Título: Los ritos del agua (#2)
Autora: Eva García Sáenz
Saga: La ciudad blanca
Editorial: Planeta
Año de publicación: 2017
Páginas: 448
Sinopsis: Ana Belén Liaño, la primera novia de Kraken, aparece asesinada. La mujer estaba embarazada y fue ejecutada según un ritual de hace 2600 años: quemada, colgada y sumergida en un caldero de la Edad del Bronce.
1992. Unai y sus tres mejores amigos trabajan en la reconstrucción de un poblado cántabro. Allí conocen a una enigmática dibujante de cómics, a la que los cuatro consideran su primer amor.
2016. Kraken debe detener a un asesino que imita los Ritos del Agua en lugares sagrados del País Vasco y Cantabria cuyas víctimas son personas que esperan un hijo. La subcomisaria Díaz de Salvatierra está embarazada, pero sobre la paternidad se cierne una duda de terribles consecuencias. Si Kraken es el padre, se convertirá en uno más de la lista de amenazados por los Ritos del Agua.
CONTIENE SPOILERS DE EL SILENCIO DE LA CIUDAD BLANCA
Después del apasionante y desbordante final de El silencio de la ciudad blanca, poco me faltó para comenzar la segunda parte. De hecho, fue justo el mismo día.
Tasio por fin fue liberado de la carga de ser el asesino serial. Con su nueva libertad y junto a su gemelo Ignacio pone rumbo a Los Ángeles, dispuesto a guionizar los asesinatos que encogieron a su ciudad y hacer una serie. Mientras tanto, Unai se entera de algo completamente inesperado: Alba está embarazada. El problema es que ninguno de los dos sabe quién es el padre. En el caso de ser Nancho (el verdadero asesino y ex marido de Alba), la hija que esperan quedará mancillada para siempre pues vivirá con el estigma de ser la hija de un terrible psicópata. Sin embargo, Unai decide que quiere ser su padre y cuidarla como si fuera biológica; desea formar una familia con Alba y esta no quiere hacerse pruebas de paternidad, pues la va a querer igual sin importar quién sea el padre.
En esta felicidad incierta, un nuevo e inquietante asesinato desata el caos. La dibujante de cómic Anabel Lee (Ana Belén Liaño) es descubierta colgando boca abajo de un árbol y con la cabeza sumergida en un caldero celta que ha sido robado de una exposición privada de un museo. Una vez más, el caso afecta personalmente a Kraken que, sin haber superado todavía la muerte de su cuñada Martina, ve a su familia de nuevo en peligro. Por lo que averiguan durante la investigación, ese caso está relacionado con una muerte similar en el pasado, la de Rebeca Tovar, que también estaba embarazada; por tanto, es probable que tanto él como Alba y el bebé en camino están en peligro.
No solo eso, sino que Unai y su cuadrilla, Lutxo, Asier y Jota, coincidieron con ambas víctimas en su adolescencia cuando acudieron a un campamento de verano sobre la historia celta, dirigido por Saúl Tovar, padre de la primera supuesta víctima. A partir de ese momento, Unai se verá involucrado de lleno en este caso que vuelve a tocarle de forma muy personal. Con una afasia aún sin superar debido al disparo en la cabeza que sufrió, su falta de habla le dificultará mucho la tarea, pero su mente de perfilador dará lo mejor de sí mismo para descubrir al culpable que, parece, tiene una relación directa con su pasado.
Mientras que la primera parte de esta trilogía me fascinó y le di una valoración de cinco estrellas sin dudarlo, sentí que esta continuación decayó un poco. Algo que me escamó desde el principio es que, en algunos aspectos, el modus operandi de la trama es igual que en El silencio de la ciudad blanca. Por ejemplo, una vez más está todo relacionado con hechos que pasaron hace veinte años y los crímenes volverán a poner en jaque a Unai y su familia, haciendo que todo lo que ocurra suceda alrededor de la figura protagonista y afectándole de un modo u otro directamente. Me recuerda un poco a la serie de Castle donde, de vez en cuando, los asesinatos que sucedían estaban relacionados con el pasado de la inspectora Beckett. Además, este afán de la autora por utilizar la vida personal de Unai como detonante de algún modo para los casos me parece demasiado surrealista. Puede que una vez funcione, pero dos ya son demasiadas casualidades. Si todo inspector de policía se viera inmerso en el ojo del huracán y sus investigaciones afectaran de una manera tan cruel a su familia, no habría inspectores de policía. La primera vez estuvo bien e interesante, pero usar eso otra vez me resultó un intento forzado por que los lectores tuviéramos empatía con Unai, algo que no hace falta porque es un personaje maravilloso por sí solo.
