Autora: Itzabell Ortacelli
Saga: Repudiados
Editorial: Íbera Ediciones
Año de publicación: 2025
Páginas: 330
Sinopsis: En un planeta Tierra en donde el metal, la tecnología y las píldoras
parece ser lo de todos los días, la sociedad ha evolucionado hasta
volverse perfecta. Los seres humanos ya no padecen enfermedades
terminales, no necesitan de lentes y, mucho menos, poseen alguna
discapacidad. La especie, si bien se ha reducido considerablemente, ha
avanzado y adquirido habilidades sobrenaturales que nunca se creyó que
podría tener. Así, la raza humana ya no se divide en blancos y mestizos,
sino en cuatro genomas los 1317, los 1462, los 1521 y los
2000.
Xaist Corvell, un 1521 de diecinueve años, está a punto de entrar a la
universidad militar, no obstante un acontecimiento inesperado pondrá su
mundo de cabeza y lo llevará a tomar decisiones precipitadas, las cuales,
podrían poner en juego todo su sistema de creencias y valores.
Una historia de amistades inquebrantables pero sobre todo, de
significados que el mundo aún debe comprender.
Los humanos han evolucionado hasta convertirse en una raza casi perfecta. Ahora las divisiones no se centran en el país de origen, sino en el genoma que poseen. De esta forma, las personas se clasifican en 1371 (pueden ver espíritus), 1462 (cuyo poder se basa en su voz), 1521 (que destacan por su fuerza) y 2000 (se encargan de temas médicos). Xaist pertenece al genoma 1521 y se acaba de graduar del instituto, por lo que su siguiente paso es prepararse para poder entrar en una academia militar, al igual que sus compañeros. Para ello, tiene que someterse a un duro entrenamiento que lo capacite para poder acceder y está deseando que dé comienzo y saber a qué maese ha contratado su tío para que le guíe en este proceso. Sin embargo, cuando llega el momento de conocer a su maestro, se llevará una gran decepción. Quien le va a entrenar es Kiriel, una repudiada. En este mundo tan avanzado, los repudiados o, lo que es lo mismo, aquellas personas que tienen algún tipo de impedimento físico, no tienen cabida. En una sociedad que anhela alcanzar la perfección, los discapacitados son considerados un estorbo y un impedimento. Por mucho que haya evolucionado la tecnología y que esta evolución haya contribuido a mejorar la salud tanto física como mental, si no eres capaz de adaptarte a las circunstancias ni ofrecer todo tu potencial al mismo nivel que una persona sana, el destino es el exilio a una isla.
Xaist se niega a ser entrenado por una repudiada, pues lo considera algo vergonzoso y una deshonra. Por mucho que su tío insista en las increíbles capacidades de Kiriel, el tatuaje en forma de araña de su cuello la marca a ojos de los demás como lo que es, un ser humano defectuoso que no merece vivir en la comunidad. Pero este iracundo rechazo del joven hacia los repudiados comenzará a resquebrajarse cuando un terrible accidente impacte en la vida de Xaist y le demuestre que cualquier persona puede convertirse en un repudiado en un trágico giro de acontecimientos. Será en este instante cuando se plantee seriamente si el rechazo general hacia las personas con alguna discapacidad tiene razón de ser y existe para proteger a los comunitarios perfectamente sanos, o si se trata de algo más profundo y cruel.
Cuanto más avanza la sociedad, en teoría más se desarrollan aspectos cruciales como la tecnología y el bienestar humano. El progreso se asocia a lo positivo, a la capacidad de curar enfermedades antaño intratables, incluso hasta el punto de erradicar algunas, o el poder crear prótesis que ayuden a quienes han sufrido pérdidas físicas; en definitiva, el progreso debería augurar una mejora en la calidad de vida que permita que todas las personas se integren por igual y lleven una vida digna. ¿Pero qué pasa cuando no es así? ¿Cuando por muchos avances que haya, siguen naciendo bebés con discapacidad? La respuesta lógica a la que llegó el gobierno de esta novela, es que se trata de personas con genes defectuosos que manchan la perfección a la que tanto ha costado llegar. Y si no son capaces de integrarse con normalidad en la sociedad y su discapacidad no es reversible o, por lo menos, mitigable hasta el punto en que no parezcan tenerla, entonces su destino es ser exiliados a una isla, donde nadie pueda contemplar ni sus fallos ni los del sistema.
