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miércoles, 13 de marzo de 2024

"Todos los ángeles del infierno", Miriam Mosquera

Título: Todos los ángeles del infierno (#1)

Autora: Miriam Mosquera

Saga: La caída del cielo

Editorial: Faeris

Año de publicación: 2024

Páginas: 450

Sinopsis: Sevilla, 20 años después de la caída del Cielo

En un mundo oscuro en el que los demonios vencieron a los ángeles y en que los escasos supervivientes humanos viven aterrados y sometidos, los demonios campan a sus anchas por Andalucía para defender un oscuro secreto que Luzbel, el rey de los demonios, escondió en la Alhambra. Carmen y su familia, sin embargo, también esconden un secreto: poseen unos dones llamados gracias, que les permiten luchar de forma encubierta contra los demonios. ¿Han sido sus dones un regalo de los ángeles? ¿Pretendían estos, antes de morir, convertirlos en armas para luchar contra los demonios? ¿Podrá usar Carmen sus gracias para vengarse de Yud, el Escamillo, el demonio que le arrebató la vida a sus padres? A estas y a otras preguntas tendrán que responder mientras luchan contra unos soldados del Infierno que les castigan por unos crímenes que no han cometido. Con la ayuda de un demonio arrepentido por el que se siente inmediatamente atraída, Carmen tendrá que salvar a su familia y sacar a la luz el misterioso secreto que esconde la Alhambra.

Carmen lleva toda su vida guardando un profundo rencor a los demonios. No solo porque hace veinte años estos iniciaron una guerra encarnizada contra el Creador que terminó con la destrucción del mismo y de todos los ángeles (lo que a su vez provocó una explosión que afectó a la tierra, destrozándola casi por completo), sino porque los demonios mataron a sus padres cuando ella era pequeña. Lleva los diez últimos años jurando que se vengaría por la miseria que han traído sobre los humanos con su presencia y sus acciones y deseando matar a Yud el Escamillo, el señor del infierno (también conocido como matador, aquellos demonios más poderosos y que son la mano derecha de Luzbel, el ángel caído que inició la Revolución) que asesinó a sus padres. Así que cuando se presenta la oportunidad, no dudará en aprovecharla. Armada con sus dos inseparables kinjaras y su gracia, dones que los ángeles entregaron a siete niños antes de morir, Carmen viajará hasta la Alhambra donde, según los rumores, los demonios custodian lo único que puede acabar con ellos para siempre.


Todos los ángeles del infierno es la primera parte de una saga basada en la ópera Carmen. Ambientada en una Andalucía post-apocalíptica, en esta novela nos encontramos ante el resultado de una brutal batalla entre ángeles y demonios, que concluyó con el exterminio de los primeros y con los segundos trasladando su hogar a lo que queda del planeta tierra. Antes de morir, los ángeles hicieron un último milagro, dotando a siete niños recién nacidos de unos dones que ellos llaman gracias. Estos niños fueron encontrados y protegidos por Dancaire hasta que se hicieran lo suficientemente mayores como para controlar su poder y estar preparados para enfrentarse a estas criaturas. De esos siete niños, solo quedan vivos cinco, que son Carmen y sus "primos": Joaquín, cuya gracia consiste en convertir en marionetas a quienes escuchan su música, obligados a obedecer todas sus órdenes; Candela es capaz de sentir las emociones y pensamientos de aquellos a quienes toca; Triana seduce y encandila a cualquier con sus canciones y su encanto; Frasquita (quien sufre una terrible enfermedad desde que era muy pequeña) puede sumir a la gente en un sueño profundo y hacer que se olviden del mismo al despertar; y por último Carmen, nuestra protagonista, posee una gracia que es, aparentemente, la más inútil de todas: crea flores en un mundo yermo y plagado de iünas, las flores del Infierno. Así pues, el destino de estos cinco jóvenes (los dos que faltan fueron asesinados por los demonios cuando eran unos críos) será utilizar sus gracias para derrotar a los ángeles caídos.