La pluma de la autora sigue siendo maravillosa y esta vez ha conseguido revolverme el estómago con ciertos pasajes asociados al pasado que han sido terribles. El personaje de Esti me sigue encantando pero le he cogido un poco de tirria a Alba, la verdad. El abuelo me encanta y creo que cuanto más leo de él, más me encariño de su senectud. Por otro lado, el asesino en esta ocasión tampoco me lo esperaba, aunque es cierto que, igual que pasó en el primer libro, en los últimos capítulos empiezas a intuir por dónde van los tiros y, la verdad, descubrir quién es me causó el mismo impacto que la primera vez. Eso es una cosa que me gusta mucho de esta trilogía y es que no te deja indiferente. También quiero destacar la estupenda documentación de esta novela y la manera de narrar, pues parece que estamos pisando las mismísimas calles de Álava y, la verdad, ahora tengo muchas ganas de ir allí de viaje.
¿Debería leerlo?
Aunque es cierto que le quito un poco de nota por las cosas que he comentado antes, es un digno sucesor de El silencio de la ciudad blanca y, desde luego, deja con ganas de saber más y de cómo continúa la historia.
Mientras que la primera parte de esta trilogía me fascinó y le di una valoración de cinco estrellas sin dudarlo, sentí que esta continuación decayó un poco. Algo que me escamó desde el principio es que, en algunos aspectos, el modus operandi de la trama es igual que en El silencio de la ciudad blanca. Por ejemplo, una vez más está todo relacionado con hechos que pasaron hace veinte años y los crímenes volverán a poner en jaque a Unai y su familia, haciendo que todo lo que ocurra suceda alrededor de la figura protagonista y afectándole de un modo u otro directamente. Me recuerda un poco a la serie de Castle donde, de vez en cuando, los asesinatos que sucedían estaban relacionados con el pasado de la inspectora Beckett. Además, este afán de la autora por utilizar la vida personal de Unai como detonante de algún modo para los casos me parece demasiado surrealista. Puede que una vez funcione, pero dos ya son demasiadas casualidades. Si todo inspector de policía se viera inmerso en el ojo del huracán y sus investigaciones afectaran de una manera tan cruel a su familia, no habría inspectores de policía. La primera vez estuvo bien e interesante, pero usar eso otra vez me resultó un intento forzado por que los lectores tuviéramos empatía con Unai, algo que no hace falta porque es un personaje maravilloso por sí solo.
La pluma de la autora sigue siendo maravillosa y esta vez ha conseguido revolverme el estómago con ciertos pasajes asociados al pasado que han sido terribles. El personaje de Esti me sigue encantando pero le he cogido un poco de tirria a Alba, la verdad. El abuelo me encanta y creo que cuanto más leo de él, más me encariño de su senectud. Por otro lado, el asesino en esta ocasión tampoco me lo esperaba, aunque es cierto que, igual que pasó en el primer libro, en los últimos capítulos empiezas a intuir por dónde van los tiros y, la verdad, descubrir quién es me causó el mismo impacto que la primera vez. Eso es una cosa que me gusta mucho de esta trilogía y es que no te deja indiferente. También quiero destacar la estupenda documentación de esta novela y la manera de narrar, pues parece que estamos pisando las mismísimas calles de Álava y, la verdad, ahora tengo muchas ganas de ir allí de viaje.
¿Debería leerlo?
Aunque es cierto que le quito un poco de nota por las cosas que he comentado antes, es un digno sucesor de El silencio de la ciudad blanca y, desde luego, deja con ganas de saber más y de cómo continúa la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario