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jueves, 10 de septiembre de 2020

"Crecer", Ichiyō Higuchi

Título: Crecer

Título original: Takekurabe

Autora: Ichiyō Higuchi

Idioma original: japonés

Editorial: Chidori Books

Año de publicación: 2015

Páginas: 227

Sinopsis: Crecer (Takekurabe), obra cumbre de Higuchi Ichiyō y bajo cuyo título recogemos una selección de los mejores y más conocidos relatos de esta delicada autora (En el último día del año, Nubes que se esfuman, Aguas aciagas, La decimotercera noche), narra la historia de dos jóvenes adolescentes, Shōtarō y Nobu, y de sus respectivos sentimientos hacia la misma muchacha, Midori. El relato podría pasar por una simple historia juvenil centrada en un triángulo amoroso de adolescentes, mas las relaciones entre los protagonistas y su camino hacia la madurez vienen fuertemente marcados por el lugar donde se desarrollan sus vidas: el barrio de Yoshiwara, el único distrito de placer autorizado en la ciudad de Tokio. Así, la sutil y refinada prosa de Ichiyō nos aproxima a los momentos finales de una inocente infancia que dirige sus pasos de manera inexorable hacia el mundo adulto y su cruda realidad.

Conocí esta obra gracias a la universidad y en cuanto la analizamos en clase supe que quería leerla. Tuve el privilegio de leer la introducción en su idioma original y al saber que la habían traducido al español supe que caería tarde o temprano. Higuchi es una de las grandes autoras del periodo Meiji, lo cual es muy relevante teniendo en cuenta que por aquel entonces la literatura estaba muy masculinizada y solo destacaban nombres masculinos en este campo.

Al ser un librito tan corto (no llega a las 300 páginas), la editorial ha incluido otros relatos cortos de la autora (lo que me pareció maravilloso) ya que la historia principal apenas son 100 páginas. Es por esto que voy a dividir la reseña en varias secciones. El grueso de la entrada estará dedicado a Crecer, pero también hablaré de los relatos cortos de manera individual.


CRECER

La obra cumbre de Higuchi Ichiyō se ambienta en el barrio de Yoshiwara, situado a las afueras de Tokyo y que fue muy conocido durante el shogunato Tokugawa por ser el barrio de las prostitutas. Se trataba de un barrio japonés como otro cualquiera con la peculiaridad de que en él sus habitantes principales eran prostitutas y todos los puestos de trabajo adyacentes que ello generaba, así como diferentes locales y tiendas le permitían a Yoshiwara funcionar como un distrito más de la capital. Esta zona gozaba de cierto misticismo y sofisticación y las prostitutas iban desde las más pobres y corrientes hasta las más ricas y refinadas. Se podría decir que Yoshiwara tenía su propio microcosmos y sus propias clases sociales para así poder dar cobijo a hombres de muy variados niveles sociales.

Así pues, Crecer está narrada desde el punto de vista de los niños que viven dentro de Yoshiwara. El contraste que existe entre la forma en la que estos niños describen el lugar donde viven y cómo es su día a día con las actividades poco lícitas de prostitución que se realizaban en el barrio no dejan de sorprender al lector, ya que mientras vamos leyendo olvidamos con facilidad que los protagonistas viven en un prostíbulo y que es algo que asumen con total naturalidad.

Los niños protagonistas son seis, tres de la zona rica de Yoshiwara y otros tres de la zona pobre. Las diferencias sociales eran bastante evidentes incluso dentro de este distrito, hasta el punto en que, entre otras cosas, había rencillas entre los estudiantes de la escuela pública y la privada, tal y como nos relatan los críos. Dentro de este elenco, la que más destaca es Midori, que se puede considerar como la protagonista indiscutible. Midori es una muchacha cuya hermana mayor ejerce de prostituta de lujo. Ganaba tanto dinero que toda su familia se trasladó sin pensarlo a Yoshiwara. Su madre trabaja como costurera de las prostitutas y su padre como contable. Midori es reconocida en el barrio no solo por su hermana, sino por méritos propios, ya que es una niña preciosa, dicharachera y muy generosa. Mientras los adultos se recrean en su belleza y fantasean con la llegada de Midori a la edad adulta (con lo que ello conlleva), su grupo de amigos la adora porque, gracias al trabajo de su hermana, Midori siempre tiene mucho dinero y se lo gasta comprándoles chucherías y toda clase de detalles a sus amigos, ya que sabe que ellos no se lo pueden permitir o, al menos, no en la misma medida que ella. Su forma de ser y su capacidad de ser adorada por unos y otros hará que Shōtarō y Nobu se enamoren de ella. Sin embargo, a pesar del triángulo amoroso, Midori siente predilección por Nobu. Nobu pertenece a una familia de monjes y su destino es servir a su templo cuando tenga la edad suficiente.

Los inminentes futuros de Midori y Nobu van por derroteros completamente diferentes, lo que hace que sea muy complicado para ellos mostrar sus sentimientos respecto al otro. Además, si se muestran amables o cariñosos en público, el resto del grupo no tardará en burlarse de ellos, por lo que terminan escondiendo sus sentimientos mediante desprecios o malas palabras, haciéndose creer, mutuamente, que no sienten nada el uno por el otro.

Lo más llamativo de esta novela para mí es, como he comentado antes, el contraste que existe entre Yoshiwara y la función que cumple y la visión que tienen los niños del barrio. Es asombroso como, desde su óptica, la prostitución es algo normal, a lo que están acostumbrados, y la zona donde viven es como vivir en cualquier otro barrio. Mientras vas leyendo, da la sensación de que la trama no transcurre en un prostíbulo institucionalizado, sino en cualquier barrio típico japonés. Otra cosa que también me sorprendió es que la autora forma parte de la novela. Ella actúa como narrador omnisciente, poniendo el foco en un personaje u otro según le convenga e, incluso, hablando directamente con el lector, de tú a tú. De vez en cuando se dirige al lector y le hace preguntas, usando a menudo la segunda persona del singular. Parece que recorremos el barrio de Yoshiwara con la autora a nuestro lado ejerciendo de guía turística y desvelándonos los secretos que esconde.

Si buscáis un libro de acción o donde el romance predomine, eso no es lo que vais a encontrar aquí. La novela japonesa se caracteriza, entre otros, por ser lenta y descriptiva y Crecer es la máxima expresión de esas premisas. Aunque, como ya he dicho, los protagonistas son los niños que viven en el barrio y a los que acompañamos para contemplar su día a día, lo cierto es que da la impresión de que todo el protagonismo recae sobre Yoshiwara. La autora nos narra con todo lujo de detalle los festivales que se realizan en el lugar, las tradiciones, las costumbres, las diferentes tiendas o servicios con los que cuenta, nos habla de sus gentes, de cómo se ganan la vida... De hecho, el tema de la prostitución que, por motivos obvios, debería de ser el tema central, se toca muy de pasada. Solamente se menciona en momentos puntuales puesto que eso no es de lo que quiere hablar Higuchi. Es una obra que se podría calificar como costumbrista, ya que se nos descubre un distrito tokiota y la vida en él como si fuera una zona cualquiera y no el prostíbulo más famoso de todo Japón. Si queréis conocer más y mejor cómo vivían los japoneses durante la época Meiji, esta lectura os va a gustar porque, aunque se centra en un espacio muy concreto, muchas de las costumbres o tradiciones pueden aplicarse a Japón en términos generales. Además, la traductora ha respetado los nombres japoneses de los peinados que llevaban las mujeres, de los atuendos, vehículos, festivales, amuletos... lo cual hace que su lectura sea aún más auténtica y disfrutable. El único "pero" que pongo en este caso es que yo hubiera preferido que las explicaciones de esos términos se hubieran mezclado con el propio texto, como si fuera la autora quien estuviera haciendo las aclaraciones al lector, más que nada porque era un poco coñazo tener que estar yendo al final del libro para consultar los términos que me resultaban desconocidos (que, por fortuna, en mi caso eran muy poco, pero que pueden hacerse un mundo para lectores que no estén acostumbrados a la terminología japonesa). Soy consciente de que eso le quitaría autenticidad al texto, pero teniendo en cuenta que esta obra solo está en formato digital, y no en físico, es un poco tedioso tener que está pinchando el enlace que lleve a la nota final casi en cada página.

Otro punto que me gustaría recalcar en cuanto al texto en sí es que la autora sabe adentrarse en la psicología de los niños. Capta perfectamente su forma de hablar, de relacionarse y es capaz de plasmar de una manera muy fiel los problemas o preocupaciones típica de esas edades, que rondan entre los diez y los trece años, si no recuerdo mal.

Además de la magnífica prosa de Higuchi, también quiero añadir que me ha gustado mucho la edición. Al principio nos viene una pequeña biografía que nos permite descubrir cómo vivió esta mujer, lo dura que fue su infancia y lo mucho que luchó por abrirse hueco en un mercado, en literario, que le apasionaba, pero que, a su vez, estaba copado por los hombres. Su biografía es de lo más interesante y os recomiendo que le echéis un vistazo porque merece la pena. La traducción también me ha gustado mucho porque, como ya he comentado, respeta mucho el original, manteniendo la nomenclatura japonesa en la medida de lo posible, lo que contribuye a crear una mayor ambientación y a que el lector sepa que, de verdad, está leyendo una novela japonesa. De esta autora hay más obras publicadas en español, así que las leeré sin dudar.

Como último punto, me gustaría decir que, aunque esta historia me ha gustado, también me he sentido un poco decepcionada. Tal y como la habíamos tratado durante las clases, se me antojó mucho más emocionante y sentimental de lo que realmente fue. Pensé que la relación entre los protagonistas y la tensión amorosa de Shōtarō y Nobu por Midori, así como lo imposible de su amor tendrían mucho más peso a lo largo de Crecer. Sin embargo, como habéis visto por la reseña, la manera en que Higuchi aborda la trama hace que los sentimientos de los chicos estén más bien en un segundo plano, mientras que Yoshiwara y su naturaleza se alzan como el verdadero protagonista.


EN EL ÚLTIMO DÍA DEL AÑO


Aun contando con apenas 40 páginas, este relato me gustó incluso más que la obra cumbre Crecer, quizá porque, como ya he dicho, me esperaba otra cosa de ella. En esta breve historia la protagonista es O'Mine, una chica que trabaja como criada para la familia adinerada de los Yamamura. A pesar de tener muchas propiedades y nadar en la abundancia, la señora Yamamura es conocida por ser muy tacaña, por pagar poco a sus empleados y, además, por tratarles con desprecio. Sin embargo, O'Mine necesita el trabajo, por lo que, con paciencia y templanza, aguantará lo que sea y cualquier desplante por parte de su ama. Un día recibirá una carta donde le dicen que su tío está muy enfermo. Sus padres murieron cuando ella era muy joven, por lo que sus tíos la criaron como si fuera su propia hija, así que O'Mine les debe mucho. Como no puede pedir días libres a sus amos, un día de Navidad en el que la familia quiere ir al teatro y ella está invitada, O'Mine les propone que, en vez de ir al teatro con ellos, le dejen ese día libre para visitar a su familia. Cuando acude a casa de sus tíos, es consciente de la pobreza en la que viven. Su tío siempre regentó una verdulería, pero cuando cae enfermo le resulta imposible continuar con el negocio y tiene que cerrarla, viendo a su familia abocada a la miseria. O'Mine, al verlos así, siente el impulso de ayudarlos económicamente, sobre todo cuando su tío le comenta que tiene una deuda que necesita urgentemente pagar.

Decidida a ayudar a quienes fueron como unos padres para ella, se atreve a pedirle a su señora que le adelante el sueldo para así poder asistir a sus tíos. Ante la negativa de esta, a pesar de que la cantidad de dinero que necesita es ridículamente baja, O'Mine comienza a barajar la posibilidad de robarles, ya que la cantidad de la deuda sería irrisoria para los Yamamura, incluso aunque pudieran despedirla si llegan a enterarse.