En cuanto a los demonios, Luzbel (que sería el equivalente a Lucifer) es su rey y quien se rebeló en primer lugar contra el Cielo. Le siguen inquebrantables y leales sus Señores del Infierno o matadores, que es como les conocen los humanos como alusión a esta figura del toreo en España: Yud el Escamillo, asesino de los padres de Carmen y de quien se dice que no posee ningún poder porque el propio Luzbel se lo arrebató; Tzadi el Arlequín, cuyo poder es crear ilusiones tan realistas que quien las sufre no puede distinguir lo que es real de lo que no; Nuun el Monje, capaz de poseer el cuerpo de los demás y controlarlos; Vav el Torturador, un apelativo muy elocuente pues inflige dolor sin necesidad de contacto físico; Resh el Magma, quien controla el fuego; y por último Shin el Tifón, que detecta las mentiras y puede crear tormentas.

Como he comentado, nuestra protagonista es Carmen, una adolescente que vive por y para la venganza, ya que lo único que la mantiene cuerda es poder matar algún día a Yud, el asesino de sus padres. Es una chica impulsiva, que se deja guiar por su odio y su rencor, con mucho carácter e incapaz de morderse la lengua, lo que implica que en muchas ocasiones se pone en peligro tanto a ella misma como a su familia. Su lengua afilada y su ira han propiciado encontronazos contra los demonios, lo que ha puesto a sus primos en su punto de mira. Es un personaje que no me ha caído bien en ningún momento porque si sois habituales del blog, sabréis que no hay nada que más odie que los personajes impulsivos. Carmen está obcecada con su venganza y en lo único que piensa es en encontrar una oportunidad para llevarla a cabo, sin importarle lo más mínimo que sus acciones pongan en peligro a sus seres queridos. En ningún momento se detiene a pensar en las consecuencias de sus actos y aunque según ella quiere proteger a sus primos y a Dancaire, quien reunió a los niños con gracias, los acogió y les dio un hogar, su forma de actuar indica todo lo contrario. Sus propios primos tienen a menudo discusiones con Carmen debido a su obsesión, pero ni su malestar ni que estén a punto de morir en varias ocasiones por su culpa harán que ella cambie de parecer. Dado que no he congeniado ni empatizado con Carmen en ningún momento, eso ha hecho que me haya acercado a la lectura con una predisposición negativa porque ella es la narradora y todo se cuenta desde su punto de vista. Vive por y para lograr su objetivo y le da igual a quién tenga que llevarse por medio para conseguirlo, por eso siento que cada vez que habla de su férreo deseo de proteger a su familia, es más bien algo que se dice a sí misma para no sentirse tan culpable porque en la práctica hace todo lo contrario.

El resto de sus primos me cae infinitamente mejor y me habría gustado que fuera una novela coral para poder conocerlos en condiciones. Es cierto que a partir de la mitad del libro, más o menos, tenemos unos cuantos capítulos narrados por su familia, pero, aunque me gustaron mucho y fueron los que más disfruté, en realidad están escritos así porque la autora necesita que el lector posea cierta información que Carmen, por su situación en ese preciso momento, no puede conocer. Por lo tanto, me pareció muy forzado que, de repente y exclusivamente por necesidades de la trama, la autora implementara este cambio de narrador, que personalmente lo único que provocó fue dejarme con la miel en los labios y deseosa de que el resto de la novela siguiera esta tónica y dejara de centrarse en Carmen. Candela es la voz de la sabiduría y ejerce un poco como apaciguadora del resto. Es la más precavida y actúa por instinto de supervivencia. No le gustan los enfrentamientos y aunque es decidida y combativa cuando tiene que serlo, prefiere un perfil bajo. Frasquita es la más débil en cuanto a su salud, pero es una de las más valientes. Es amable y cariñosa y le gusta ayudar y no dejarse pisotear por su enfermedad, incluso si eso significa que esta se agrave. Triana es mi favorita, por su descaro y audacia. Es consciente de su atractivo y no dudará en utilizarlo a su favor (aderezado con su gracia) si con eso consigue lo que quiere. Por último tenemos a Joaquín, el amante de Carmen y que está enamorado profundamente de ella pese a que Carmen le deja bien claro desde el principio que no puede corresponderle más que en la cama. Joaquín respeta su deseo y opta por consumirse de amor en silencio con tal de que Carmen siga siendo libre como el viento y centrada en la venganza de sus padres.

