de evolucionar su personaje y que no exista solo para crear conflictos en la pareja. Durante Alas de hierro, era tan solo una chica insoportable que estaba dispuesta a recuperar a Xaden y demostrarle a Violet que ella era mucha mejor opción, pero por suerte en esta novela eso queda en segundo plano y Cat se revela como una piloto inteligente, fuerte, con un gran sentido de la justicia y compañerismo y con mucho carácter. Es verdad que tampoco ha tenido un protagonismo tan fuerte como el resto de personajes, pero me ha gustado cómo se ha desarrollado la relación entre ella y Violet que, si bien no pueden considerarse amigas, al menos dejan de lado sus conflictos para colaborar juntas.
La escritura de Yarros sigue siendo tan desastrosa como siempre y es el único apartado en el que no hay mejora sin importar cuánto avance la saga. Las descripciones son espantosas y es muy complicado hacerse una idea de clara de cómo son los lugares que visitan los personajes, lo que están haciendo, dónde están situados espacial y temporalmente... Eso sí, a pesar de lo mal que escribe, nuevamente tiene un "algo" que hace que, una vez te metes en la historia, puedas ignorarlo fácilmente y avances con la lectura increíblemente rápido. Por otro lado, necesito señalar la obsesión que tiene Yarros en esta novela con la palabra ónix. Por algún motivo que no comprendo, en el tercer libro le ha dado por describir los ojos de Xaden como de color ónix, calificación que no le había dado en los anteriores. No sé si es algo forzado a propósito para poder darle el título al libro y que quede "guay" o si lo ha hecho de forma inconsciente, pero si tuviera que tomarme un chupito por cada vez que usa esta palabra, habría acabado con coma etílico. En cuanto al final, tal y como nos tiene acostumbrados nos deja con la miel en los labios. Los últimos capítulos son los más frenéticos y aunque a lo largo del libro ya va dejando caer descubrimientos de lo más interesantes, es en las últimas páginas cuando suelta varios bombazos que hacen que el lector lamente no tener la siguiente entrega en sus manos para hincarle el diente.
Alas de ónix es una digna continuación de la saga, siempre y cuando tengas en cuenta que no va ser un libro cargado de acción y de batallas, que es lo que cabría esperar, sino más bien una extensión del segundo. De ahí que pueda resultar repetitivo, pausado y una obra en la que no pasa casi nada, aunque en mi caso lo he disfrutado mucho. Incluso me atrevería a decir que es mi favorito de la saga hasta el momento. Eso sí, espero que la cuarta entrega sea un poco más movidita porque no estoy segura de soportar otro libro puente que nos prepare para el final de la saga.
¡Hola! Me ha gustado mucho tu reseña, te la has currado mucho y con todos los puntos importantes. La verdad es que se habla muy bien de estos libros, pero no termino de dar el paso porque no soy de este tipo de género. Besos :)
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