En esta historia se refleja una situación que no nos es desconocida desde Occidente y es el tropo de las familias muy ricas a las que el dinero las tiene cegadas y que se creen superiores a los demás y con derecho a tratar a sus empleados como les de la gana, ya que los visualizan más como propiedades que como seres humanos. O'Mine trabaja duro y sin descanso, dejándose la piel para la familia y siendo fiel y obediente. A cambio solo recibe desplantes por parte de su empleadora y, además, un sueldo miserable que apenas le da para vivir. A pesar de la gran cantidad de dinero que tiene la familia Yamamura y de que les suplique que la ayuden, la señora se niega en rotundo a pesar de que la cantidad que debería prestarle a O'Mine es ridícula y para ellos no supondría absolutamente nada. Su egoísmo va hasta tal punto en que O'Mine, una muchacha ejemplar de un corazón enorme, se ve obligada a plantearse algo que, para ella, es horrible como lo es robar a sus dueños. He conseguido empatizar mucho con este personaje, con su pena y su situación porque es del todo injusta y porque no es un caso aislado sino que, por desgracia, es algo bastante habitual. Incluso hoy en España todavía siguen saliendo casos de familias ricas que tienen a sus empleadas del hogar como si fueran objetos de su propiedad y a las que les pagan al mes una miseria a cambio de todo el trabajo que tienen que realizar. Por lo tanto, por desgracia, a pesar de la distancia tanto temporal como espacial en las que se enmarca esta historia, sigue siendo un relato muy actual.

Por último, me gustaría recalcar la importancia del apellido familiar que existe en Japón y que, aunque también es algo fundamental en algunos países dentro de las familias pudientes, no lo es tanto como lo era antaño en el país nipón. Esta obsesión por guardar las apariencias y por parecer una familia ideal ante los demás está representada en la relación que tienen los señores Yamamura con su hijo, Ishinosuke, que, para la señora Yamamura, en realidad es su hijastro. Al ser el único varón, ya que sus hermanas son mujeres, es el que va a heredar el legado familiar de los Yamamura. Se aprovecha de esta situación y del estatus que ello le confiere para chantajear a sus padres. Está constantemente pidiéndoles grandes sumas de dinero para despilfarrarlas en los barrios de placer, en el alcohol y en prestarle dinero a sus amigos sin ton ni son. A pesar de que a sus padres les disgusta profundamente su actitud, sobre todo a su madrastra que no entiende cómo su padre no es más rígido con él, temen que su forma de ser perjudique de alguna forma al buen nombre de la familia, por lo que aceptan cualquier exigencia de Ishinosuke sin dudarlo con tal de poder seguir con esa fachada de familia perfecta.

La única pega que le encuentro a este relato es el final. El final se queda completamente abierto, como si la autora hubiera dejado de escribirlo a medias, y, aunque entiendo el propósito, me ha resultado bastante frustrante que, justo cuando venía la mejor parte, la historia se terminara.

NUBES QUE SE ESFUMAN

Este relato está dividido en tres partes de unas diez páginas cada una y el protagonista es Keiji. Fue adoptado cuando tenía siete años porque su familia era muy pobre, así que una familia más pudiente decidió hacerse cargo de él. Durante muchos años ha estado viviendo con su nueva familia en una zona muy rural hasta que se muda a Tokyo, a casa de sus tíos, para estudiar en la universidad. Allí, quedará prendado de la modernidad de la capital y no solo aprovechará su estancia para formarse, sino también para disfrutar de todo lo que le ofrece la ciudad. No obstante, su felicidad será interrumpida cuando le llegue una carta del administrador de su padrastro, donde le dice que debe regresar de inmediato. Su padrastro está muy enfermo, sin poder levantarse de la cama y, aunque su salud no peligra y no están preocupados ya que saben que es un hombre muy robusto y sobrevivirá, su convalecencia ha hecho que su carácter se agríe, esté amargado y de un mal humor constante.