Xaist, al igual que sus congéneres, ha crecido imbuido en esta mentalidad de rechazo a la discriminación. Además, según el gobierno estas enfermedades, trastornos o impedimentos físicos son contagiosos, lo que explica por qué se exilia a cualquier persona que nazca o adquiera una discapacidad. La novela comienza cuando el joven se ha graduado del instituto con éxito y empieza para él una de las etapas más excitantes: prepararse para el siguiente escalón en su historial educativo. Xaist, al igual que sus amigos, aspira a entrar en una academia militar y para ello debe someterse a un arduo entrenamiento que le prepare física y mentalmente y le permita adquirir las cualidades necesarias para ser admitido. Está deseoso de que Mark, su tío y con quien vive desde que fallecieron sus padres, le presente a quién va a ser su maestro para poder comenzar cuanto antes la instrucción. Sin embargo, cuando llega el gran día su decepción será mayúscula cuando descubra que su maesa será Kiriel, una repudiada cuyo estatus de persona con discapacidad queda bien claro gracias al tatuaje de araña que marca su cuello. Xaist no puede creer que su tío vaya a tirar su reputación por la borda contratando a una exiliada y vaya a convertirle en el hazmerreír de la comunidad. Por más que este intente convencer a su sobrino de que Kiriel es una mujer increíble y con unas habilidades fuera de lo común, los prejuicios arraigados del joven no ven más allá de la humillación que supone ser entrenado por alguien así y lo único que desea es que su maesa abandone la casa cuanto antes y Mark encuentre a un sustituto adecuado.
Xaist es un joven que ha crecido manipulado por el pensamiento imperante, rodeado de personas que opinan exactamente lo mismo que él, pues a nadie de la comunidad (que es como se denomina a la parte de la sociedad "perfecta") se le ha pasado por la cabeza que el trato que reciben los repudiados sea injusto y tengan que pagar por unas enfermedades con las que, en muchos casos, han nacido. Se ha normalizado esta marginalización de lo que se considera fuera de lo normal y el miedo a contagiarse de esas imperfecciones mantienen a raya cualquier tipo de protesta al respecto. Después de todo, es mucho más cómodo que las cosas se mantengan tal cuál están, antes que plantearse que su sistema de valores es incorrecto. Como digo, Xaist comparte esa repulsión, aderezada con miedo, hacia lo diferente y lo defectuoso, hasta que él y su mejor amigo, Younes, tengan un accidente en una carrera de dúodeslizadores (coches flotantes). Xaist saldrá con apenas unas heridas superficiales, pero Younes sufrirá una lesión en la columna que le deja postrado en una silla de ruedas. A pesar de todos los avances tecnológicos, su lesión es irreversible, por lo que Younes dejará de serle útil a la comunidad y cambiará su estatus al de repudiado, siendo exiliado a la islas. Xaist luchará para convencer al consejo que de que su caso es especial y, por ende, no pueden convertir a Younes en un repudiado como si nada, como si hasta hace unos días no hubiera pertenecido a su perfecta comunidad como uno más. Sin embargo, las reglas, que hasta ese momento no había tenido ningún problema en acatar sin cuestionarlas lo más mínimo, son claras al respecto. En el momento en que un miembro es aquejado por una discapacidad que le impida llevar una vida normal, será exiliado, sin importar su historial médico hasta la fecha.
Xaist quedará completamente devastado con la noticia y jurará delante del consejo (compuesto, entre otros, por el señor Máur, el magíster Clops y la doctora Kirogh) que va a demostrar con pruebas que el trato que ha recibido Younes es injusto y que no se puede poner al mismo nivel a aquellos que nacen con una discapacidad que a ciudadanos intachables que la han adquirido a posteriori. El consejo acepta y Xaist se embarcará en la búsqueda de una oportunidad para Younes, guiado por la culpa y el remordimiento al principio (dado que fue él quien insistió en realizar la carrera de dúodeslizadores), pero tornado poco a poco esos sentimientos en unos de justicia y empatía. Sobre todo porque a raíz de ese evento traumático, mirará a Kiriel con otros ojos. El impacto que supone el exilio de su mejor amigo servirá como detonante para que su reticencia con su maesa se relaje un poco e intente abrir su mente hacia ella en particular y hacia las personas discapacitadas en general. Aprenderá que los defectos genéticos no se contagian, sino que es un bulo más del gobierno para mantener a la población contenta y controlada. Aceptará a Kiriel como su preparadora para la academia y descubrirá primero con cautela y luego con asombro, que su discapacidad si bien requiere de ligeras adaptaciones, no le impide llevar un día a día como el de los demás. Además, tal y como le advirtió su tío, sus habilidades para el combate son increíbles, por lo que Xaist se dará cuenta de que, a pesar de sus limitaciones, es una gran maestra y puede prepararle perfectamente para la academia militar. Aunque Xaist necesita un golpe de realidad (nunca mejor dicho) para dejar de lado todos sus prejuicios, es un chico que aprende rápido y se adapta ante las nuevas perspectivas que se le ponen por delante. Si bien es cierto que este cambio de actitud al principio se debe solo y exclusivamente al accidente de Younes y considera que su situación es especial y debe hacerse una excepción, hablar con su tío (quien desde el principio no está de acuerdo con las decisiones del gobierno, pero tampoco sabe cómo oponerse) y escuchar la historia de Kiriel con la ceguera, le hará replantearse muchas cosas, no solo en cómo está cimentado el gobierno y la sociedad en la que vive, sino también acerca de su propio comportamiento y su educación.
Xaist es un adolescente que, como tal, está en plena época rebelde. Se lleva muy bien con su tío, pero desoye sus consejos cuando no está de acuerdo con ellos y tampoco tiene problema en romper las normas a conveniencia. Es terco, egocéntrico y rebelde, lo que le acarreará varios castigos y constantes encontronazos son Mark y Kiriel. La autora ha captado a la perfección ese espíritu revolucionario e intransigente que suele acompañar a los adolescentes y aunque en más de una ocasión como lector no puedes evitar posicionarte del lado de su tío, es muy fácil empatizar con Xaist y entender el por qué de su comportamiento. Al final, como todo chico de su edad lo que quiere es divertirse con sus amigos y tener un maese reputado para poder fardar de ello y asegurarse una plaza en la academia militar. Por suerte, su actitud obcecada y su cerrazón irán dando paso poco a poco a la empatía con la situación de los marginados, hasta el punto de tomarse muy en serio su amenaza para con el consejo y estar dispuesto a lo que sea con tal de demostrar que el trato a las personas discapacitadas está fuera de lugar.
Pero sin duda, mi personaje favorito ha sido Kiriel. Ya desde su primera aparición me resultó un personaje enigmático, con muchos secretos por descubrir y con una personalidad fuerte y arrolladora. Una mujer de armas tomar que a pesar de su juventud ha tenido que pasar por muchas cosas, entre ellas, llevar toda su vida exiliada en una isla solo por haber nacido ciega. A pesar de ello, ha aprendido a sobrevivir y a manejarse como si no tuviera ningún problema de visión. Es fascinante verla moverse, interactuar con su entorno y, sobre todo, luchar. Me gusta mucho cómo la autora explica con todo detalle cómo es capaz Kiriel desenvolverse con naturalidad a pesar de su vista, una mezcla de tecnología acorde al mundo futurista con objetos y técnicas que podemos encontrar en la realidad. Es un personaje complejo y fascinante que termina encandilando tanto al protagonista como al lector. La relación que se desarrolla entre ella y Xaist está muy conseguida, esa evolución desde el odio más absoluto (Kiriel tampoco le soporta al principio, normal), hasta la comprensión y la amistad. Gracias a ella, Xaist entenderá que no debe pelear solo por Younes, sino por todos y cada uno de los repudiados. La chispa de la duda que se encendió en su interior se convertirá en una hoguera cuando sea capaz de abrirse y de permitir que Kiriel se sincere con él. Otro aspecto que me ha encantado es el entrenamiento al que esta lo somete. Al principio pensé que la autora se iba a limitar a describir peleas épicas y diferentes formas de lucha, pero todo lo contrario. Kiriel le enseña a potenciar todos sus sentidos, a tener paciencia y resiliencia y a calmar esa impulsividad que tanto le caracteriza.
En cuanto a la trama, la autora se centra sobre todo en el tema de la discapacidad. Y es que ha creado una distopía (muy al estilo de la saga Divergente) para denunciar una suerte de injusticias que, en realidad, no son tan distópicas como puedan parecer. Por mucho que la sociedad actual haya avanzado y que nos la demos de inclusivos, muchas de las situaciones que se dan en este libro podría aplicarse perfectamente fuera de él. Nos hemos esforzado en adaptar la realidad para que sea lo más accesible posible, pero, sin embargo, no es suficiente y sigue habiendo personas que se niegan a esforzarse para incluir a todo el mundo por igual si eso implica renunciar a su propio confort. Además, aunque por suerte en la vida real no se llega a considerar a las personas con diversidad funcional como unos contagiosos que merecen ser exiliados y estar fuera de la vista de nuestro mundo, sí que sigue habiendo ciertas reticencias y la población no ha sido educada correctamente en la forma de proceder. Esta novela se hace eco de todo ello y la autora lo plasma de una forma increíble, perfectamente adaptado a la historia que quiere contar y al mundo futurista que ha creado. También hay una crítica implícita al capitalismo galopante que nos fagocita como sociedad pues, tal y como se menciona en diversas ocasiones, si una persona con discapacidad no puede ser cien por cien productiva y útil para el engranaje, no puede participar de la sociedad como el resto de personas "normales" y sanas.
