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jueves, 6 de junio de 2024

"La balada de Nunca Jamás", Stephanie Garber

Título: La balada de Nunca Jamás (#2)

Título original: The Ballad of Never After

Autora: Stephanie Garber

Saga: Érase una vez un corazón roto

Idioma original: inglés

Editorial: Puck

Año de publicación: 2023

Páginas: 416

Sinopsis: Después de la traición de Jacks, el Príncipe de Corazones, Evangeline Fox se promete que jamás volverá a confiar en él. Ahora que ha descubierto su propia magia, cree que puede usarla para recuperar el final feliz que Jacks le arrebató. Pero cuando se descubre una nueva y aterradora maldición, Evangeline vuelve a verse abocada a una frágil asociación con el Príncipe de Corazones. Sin embargo, las reglas han cambiado esta vez. Jacks no es el único con el que debe tener cuidado. De hecho, podría ser el único en quien puede confiar, a pesar de su deseo de despreciarlo. Haciendo estragos en la vida de Evangeline, en lugar de un hechizo de amor, hay un encantamiento mortal. Para romperlo, Evangeline y Jacks tendrán que batallar con viejos amigos, nuevos enemigos y una magia que juega con las mentes y los corazones. Evangeline siempre ha confiado en su corazón, pero esta vez no está segura de poder hacerlo. No todas las historias de amor terminan con un felices para siempre.



CONTIENE SPOILERS DE ÉRASE UNA VEZ UN CORAZÓN ROTO

Evangeline huyó al Norte en busca de un cambio en su vida y de un nuevo inicio. Y lo único que encontró fue que Jacks, el Príncipe de Corazones, aceptó hacer un trato con ella para ayudarla con su corazón roto solo porque Evangeline es la llave para desentrañar una antigua profecía. Traicionada por el Destino, en quien nunca debió confiar y a quien nunca debió tratar como si fuera algo más que una criatura cruel y poderosa, y traicionada también por su hermanastra Marisol, Evangeline se ve completamente sola en un lugar que no conoce y sin opciones de regresar a Valenda. Por si esto no fuera suficiente, una nueva maldición la persigue. Alguien ha hechizado a Apollo, el futuro rey del Glorioso Norte y el prometido de Evangeline. Pesa sobre él la maldición del Arquero, que le obliga a dar caza a su futura esposa por mucho que intente evitarlo. Ante este giro de los acontecimientos, a Evangeline no le quedará más remedio que acudir en contra de su voluntad al lado de Jacks para que este le ayude, no sin recordarse a sí misma que el Destino no es un ser humano, sino una criatura cruel que solo actúa para lograr sus propios objetivos sin importar a quién dañe por el camino. El Príncipe de Corazones se compromete, una vez más, a librar a Apollo de su maldición pero con una condición: que Evangeline acepte su papel en la profecía y utilice su sangre para liberar un terrorífico poder que lleva siglos oculto.


Evangeline estaba convencida de que viajar al Norte le permitiría pasar página y empezar de nuevo tras el desastroso pacto que hizo con Jacks y que acabó con toda su familia convertida en piedra. Acudir al baile celebrado por el príncipe Apollo para buscar esposa prometía ser la vía para conseguir el felices para siempre que tanto ansiaba. Lo que no se imaginaba era que esa decisión que creía haber tomado por iniciativa propia en realidad no era tal. Evangeline forma parte de una profecía que dicta que su sangre puede abrir cualquier cerradura y es la clave para activar los Arcos mágicos de los Valor. Dice la leyenda que los Valor eran los antiguos monarcas del Glorioso Norte, una familia muy apreciada y muy poderosa que terminó cayendo en desgracia. Antes de morir, encerraron algo tras uno de los Arcos que ellos mismos habían creado, el Valory. A causa de la maldición de las historias, que retuerce las mismas y cambia las palabras sin importar si la transmisión es oral, hay dos versiones diferentes de lo que oculta el Valory. Una de ellas habla de un monstruo que crearon los propios Valor y que causó tal destrucción y rastro de muertes que tuvieron que encerrarlo en el Arco. La segunda habla de que el Valory encierra un objeto mágico muy poderoso y de gran valor. Evangeline no sabe cuál de las dos opciones creer, pero sí tiene claro que, como se ha demostrado, ella es la "princesa de cabello rosa" cuya sangre puede abrir el Arco. Ese es su destino y ese es el motivo por el cual, sin saberlo, ha terminado viajando al Glorioso Norte y prometiéndose con Apollo.

Evangeline no quiere tener nada que ver con la profecía porque sabe que, independientemente de lo que esconda el Valory, es peligroso. Pero no le quedará más remedio que ayudar a Jacks a cumplirla porque es el único que puede deshacer la maldición del arquero y el zorro que pesa sobre el príncipe Apollo, la cual le obliga a dar caza a su zorro, Evangeline, por mucho que él intente resistirse a su magia. Sin embargo, para abrir este arco no basta solo con la sangre de la elegida, sino que se necesitan varias piedras mágicas que tienen que encajarse en el mismo. Solo cuando estas se reúnan, podrá ser abierto. Por supuesto, nadie sabe dónde se encuentran; la única pista de la que disponen es que Evangeline, por formar parte de la profecía, puede detectarlas. Así, ella y Jacks comenzaran su búsqueda pese a la reticencia de la primera, que sabe que aquello está mal y que, dada la naturaleza voluble y engañosa del Príncipe de Corazones, ni siquiera tiene la certeza de que este vaya a cumplir su parte del trato cuando Evangeline abra el Valory. Evangeline es un personaje que evoluciona mucho a lo largo de la historia. Si bien empieza siendo alguien inocente que hace lo que tiene que hacer, pero sin tomar riesgos innecesarios y procurando que sus actos estén alineados con su propia moralidad, en este segundo libro tendrá que tomar decisiones drásticas que van en contra de todo lo que cree. Ha aprendido a la fuerza que en ese mundo cruel en el que vive no puedes tener lo que deseas sin sacrificar algo a cambio y, en su caso, en más de una ocasión descubrirá que hacer lo éticamente correcto no es siempre viable. A pesar de todo, Evangeline sigue hacia delante buscando las mejores soluciones y tratando de hacer el menos daño posible a quienes le rodean, a pesar de que jueguen con sus sentimientos constantemente e, incluso, se vea envuelta en numerosos peligros por culpa de su misión como llave de la profecía. Es una protagonista que me sigue enamorando porque creo que es la mezcla perfecta entre buen corazón y audacia. Además, nunca esconde sus sentimientos y siempre es sincera al respecto; no tiene reparos en decirle a Jacks cómo le duele su actitud y en mostrarse vulnerable ante él, aun sabiendo que eso repercutirá en que el Destino use esa vulnerabilidad a su favor. Pese a todas las dificultades a las que tiene que enfrentarse, nunca se rinde y busca siempre el mejor camino para hacer las cosas. De ahí que sus dudas respecto al Valory sean constantes; aunque sabe que es su única opción, no deja de darle vueltas a cómo puede evitar su apertura para no desatar un mal mayor o, por lo menos, intentar que los efectos de la misma sean lo menos perjudiciales posibles. Tampoco se preocupa en exceso de sí misma, pues está más pendiente de que, por ejemplo, Apollo pueda ser libre de la maldición que de las consecuencias que para ella eso pueda tener. Es un personaje que, sin duda, se ha convertido en uno de mis favoritos dentro de la fantasía.

Jacks, por su parte, sigue siendo tan enigmático, peligroso, cruel y atractivo como en el primer libro. Es un personaje que está muy bien creado porque como lector, podemos entender perfectamente los sentimientos que despierta en Evangeline, puesto que son los mismos que nos despierta a nosotros mientras vamos leyendo. El Destino es carismático y tiene un aura de misterio y misticismo que te atrae, a la par que sabes que no se puede confiar en él y que, aunque muestra sentimientos y algún que otro acto de humanidad, en el fondo no tiene reparos en dañar a todo aquel que se le acerca. Por eso, por más que muchas veces sea un auténtico miserable con Evangeline y le deteste por ello, en el fondo era incapaz de odiarle del todo (igual que le pasa a ella). En ese aspecto, está muy bien construido porque es moralmente muy gris, pero no produce un rechazo visceral a pesar de sus actos. En esta segunda parte, conocemos un poco mejor a Jacks y podemos entrever más acerca de su pasado, de quién era antes de convertirse en un Destino y de por qué busca tan desesperadamente abrir el Valory. Aun así, lo cierto es que la autora juega mucho al despiste, sobre todo en cuanto al pasado de Jacks se refiere, y este punto me molestó un poco, más que nada porque planta información errónea a propósito para que tanto la protagonista como el lector lleguen a conclusiones que parecen muy evidentes, pero están erradas. No me importa cuando los autores dejan caer semillas a propósito para confundirte, pero no me gusta cuando directamente mienten para hacernos creer algo que no es porque considero que es romper un pacto tácito que hay entre escritor-lector. Y no me refiero a cuando los personajes mienten o cuando el protagonista tiene la percepción alterada y cree algo que no es, sino que en este caso es la propia autora la que da como verídica información que no lo es.

Aunque los personajes no protagónicos tenían mucha importancia en el primer libro, dado que su presencia y sus acciones hacían avanzar la trama y apoyaban el desarrollo de los protagonistas, en La balada de Nunca Jamás han estado bastante diluidos y he echado en falta que la autora los olvidara menos de lo que lo hace. Por ejemplo, la participación de Tiberius, el hermano menor de Apollo, en el primer libro fue vital para ciertas resoluciones, y aunque es cierto que podríamos decir que es un personaje casi terciario, su presencia al principio del segundo da pie a pensar que va a tener más relevancia en esta ocasión. Sin embargo, tras un par de capítulos desaparece y no volvemos a saber nada más de él. Lo mismo sucede con Marisol, la hermanastra de Evangeline y el motivo principal por el que ella está en el Glorioso Norte, ya que su hechizo para que Luc se fijara en ella fue el que desencadenó toda la historia. Sin embargo, apenas hace una aparición en los primeros capítulos y luego es como si nunca hubiera existido, hasta el punto en que Evangeline no vuelve a mencionarla nunca más. Como si volviera a ser hija única. Esto me desconcertó bastante, más que nada porque Evangeline muestra una verdadera preocupación por Marisol durante todo el libro anterior, por lo que no tiene ningún sentido que de repente la borre de su mente y no se vuelva a preocupar por ella. Por mucho que su hermanastra no sea relevante para la trama, este olvido simplemente no es compatible con la forma de ser de la protagonista. El caso de Luc, ex prometido de Evangeline, también es peculiar como poco. Lo último que supimos de él es que ha sido convertido en vampiro por Caos, el líder de estos, y que ha terminado en esa situación debido a las marcas que le dejó el lobo que le atacó el día en que su boda fue maldita a causa del trato de Evangeline. Y de repente reaparece haciéndose pasar por un miembro perdido de la familia real del Glorioso Norte que hereda el trono debido a la desaparición de Apollo y el encarcelamiento de Tiberius por el intento de asesinato. Si bien es un truco vampírico que le permite alterar la realidad, no entiendo cómo es capaz de engañar a todo el reino con esta estrategia tan burda, que nadie cuestione que aparezca convenientemente este supuesto heredero y, además, tampoco llegué a comprender el por qué de esta estrategia. Qué gana Luc estando en el trono o Caos poniéndole en ese lugar de poder. Más que nada porque esta subtrama nunca llega a desarrollarse y se queda nada; además de que, como he dicho, Luc también termina diluyéndose en la novela y desaparece en algún punto. El último personaje al que quiero mencionar es a Petra. La conocemos por primera vez en esta novela y lo cierto es que la forma en que la autora la introduce en la historia es interesantísima y, en primera instancia, hace creer al lector que su presencia puede ser muy pero que muy jugosa. Sin embargo, una vez más se queda en agua de borrajas y solo diré que me recuerda mucho a lo que hace Garber con la madre de Scarlett y Tella durante la trilogía de Caraval.

Por suerte, Caos sí tiene mucho más protagonismo en esta segunda parte. Ya era un personaje que de por sí me intrigaba por todo el misterio que envuelve a su figura, su origen incierto, la maldición que pesa sobre él y la peculiar relación de amistad-enemistad que tiene con Jacks. Además, en esta novela se ha dado una de mis escenas favoritas de este personaje que tiene que ver con Evangeline y que ha hecho que escale muchas posiciones dentro de mi top de personajes. De Caos no sabemos mucho porque, al igual que Jacks, es muy hermético y no tenemos muy claro cuáles son sus objetivos. En principio, parece que en cierto modo están alineados con los de nuestros protagonistas, pues también tiene intención de abrir el Arco Valory y ayudar para ello en la búsqueda de las piedras. Pero es evidente que oculta algo oscuro y que no es del todo sincero, por lo que en ese sentido me recuerda mucho a la dualidad perenne del Príncipe de Corazones. Siguiendo con Lala, quien ya se convirtió en una de mis favoritas en la primera parte, aquí tiene un giro muy interesante que hace que se nos rompan los esquemas. Al fin y al cabo, ella también es un Destino, lo que la hace igual de peligrosa y traicionera que a Jacks y Caos. Descubriremos que ella tampoco es indiferente a las maravillas ocultas en el Valory y que se aliará con Evangeline, Jacks y Caos para lograr sus objetivos. Pese a cierto deje de maldad y egoísmo (algo inevitable debido a su naturaleza), sigue intentando ser buena amiga para Evangeline y no ha perdido esa dulzura que, bajo mi punto de vista, la hace tan entrañable. Concluyendo con los personajes, dado que la historia de esta novela se centra mucho en la familia Valor, podemos conocer muchos más detalles interesantes de sus miembros: el misterio que los rodea, su inmenso poder y la trágica historia que rodea a sus hijos (Lyric, Castor y Aurora) es de lo más intrigante y una parte importante del hilo conductor.

Siguiendo con el romance, este adquiere mucho más protagonismo. Es evidente que Evangeline está desarrollando unos sentimientos muy fuertes por Jacks. Por más que intenta convencerse a sí misma de que es cruel, traicionero, oportunista y que no le importa nadie más que sí mismo (además del problema añadido de que ni siquiera es humano), no puede evitar sentirse profundamente atraída por él. Y el hecho de que Jacks deje entrever en ocasiones que se preocupa de verdad por Evangeline, tampoco ayuda a que esta quiera mantener las distancias. Como he comentado más arriba, el Príncipe de Corazones es un personaje tan atractivo (y no solo físicamente, sino también en cuanto a su personalidad y su psicología), que como lector puedes entender perfectamente los sentimientos contradictorios que despierta en Evangeline. Es muy fácil despreciarle por las decisiones egoístas que toma, pero es igual de fácil empatizar con su sufrimiento y su perspectiva y cogerle cierto cariño en su faceta más trágica, dramática y protectora. Por otro lado, en Érase una vez un corazón roto atisbamos un triángulo amoroso entre estos dos personajes y Apollo que, en esta segunda parte, alcanza mucha más fuerza. Parece que, aunque el hechizo de Jacks para que el futuro rey del Glorioso Norte se enamorara de Evangeline se ha roto, mientras se mantuvo activo surgió entre ellos una atracción mutua. Evangeline aprecia a Apollo y no puede evitar que salten chispas entre ellos. Y Apollo siente lo mismo, lo que dificulta aún más la maldición del zorro y el arquero que pesa sobre él. Además, Evangeline es muy consciente de que al lado de Jacks no tiene futuro ninguno, mientras que si se casa finalmente con Apollo le depara una vida tranquila y feliz. Sumado a esto, Apollo es un personaje que me gusta muchísimo y que se ve que realmente aprecia a Evangeline, por lo que en mi caso tenía el corazón igual de dividido que ella. Es verdad que me decanto un poco más por Jacks (qué le vamos a hacer, ese puntito de rompecorazones me vuelve loca), pero es un triángulo que está muy bien planteado porque, al menos yo, tampoco sabría a quién elegir en su situación. Sabéis por otras reseñas que suelo ser muy crítica con este cliché porque siempre es evidente a quién va a elegir la protagonista y porque siempre hay uno de los personajes masculinos que causa más simpatías que el otro, pero en este caso tanto Apollo como Jacks parecen tener las mismas oportunidades y, aunque sus personalidades son muy opuestas (esa es, precisamente, parte de la gracia), los dos son unos candidatos inigualables.

Quiero destacar un escenario que aparecer por primera vez en esta saga y que me ha fascinado: la "La madriguera de Hollow". Es una posada idílica de madera ubicada en mitad de un bosque preñado de magia y de flores. Es un lugar mágico, no solo porque hace las delicias de cualquier amante del cottagecore, sino porque es mágica de verdad. Nadie la regenta ni se encarga de su mantenimiento, es la magia la que la mantiene limpia, ordenada y en perfectas condiciones. Además, los alimentos se cocinan solos. Está protegida por un antiguo hechizo, lo que permite que cualquier viajero que termine en ese lugar pueda descansar durante el tiempo que quiera sin preocupaciones, dado que la posada le proporciona todo lo que necesita. Os prometo que estaba fascinada con la madriguera y la autora hacía unas descripciones de la misma, que daba hasta pena que un sitio así no existiera en la vida real. Además, las escenas que se desarrollan en ella son fundamentales para la dinámica entre Jacks y Evangeline y, sobre todo, para que esta descubra nuevas pistas acerca del pasado del Destino. Por tanto, los capítulos que transcurren en esta posada han sido mis favoritos, tanto por el escenario como por lo que en él sucede.

Para concluir, el desenlace, al igual que pasaba con el libro anterior, es de infarto. Una vez más, Garber nos deja con un cliffhanger espectacular. Por un lado, se resuelven algunos de los misterios que se venían gestando en estos dos libros, así como parte de la trama principal, lo que te deja muy satisfecho. Pero, por otro, se abren una infinidad de interrogantes, hay un par de giros de trama que son simplemente sensacionales y aparecen personajes de los que hemos oído hablar infinidad de veces, pero que ni de broma te esperabas que fueran a formar realmente parte del libro. El nivel de tragedia, sorpresa, romance y tensión que se masca en las últimas páginas es sublime, hasta el punto en que fue terminar el libro y empezarme el tercero porque yo no me podía quedar así.


La balada de Nunca Jamás ha sido igual de atrapante, fascinante, interesante e infartante que la primera parte de esta trilogía. Ha sido un libro que no he podido soltar en ningún momento, que me ha permitido involucrarme muchísimo con la historia y sus personajes y que ha confirmado que esta saga no solo supera con creces a Caraval, sino que se va a convertir en una de mis favoritas dentro de la fantasía. Eso sí, no puedo evitar bajarle medio punto porque no me ha convencido que la autora se haya olvidado de varios personajes secundarios pero claves en el desarrollo de la trama, ni por esa información falsa que da para despistar a sus lectores y enredar aún más algunos de los misterios que rodean la historia. Aun así, ha sido un libro increíble y mejor que el primero en muchos aspectos.

1 comentario:

  1. Hola!! siempre he amado a Jacks y goce mucho leer su propia historia y cada cosa que pasaba fue impactante, en esta segunda parte sentí mucho más la magia, la construcción del mundo me pareció magnifica y vaya la de cosas que se revelan. El desenlace para mi fue mortal y cierta parte si me dejó con la piel chinita.

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