Ante esta situación, la familia, junto con el administrador, han decidido que lo mejor para todos es que Keiji regrese y tome su lugar como cabeza de familia, pues de esta manera su padrastro podrá descansar sin preocupaciones sabiendo que Keiji se encargará de todo en su lugar. Además, antes de irse a Tokyo, Keiji fue prometido con Saku, por lo que sería el momento perfecto para celebrar las nupcias. A pesar de la noticia, Keiji no quiere regresar. Ahora que ha probado las mieles de la ciudad, para él regresar a ese pueblo no es una opción. Asimismo, esa decisión implicaría tener que abandonar sus estudios, algo que no quiere hacer por nada del mundo, y, por encima de todo ello, se vería obligado a despedirse de Nui. O'Nui es la hija de sus tíos, es decir, su prima (aunque no de sangre) y en el tiempo que ha convivido en su casa, antes de trasladarse al dormitorio de la universidad, se ha enamorado de ella. Nui es una chica que se siente desgraciada porque sus padres no la aprecian, sino todo lo contrario, y Keiji es la única cara amable que conoce el único que la hace sonreír. Sin embargo, Nui no siente lo mismo por él, tan solo le ve como un familiar y como un amigo.

En esta historia, Higuchi Ichiyou nos habla, sobre todo, de la obligación paterno-filial que siente Keiji. A pesar de no querer regresar porque le encanta la vida que lleva en la capital y tendría que renunciar a lo que le hace feliz y a un futuro trazado por él mismo, siente que está en una eterna deuda al ser hijo adoptado. Considera que, por infeliz que le haga, ignorar las órdenes de su familia adoptiva no es una opción ya que gracias a ellos ha tenido una vida acomodada, lejos de la calle y la miseria. Me resulta muy interesante las reflexiones que hace este personaje y cómo, al final, se ve abocado a una vida que triste y desgraciada porque, para él, su responsabilidad para con su familia está por encima de sus propios deseos. Aquí se ve claramente esta obsesión dentro de la sociedad japonesa en la que la familia son un conjunto que siempre debe permanecer unido, por lo que sus miembros deben actuar de tal manera que no perjudiquen ni mancillen el honor familiar, incluso aunque eso suponga ser invalidados como individuos y llevar una vida desdichada. No solo eso, sino que, en el caso de Keiji, se ve aún con una mayor responsabilidad y obligación sobre sus hombros por el hecho de ser adoptado, ya que, aunque su familia no lo expresa directamente en ningún momento, se ve en la encrucijada de no poder negarles nada, sin importar lo que eso suponga para él.

AGUAS ACIAGAS

Aquí la autora regresa al tema de las prostitutas y al barrio de Yoshiwara. En concreto, tenemos a O'Riki, una cortesana de la casa Kikunoi que es famosa por su belleza y es, sin duda, la estrella de la casa donde trabaja. En esta ocasión Higuchi se centra mucho más en describir el trabajo de las cortesanas y su modo de vida que en Crecer, donde este tema, como ya comenté, pasa muy por encima y prioriza otras cosas. Es por este motivo que me ha parecido muy interesante leer este relato porque siento que puede ser complementario a la obra principal.

A pesar de la fama de O'Riki y de la buena vida que lleva, no es oro todo lo que reluce, como quien dice. Se enamoró de uno de sus clientes (aunque no lo admita abiertamente), pero Genshichi, que así se llamaba, terminó casándose con otra mujer y formando una familia, por lo que dejó de acudir al prostíbulo a visitarla. Riki lamenta mucho su ausencia y le echa tanto de menos que su melancolía termina afectando a su trabajo. Será así hasta que aparezca Yuki, un cliente muy adinerado que tomará por costumbre visitar a la cortesana todos los días, darle grandes sumas de dinero y, sobre todo, charlar con ella de todo un poco. Así, se irán conociendo y Riki le confesará sus desvelos, hablándole de Genshichi y de que lo echa de menos.

Al mismo tiempo que conocemos los pensamientos y reflexiones de la prostituta también conocemos al ex-cliente en cuestión, Genshichi. Debido a su obsesión por Riki, gastó todo su dinero y sus ahorros en sus visitas al prostíbulo, lo que ha hecho que apenas pueda alimentar a su familia y que vivan en la miseria. Su mujer, que conoce perfectamente la predilección de su marido por Riki y que sabe que, aun estando casado, no ha sido capaz de superarla, se queja constantemente de la desgracia que ha acaecido en su familia por culpa de una prostituta y en vez de poner el foco en su marido, verdadero culpable de la situación, lo pone sobre Riki, haciendo que su odio por la cortesana crezca. Genshichi, por su parte, como no consigue olvidarla discutirá cada vez más a su esposa, puesto que no soporta que salgan palabras de desprecio de su boca hacia Riki. La tensión que produce toda esta situación no hará más que aumentar hasta explotar en un final trágico.

Lo que me ha gustado de este relato no es solo que la autora profundice más sobre Yoshiwara y el tipo de vida que llevaban allí las cortesanas, sino que la historia refleja muy bien la concepción tan machista que tenía la sociedad japonesa de aquel momento (y que sigue teniendo hoy en día, no me malinterpretéis). La esposa de Genshichi está convencida de que la culpa de sus desgracias la tiene Riki en vez de asumir que el único culpable es su marido, que es quien se ha gastado todo su dinero en irse de putas, básicamente. A su vez, en general los hombres ven a las prostitutas como objetos portadoras de todo mal, ya que las acusan de exprimirlos con sus halagos y de ser unas rameras del tres al cuarto que solo buscan arruinarlos. Nunca se pone el foco en el hombre que, voluntariamente, compra sus servicios pagando el precio que corresponde (un precio alto si la cortesana en cuestión es de alto nivel), sino que lo atribuyen a que las propias cortesanas "obligan" a estos hombres inocentes a gastarse todo su dinero en ellas usando para ello sus encantos. Esta culpabilización de la mujer se verá sobre todo al final, cuando le pase algo a Riki, que no os contaré qué es, y los vecinos considera que ella se lo ha buscado cuando, en realidad, no ha tenido la culpa de nada.

LA DECIMOTERCERA NOCHE


Este último relato creo que ha sido con creces mi favorito. La protagonista es Seiki, una mujer casada que, debido a las desdichas que vive dentro de su matrimonio, decide presentarse en mitad de la noche en casa de sus padres, decidida a contarles que quiere divorciarse de su marido. Le ha costado mucho esfuerzo reunir el valor suficiente ya que, imaginaréis, divorciarse en aquellos años no estaba bien visto ni era tan fácil y, además, su marido, el señor Harada, es un hombre poderoso, cuya influencia ha hecho que la familia de esta mujer aumente su estatus y viva mucho mejor. Por tanto, ella se siente egoísta al querer dar por finalizado su matrimonio, sabiendo lo beneficioso que este es tanto para ella como para su familia, pero no soporta más el maltrato psicológico constante al que le somete su marido y no quiere seguir fingiendo que es feliz con ese hombre.

En cuanto entra en casa, lo primero que hacen sus padres es felicitar a Seiki y recordarle lo afortunada que es por estar casada con alguien como el señor Harada, pues gracias a ese matrimonio sus vidas han mejorado mucho e, incluso, su hermano pequeño ha recibido un buen trabajo debido a sus conexiones familiares. Ante esta charla, Seiki se arrepiente de su decisión de matrimonio y decide que no puede darle ese disgusto a sus padres porque es injusto y egoísta para ellos, así que es mejor que siga aguantando el tipo y punto. No obstante, según avance la noche, será incapaz de guardar más su pesar y acabará confesando que su marido la maltrata psicológicamente y que no puede más: el señor Harada la insulta, la ignora, finge que no existe, se burla de ella delante de los sirvientes, de los amigos y en público, constantemente la ridiculiza por su origen de baja alcurnia, la compara con las mujeres más refinadas de sus amigos...

Cuando termina de hablar, recibe un apoyo inmenso e inesperado por parte de su madre, que no puede soportar ver a su hija así. Además, como su madre le recuerda, si el matrimonio se llevó a cabo fue por la insistencia del señor Harada en que quería casarse con ella, lo cual significa que él ya sabía que Seiki pertenecía a una familia humilde y sin recursos, con lo que su educación, por razones evidentes, no podía estar a la altura de alguien como él o de su círculo. Por eso, la madre se indigna ya que no entiende a qué vienen tantos desprecios por su parte si él ya sabía la posición social de su mujer y, aun así, insistió en casarse con ella. La madre apoya a Seiki en todo y está de acuerdo con el divorcio, incluso se ofrece a ir a casa de su nuero y cantarle las cuarenta. Reconozco que, como lectora, esta reacción me sorprendió, puesto que teniendo en cuenta la época y las circunstancias que rodean al matrimonio Harada, lo normal es que Seiki se hubiera encontrado más oposición por parte de su madre. Sin embargo, aquí Higuchi claramente nos dibuja a una madre comprensiva que antepone la felicidad de su hija antes que sus propios deseos y bienestar.

Si bien la madre de Seiki la apoya, su padre se niega en rotundo (lo cual ya no sorprende a nadie). El padre finge hacer un ejercicio de comprensión y entender los horrores por los que está pasando su hija, pero, de manera sutil, la convence de que eso es lo normal dentro de un matrimonio, sobre todo cuando existe tanta distancia social entre el marido y la mujer. Así pues, insiste en que lo único que puede hacer Seiki es complacerle todavía más, ya que probablemente sea su culpa por no ser suficiente para su marido. Además, el señor Harada es un hombre culto, sabio y erudito, por lo que si trata a su esposa así, tendrá sus motivos. Y, por último, divorciarse de Harada supondría que él se quedaría con el hijo que tienen y, desde el punto de vista del padre de Seiki, sería un horror que este se quedara sin madre. En resumen, el discurso de este personaje viene a culpabilizar a Seiki del maltrato que sufre, a dejarle claro que es completamente normal que existan este tipo de desavenencias entre marido y mujer y que si Seiki recibe esa clase de desprecios es porque no es lo suficientemente buena esposa con el señor Harada.

El discurso de Seiki está sorprendentemente bien escrito y me parece magistral cómo lo ha hilado Higuchi. Mientras vamos leyendo, sentimos que hay verdadera comprensión por parte de su padre, que la quiere de verdad, que se preocupa por ella, que condena la actitud del señor Harada y que le duele ver la situación de su hija y saber que no es feliz dentro del matrimonio. Sin embargo, si leemos entre líneas y prestamos atención, nos damos cuenta de que esa capa de empatía por su hija es solo eso, una fachada, pues en el fondo, la culpabiliza de todos sus males. Si el matrimonio está fracasando es solo culpa suya por no ser suficiente para su marido, un señor muy respetable y de alto estatus.

Mientras que en los anteriores relatos podíamos ver un discurso feminista por parte de la autora muy sutil, pues tan solo se dedicaba a reflejar las injusticias que sufrían las mujeres mediante una historia pero realmente no había una defensa muy evidente de la mujer, aquí directamente nos pone sobre la mesa, mediante la voz de la madre de Seiki, que ser maltratadas dentro del matrimonio no es normal, que ese tipo de situaciones deberían acabar y que una mujer no puede verse obligada a continuar viviendo en una casa donde se la humilla y desprecia de manera constante. En La decimotercera noche utiliza tanto a Seiki como a su madre para dejar clara su postura como mujer, condenando este tipo de matrimonios y sacando a la luz un problema muy grave en Japón que llevaba décadas arraigado en la cultura. Por su parte, el padre de Seiki representa la contraparte, es decir, la opinión generalizada mediante la cual se normaliza este tipo de comportamientos abusivos hacia la mujer que tienen que sufrir solo por el hecho de serlo.

¿Debería leerlo?

Higuchi Ichiyō es magistral no solo como autora, ya que consiguió abrirse hueco en un mundo completamente masculinizado, sino que utilizó su voz y sus libros para defender a la mujer, para sacar a colación problemas reales que estas tenían que sufrir por ser consideras inferiores al hombre. Puede que no haya un discurso duro y directo en pos del feminismo, pero tan solo por los temas que trata y por cómo los trata ya deja bastante claro cuáles son sus intenciones. De hecho, hoy en día se considera una autora feminista. Así pues, os recomiendo muchísimo que leáis esta obra, no solo para descubrir a una magnífica autora, sino para saber cómo se vivía en Japón durante la época Meiji y para que comprobéis por vosotros mismos cómo algunas mujeres utilizaban su poder, su influencia y su visibilidad para denunciar la lamentable situación de sus compañeras.

PD: siento que la reseña sea tan larga, pero considero que todos estos relatos merecían un análisis profundo.


12 comentarios:

  1. Hola Kurenai!! Me encantan los libros de relatos, así como las historias de este género, me lo llevo bien anotado. ¡Gran reseña y gracias por el descubrimiento! Besos!!

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    1. ¡Hola Ana! Ay, pues me alegra un montón, espero que lo disfrutes mucho!

      Un beso <3

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  2. ¡Hola, Kurenai!
    Qué gran reseña. Sin duda uno de mis eternos pendientes es la literatura japonesa, la cultura es demasiado interesante, aunque lamentablemente muy machista. No conocía a la autora y me alegra mucho este descubrimiento, mi conocimiento de autores de este país llega hasta Murakami T-T(aunque igual es culpa mía por no ponerme a investigar) y ya es hora de que las autoras tengan el mismo reconocimiento que los hombres.

    Los temas que toca son diversos y todos me llaman la atención. Siento que el que me podría gustar más es La decimotercera noche, por los tintes feministas, y En el último día del año.

    Gracias por la recomendación, besos☕💗

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    1. ¡Hola Natalia! Ni te imaginas lo que me costó escribirla porque iba escribiendo conforme terminaba cada relato para no mezclarlos y no perder ningún detalle interesante, lo que hizo que mi lectura fuera mucho más lenta, pero creo que mereció la pena jaja. Pues de hecho tengo pensado hacer un vídeo sobre literatura japonesa donde recomendar autores más allá de Murakami porque sé que hay mucha gente que quiere introducirse en la literatura japonesa, pero no sabe por dónde empezar o qué leer ya que el referente siempre es Murakami. Sí, Higuchi es una autora que se puede considerar feminista, todo lo feminista que podía ser una mujer en el Japón antiguo, y eso hace que sus historias sean muy interesantes.

      Gracias por comentar, un beso <3

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  3. También soy lectora de libros de relatos. Me ha gustado mucho tu reseña. Larga sí pero muy detallada. Me gustaría probar con este libro aunque lo tomaría poco a poco y lo leería sin prisa.
    Muchas gracias por la recomendación.
    Un fuerte abrazo.

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    1. ¡Hola! Me alegra que te gustara la reseña. Me preocupaba que fuera larga, pero es que era imposible hacerla más corta si quería hablar de todos los relatos de manera independiente. Normalmente todas las reseñas se centran en "Crecer", que es la obra cumbre de la autora, y me da un poco de lástima porque los otros son igual de buenos. Sí, este es un libro para leerlo despacio y con calma, sin duda.

      Muchas gracias por comentar, un beso <3

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  4. Me ha gustado muhco. Tiene una pinta muy interesante y creo que me podría gustar. Gracias por la recomendación y un beso.

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    1. ¡Hola Rocío! Me alegra un montón, espero que lo disfrutes :D

      Un beso <3

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  5. ¡Hola! Me encantan los libros de relatos, aunque leo muy pocos y es una pena porque no me quiero perder buenos libros como este, me lo llevo apuntado.
    Me encanta lo completa que es la reseña :)
    Besos.

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    1. ¡Hola Likur! Fíjate que yo al contrario, soy más de novelas, pero en cuestión de literatura japonesa no sé por qué, pero sí que me atrae más este formato. Supongo que por la manera que tienen de crear relatos en sí, que me atrae bastante. Muchas gracias, tenía miedo de que quedara muy larga, pero es que en este caso creo que merecía la pena por completo su extensión ^^U

      ¡Espero que lo disfrutes! Un beso <3

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  6. Hola.
    Este libro lo voy a dejar pasar no soy mucho de leer relatos.
    Nos leemos.

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    1. ¡Hola! Una pena, pero cada uno tiene sus géneros preferidos hehe. Muchas gracias por comentar <3

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