Del elenco de demonios destacar a Aleph, el único en el que la autora se detiene y al que desarrolla un poco más por ser el interés amoroso de Carmen. La corte de los demonios se traslada a la ciudad donde viven Carmen y los suyos, lo que significa que la protagonista tendrá varios encontronazos con ellos. La primera vez es cuando los matadores (los Señores del Infierno) irrumpen en la taberna que regenta Lillas Pastia y que es el hogar de los tocados por las gracias. Ya desde este instante parece que hay un demonio concreto que se fija en Carmen, uno poderoso dado que el resto de matadores le obedecen a pesar de que no parece tener tatuajes (la existencia y expansión de los mismos indica poder y estatus), por lo que el lector intuye que se va a convertir en el interés amoroso de Carmen como, efectivamente, termina ocurriendo. Días después, terminarán vinculados a causa de la magia de Joaquín y Aleph se verá obligado a proteger a Carmen mientras ella trata de llegar a la Alhambra. Allí se supone que Luzbel guarda con celo el único arma capaz de acabar eficazmente con su estirpe y el objetivo de la muchacha es robarla y enfrentarse a los demonios. En la escasa semana que pasan juntos, Aleph se revelará como alguien que difiere mucho de los prejuicios de Carmen. Al contrario de sus compañeros, tiene rasgos humanos como la empatía, la compasión o la justicia, sentimientos de los cuales carecen el resto de ángeles caídos. Estas cualidades harán que, inevitablemente, tanto Carmen como los lectores le miremos con otros ojos y nos preguntemos por qué Aleph es tan distinto y no exhibe ese salvajismo y crueldad propio de los suyos. Es más, parece que de verdad le importan los hijos de Adán y que no está de acuerdo con el trato que reciben por parte de los demonios.

El romance es importante en este libro y, personalmente, no me ha gustado en absoluto. Carmen es un personaje que deja muy claro desde el principio que no quiere enamorarse y que el amor le desvía de su propósito y le supone un impedimento. Debido a todo lo que ha sufrido, rechaza cualquier muestra de cariño y guarda sus sentimientos bajo llave, por lo que la forma que tiene de demostrar a los demás que le importan es discutiendo con ellos y diciéndoles cosas horribles. Por este motivo, ignora a Joaquín y solo le permite acercarse a ella cuando quiere sexo, algo que me parece cruel sabiendo que él la ama y que quiere algo más. Sin embargo, el verdadero romance comienza en la mitad del libro. Mi problema con este romance es que creo que la autora se lo saca de la manga. Para empezar, una vez más fuerza una situación de peligro que, casualidades de la vida, obliga a Carmen a huir de la escena con este demonio, Aleph, quien terminará atado a ella mediante la gracia de Joaquín, por lo que se verá obligado a acompañarla hasta la Alhambra. El desencadenante que lleva a este cambio, como digo, no me pareció lógico porque tal y cómo estaba planteada la escena, para mí era evidente que los personajes debían de actuar de una determinada manera para salir de ese embrollo sanos y salvos. Sin embargo, como he comentado más arriba, Joaquín usa su gracia para atar a Aleph y Carmen y que el demonio se vea obligado a protegerla mientras esta busca el arma para acabar con los de su raza de una vez por todas. Como cabría esperar, durante la semana que pasan juntos Carmen descubre que Aleph no es tan malo y parece que tiene un lado humano y muestra sentimientos como la empatía, la tristeza o el amor. Sumado a eso, al igual que todos los ángeles es increíblemente atractivo, lo que hará que, pese a sus reticencias, Carmen se sienta atraída hacía él desde el principio.

Puedo entender perfectamente que al estar con un chico tan guapo y apuesto se sienta atraída por él, sobre todo si descubre que no es tan cruel ni sádico como el resto de sus compañeros y parece que de verdad se preocupa por los humanos. Sin embargo, lo que no tiene ningún sentido es que Carmen se enamore de él en menos de una semana. Ya desde el momento en que están solos es más que evidente que Aleph le gusta, porque no para de repetir lo sexy que es, se sonroja como una colegia y, además, se muestra celosa en más de una ocasión, tan solo horas después de verse atada a él. Pero lo que no entiendo es cómo alguien cuyo mantra durante los últimos diez años ha sido que odia a los demonios y los quiere aniquilar y alguien quien desprecia el amor debido a todos los traumas que lleva a sus espaldas, le jura amor eterno a su enemigo seis días después de conocerle. No hubiera tenido ningún problema si entre ambos solo hubiera habido atracción o si el enamoramiento se hubiera insinuado en esta novela, pero luego se hubiera desarrollado en la segunda parte, ya que habría sido mucho más coherente. Pero que Carmen deje de lado unos prejuicios tan arraigados en tan poco tiempo por un chico guapo del que se enamora perdidamente, hasta el punto de prometerse entre ellos que van a estar siempre juntos en menos de una semana... lo siento pero no. De hecho, me resultaba tan inverosímil que yo estaba convencida de que esos sentimientos tan fuertes y repentinos por parte de la protagonista se debían a algún tipo de magia o encantamiento inducido por Aleph, pero no. Son auténticos, o al menos así lo da a entender la autora. No considero que haya suficientes interacciones entre ellos o que sus conversaciones sean profundas como para desarrollar unos sentimientos tan intensos en un lapso tan breve. Como digo, no tendría problema si fuera solo atracción física o si Carmen se fijara en él, pero siguiera teniendo reticencias y fuera ya en la segunda parte cuando se convirtiera en amor. Pero es que se pone celosa apenas unas horas después de estar juntos cuando ni le conoce ni tiene motivos para ello. Y dado que el romance será prioritario ya hasta el final de la novela, su relación me impidió disfrutar del resto de la historia como me habría gustado.


Lo mejor de Todos los ángeles del infierno es, sin duda, la ambientación. Saber que la historia transcurre en una Andalucía post-apocalíptica fue el motivo principal que me llevó a darle una oportunidad a este libro y en este aspecto, la autora no me ha fallado. Es verdad que he visto a lectores quejarse de que representa a los andaluces de una forma muy cliché y que utiliza todos los tópicos de esta comunidad autónoma para caracterizarlos, pero a mí no es algo que me haya molestado (puede que sea porque no soy andaluza y por lo tanto no me he sentido "ofendida"). La autora entremezcla a la perfección la cultura andaluza con la magia y la fantasía, incluso empleando el folclore de estas tierras para aplicárselo a los demonios. Por ejemplo, los señores del infierno son denominados "matadores" en honor a esta figura del toreo y emplean las plazas de toros para torturar e incluso matar a los hijos de Adán que se han rebelado contra ellos o han cometido algún acto ilegal, utilizando la tauromaquia como castigo. De igual forma, los matadores se visten con trajes de luces como si fueran toreros. También hay muchas referencias a la ópera Carmen en la que se basa; las más evidentes los nombres de los personajes y su función dentro de la obra. La construcción de mundo, por tanto, está muy lograda y me fascina cómo la autora ha mezclado nuestra cultura con los elementos ficticios.

El estilo de escritura también me ha gustado mucho, aunque confieso que a veces se me hacía un poco repetitivo porque incidía una y otra vez en las mismas ideas (especialmente en los pensamientos de Carmen). Es un libro sencillo pero bien escrito y su prosa es muy fluida, permitiéndote leer muchas páginas seguidas sin cansarte y manteniendo la intriga. No es un libro lleno de acción, sino más bien de personajes, y la autora se centra sobre todo en presentarle al lector las peculiaridades del mundo que ha creado: la batalla entre ángeles y demonios, sus consecuencias, cómo la cultura demoniaca ha terminado formando parte de la humana... Está todo muy bien explicado y, al juntar elementos conocidos con toda la parte de fantasía, es muy fácil asimilar la información nueva. Reconozco que el final me ha dejado intrigada. No me esperaba para nada ese giro y estaba convencida de que iba a terminar de otra forma, pero ahora necesito leer la segunda parte para entender qué ha ocurrido y cómo es posible que se haya gestado ese cambio delante de nuestras narices durante toda la novela y no lo hayamos visto venir.


Todos los ángeles del infierno es un inicio de saga que sienta las bases de una historia de fantasía muy interesante. Nos plantea un mundo post-apocalíptico carente de esperanza donde los hijos de Adán tienen que sobrevivir en un estado de esclavitud por parte de los demonios, sabiendo que no hay un Dios que pueda rescatarlos. La única salvación parece recaer en cinco adolescentes son dones divinos que tienen que aprender a usarlos contra el invasor y una legenda que asegura que existe un arma capaz de matar a Luzbel y los suyos. A pesar de un romance inverosímil, una protagonista insoportable y unos personajes desaprovechados, es una primera parte prometedora.

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