Y eso, para mi gusto, ha sido una virtud y, al mismo tiempo, un defecto. Porque mientras leía tenía la sensación de que se ha volcado tanto en el afán de la discapacidad, que ha dejado de lado otros puntos importantes. Por ejemplo, en ningún momento se nos llega a explicar con detalle cómo funciona el mundo exactamente, cómo la humanidad ha llegado al punto en el que están, en qué momento y por qué se tomó esta decisión de los repudiados o, lo más importante, qué implica pertenecer a uno u otro genoma. Desde el principio queda claro que las personas están divididas en tres genomas, pero vamos descubriendo las características de uno y otro sobre la marcha, lo que puede resultar un poco confuso. Por ejemplo, en el caso del genoma 1521, al que pertenece Xaist, sus músculos y huesos son más fuertes que los de los demás, pero se menciona esporádicamente y no parece tener un impacto real en la historia, por lo que es una mejora que, a priori, no tiene mucha relevancia. También se comenta que tiene hipervelocidad (creo recordar), pero lo mismo, la utiliza en una escena concreta y ya. Lo mismo sucede con el genoma 2000 (tienen algún tipo de cualidad médica, pero no sé si llega a mencionarse cuál exactamente y, si lo hace, pasó tan desapercibida que soy incapaz de acordarme). Los que sí se desarrollan un poco más son los genomas 1462 y 1371; pero volvemos a lo mismo, apenas se mencionan y los únicos poderes relevantes son, por ahora, los del genoma 1371. Por lo tanto, en mi caso particular, me faltaba información en este aspecto y no podía evitar sentir que si la diferencia de genomas no existiera, la historia no habría cambiado en lo absoluto. Esta división de la población recuerda a la división por distritos de Los juegos del hambre, solo que en el caso de esa saga pertenecer a uno u a otro definía la vida de los personajes, mientras que en esta novela, por ahora, tan solo es una forma de clasificarlos que no va mucho más allá.
Otro aspecto con el que no he quedado muy satisfecha es con el desafío de Xaist. Pensaba que su desafío hacia el gobierno y su afán por desmontar el sistema sería la base principal del libro y en torno al cuál girarían el resto de subtramas, pero no ha sido así. Para empezar, falta tensión en el enfrentamiento del protagonista con el Consejo. Cuando Xaist lanza su discurso previamente ensayado, pensé que habría una mayor resistencia por parte del Consejo, o que la escena abarcaría muchas más páginas teniendo en cuenta que es un momento crucial en la novela; después de todo, se trata de un adolescente cuestionando todo un sistema de gobierno. Pero Xaist apenas encuentra resistencia y en apenas dos páginas aceptan su propuesta y le permiten buscar pruebas que demuestren que el exilio de los repudiados es incorrecto. Sí, es verdad que el magíster Clops se pone de su lado y le apoya en su decisión, pero teniendo en cuenta que esa escena supone un punto de inflexión en la trama, debería haber sido mucho más impactante de lo que es. Me esperaba amenazas por parte del Consejo, algún castigo, una advertencia o algo, que se rieran de él, le dejaran en ridículo o desdeñaran sus palabras como lo que eran, la pataleta de un adolescente; en definitiva, una mayor oposición. Sin embargo, siento que Xaist se sale con la suya con demasiada facilidad. Sí, es cierto que después de su intervención su tío le prohíbe salir de casa porque tiene miedo de que le pase algo, pero ese miedo parece totalmente infundado teniendo en cuenta que su vida sigue como si nada. No parece que realmente penda una amenaza seria sobre su cabeza ni que sienta una gran presión teniendo en cuenta que acaba de enfrentarse abiertamente al gobierno. Además, tampoco tiene un plan. Yo esperaba que a partir de ese momento la historia girara en torno a qué estratagema iba a seguir Xaist para conseguir lo que se propone, que alternara entre su objetivo de demostrar la crueldad del gobierno contra los discapacitados y su entrenamiento. Pero lo cierto es que su relación con Kiriel y el adiestramiento para entrar en la academia militar copan todas las páginas y su desafío queda en un segundo plano, hasta el punto en que es fácil olvidarse de ello.
También me sorprendió que, a pesar de que Xaist no hace nada por seguir adelante con su propósito, de repente comienzan a salir personas de debajo de las piedras que están de acuerdo con él y que le admiran por su discurso ante el Consejo. ¿Cómo es posible que haya convencido a personas a las que no conoce de nada con tan solo un par de frases, comunitarios que, supuestamente, están totalmente alienados por el gobierno? En ningún momento se aprecia algún atisbo de revolución; al contrario, los únicos que parecen despreciar el sistema son, lógicamente, los repudiados y el tío de Xaist. El resto de la población parece perfectamente contenta con el tema de los repudiados. Por lo que me resultó del todo inverosímil que a raíz del encontronazo de Xaist son los mandamases (una escena que, como digo, no tiene tensión ni epicidad ninguna como para remover el corazón de las masas), empezaran a surgir voces discordantes. Siento que la autora ha puesto las cosas demasiado fáciles para Xaist a pesar de que este, al menos en esta novela, no hace ningún gran esfuerzo para probar su punto de vista y a pesar de que, como digo, los comunitarios no parecen tener impedimentos con el trato hacia los repudiados, sino más bien al contrario. Es por esto que, por ahora, esta rebelión que ha iniciado Xaist no me ha causado ninguna emoción porque se asemeja más bien a cuando alguien pone un tweet en contra del gobierno y unas cuantas personas lo jalean, pero no tiene un impacto real en la sociedad. De todas formas, este es un primer libro que sirve como introducción al mundo, la trama y los personajes, por lo que, imagino, esta parte adquirirá mayor protagonismo y desarrollo a partir del segundo.
Es verdad que en los últimos capítulos se ve cómo Xaist por fin ha puesto en marcha un plan que le permita obtener pruebas que convenzan a la población de que el trato hacia los discapacitados es inhumano, pero, una vez más, lo que consigue lo hace no fruto de su propio esfuerzo, sino porque se lo ponen en bandeja y porque ciertos personajes le dan lo que necesita para ponerle en el centro de esta protesta, en plan "¿quieres ir en contra del gobierno, no? Pues hala, toma, aquí tienes información, adiós". Xaist no se siente como si fuera una Katniss y una Triss (por seguir con los ejemplos de Divergente y Los juegos del hambre), que han tenido que pelear con uñas y dientes para llegar donde están y que desde el instante en que han cuestionado el sistema se han visto amenazadas de muerte, sino más bien como un chaval que quiere jugar a ser el símbolo del cambio porque está enfadado por lo de su mejor amigo, un cambio por el que, por ahora, no ha tenido que luchar en absoluto porque tiene el camino bastante despejado, al contrario de lo que podría parecer.
Aun así, lo dicho, es una primera parte de saga y estoy convencida de que este aspecto crucial se desarrollará mucho mejor. Después de todo, ya conocemos a los personajes, ya sabemos (más o menos) cuáles son las reglas del juego, por lo que ahora solo queda meternos de lleno en la prometida sublevación y ver cómo Xaist se topa con un montón de obstáculos en su búsqueda de la justicia, tanto para su mejor amigo, como para los repudiados en general. Estoy deseando ver cómo se desenvuelve y cómo vadea estos cambios, cómo se desarrolla su relación con Kiriel (que la autora deja en un punto harto interesante) y, sobre todo, conocer mucho mejor a esta última y su pasado.
En cuanto a la pluma de Ortacelli, es increíble la capacidad que tiene para atrapar al lector y crear un libro que se lee rapidísimo. Debido a los temas que trata, pensé que me iba a costar mucho más avanzar y que iba a tardar más en leérmelo, pero al contrario. A pesar de la crudeza, mi ansia por descubrir más acerca de esta sociedad y, sobre todo, acerca de los repudiados hizo que me leyera la novela sin apenas darme cuenta. También me ha sorprendido lo bien escrita que está a pesar de ser su segunda novela, el cómo usa el vocabulario y lo bien que retrata a los personajes. Eso sí, quizá se me ha quedado un poco corta en cuanto a las descripciones y también me he topado con unos cuantos fallos de signos de puntuación y uso de mayúsculas (aunque esto es culpa de la editorial, no de la autora), pero nada de eso me ha impedido disfrutar de la lectura.
Repudiados es un crudo recordatorio de cómo las personas con discapacidad siguen siendo marginadas y apartadas de una sociedad que solo busca humanos perfectamente productivos y funcionales. Bajo una premisa interesantísima, esta obra es una crítica social que hará que el lector reflexione acerca de su propia sociedad y nos haga plantearnos si nosotros somos mejores que los comunitarios y si más que ante una distopía, estamos más bien ante un reflejo de una realidad que no queremos ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario