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miércoles, 16 de marzo de 2022

"Crónicas de una diosa", Natsuo Kirino

Título: Crónicas de una diosa

Título original: Megami-ki (女神記)

Autora: Natsuo Kirino

Editorial: Duomo

Año de publicación: 2013

Páginas: 269

Sinopsis: En una isla en forma de lágrima, un lugar que no se parece a ningún otro, dos niñas han nacido en la familia de la gran sacerdotisa. Kamikuu, la mayor, es una belleza de piel cremosa y ojos almendrados; Namima, pequeña y testaruda, aprende a vivir a la sombra de su hermana. En el día de su sexto cumpleaños, Kamikuu es ataviada con un collar de perlas hermosísimas y presentada ante todos como la próxima sacerdotisa. Namima, entretanto, se sorprende al descubrir que ella deberá servir a la diosa de la oscuridad, Izanami. Así comienza una aventura que lleva a Namima hasta las profundidades del inframundo pero la búsqueda de venganza la lleva de nuevo a la isla.


Kamikuu y su hermana Namima viven en unas remotas islas al sur de Yamato (antiguo nombre por el que se conocía Japón), la "isla de las serpientes marinas". A pesar de lo hermosas y exóticas de las mismas, la vida en ellas no es nada fácil debido a la escasez de recursos. Los isleños matienen una lucha constante por la supervivencia mientras su día a día se regía por el acuciante hambre y por las estrictas reglas que cimentaban su vida. Kamikuu y Namima son afortunadas, en tanto que su familia se encarga de proporcionar a las sacerdotisas de la isla. Pronto, la gran sacerdotisa Mikura toma como aprendiza a la hermana mayor, Kamikuu, para entrenarla en las artes del santuario y que sea su sustituta cuando esta fallezca. Ese momento marcará un punto de inflexión entre ambas hermanas. Lo que Namima no sabe es las implicaciones que conllevan que su hermana sea la futura gran sacerdotisa. Según la tradición de la isla, el universo se rige por el yin y el yang, lo que implica que mientras Kamikuu es yang y representa la luz en su papel de sacerdotisa, Namima se convierte en yin, oscuridad, y, por ende, en sacerdotisa de las tinieblas o, lo que es lo mismo, la encargada del mundo de los muertos. De un día para otro, Namima se verá encerrada en la cueva que sirve como cementerio a los isleños, pues su destino es permanecer allí el resto de sus días para velar por los difuntos. Abocada a una vida miserable y desoladora, aislada de su familia y de su gente, Namima hará lo posible por renunciar a su deber y conseguir su ansiada libertad, de ser posible lejos de la isla que la vio nacer.


La isla donde se asienta nuestra historia vive anclada en la tradición y en la pobreza. Mientras los hombres salen al mar y arriesgan su vida para conseguir algo de pesca con la que alimentar a su familia, las mujeres se encargan del hogar, de cazar serpientes marinas y recolectar todo tipo de frutos para sobrevivir. Sus duras condiciones tan solo son apaciguadas por sus creencias, de ahí que tengan en tan alta estima a la gran sacerdotisa Mikura. La familia de Namima es afortunada, pues son sus vientres los que siempre han dado a luz a la futura sacerdotisa del templo. En esta ocasión será Kamikuu, la hermana mayor de Namima, quien ejerza tal honor, por lo que siendo todavía muy pequeña Mikura se la llevará con ella al templo, cortando todos sus lazos, para entrenarla como sustituta. Aunque Namima entiende que es un honor para su hermana, de repente se siente sola en un mundo que no comprende y, además, a partir de ese instante la gente comenzará a llamarla corrupta y a tratarla de una manera diferente. Namima al principio no entiende el por qué de este cambio, hasta que tiempo después le descubren su trágico destino. Al igual que el yin y el yang, Kamikuu representa la luz (por ende, la alta sacerdotisa) mientras que su contraparte, Namima, representa la oscuridad, es decir, la sacerdotisa de los muertos. Namima se verá desterrada a vivir el resto de sus días en el cementerio de la isla y su cometido no será otro que vigilar que los muertos siguen su camino hacia el más allá. Sin embargo, acostumbrada a romper las reglas después de haberse enamorado de un hombre maldito y haber tenido con él una hija aun debiendo mantenerse virgen a causa de su papel, se negará a ser sometida una vez más al mandato de los otros y huirá en busca de una vida mejor. Pero pronto descubrirá que no se puede escapar del destino.

Esta obra está narrada desde el punto de vista de Namima. La autora tiene una habilidad increíble para transmitir los sentimientos de la protagonista y hacer al lector parte de su historia: el orgullo al saber que su hermana va a ser la gran sacerdotisa, la incertidumbre de su propio futuro, la rebeldía con la que afronta su destino, la melancolía y la soledad que experimenta cuando la encierran en el cementerio y la pasión desmedida con la que se enamora y está dispuesta a renunciar a todo lo que conoce por amor. Percibimos sus emociones a flor de piel y empatizamos perfectamente con su tristeza y sus anhelos. Esta experiencia también le sirve a la autora para hacer una revisión de la religión patente en la isla y, por lo tanto, de las creencias japonesas. Conforme vamos avanzando y Namima va creciendo, va siendo cada vez más consciente de todas las injusticias que se cometen en nombre de la religión y será cuando la obliguen a ser la sacerdotisa de la oscuridad (y todo lo que ello implica) cuando definitivamente se rebele y decida huir de esa vida tan miserable y que ya no le aporta nada, más allá de sufrimiento. Asimismo, la autora aprovecha el tema religioso para hacer reivindicaciones acerca del papel de la mujer, que obviamente está construido bajo un prisma machista. En concreto, en esta novela hacen su aparición estelar Izanami e Izanagi, que serían el equivalente a Eva y Adán respectivamente. Según la creencia sintoísta, son los padres de la humanidad. Izanami engendró a infinidad de dioses y murió dando a luz, por lo que terminó convirtiéndose en la diosa del Inframundo. Cuando su esposo Izanagi acude a rescatarla, no sigue las instrucciones de la diosa y, al ver su cuerpo en descomposición, huye despavorido e incluso bloquea la entrada con una piedra gigante para dejar a Izanami allí encerrada por toda la eternidad. Mientras Izanami se encarga de controlar el mundo de los muertos en contra de su voluntad (como Namima), Izanagi va viajando por el mundo conquistando a mujeres guapas y dándoles hijos por lo que, en venganza, Izanami mata a mil personas cada día. Namima verá reflejada en la diosa su propia historia y ambas compartirán lo injusto que ha sido siempre el mundo con las mujeres.


Es una historia de celos, de rencores, pasiones irrefrenables, maldiciones milenarias y, sobre todo, venganza. Todos los sentimientos se transmiten con muchísima intensidad y te permiten comprender y empatizar con las acciones de los personajes, especialmente en el caso de Namima e Izanami que son las verdaderas protagonistas y las que llevan el peso de la acción. En esta narrativa de darle voz a las mujeres, Kirino nos introduce al personaje de Hieda no Are, una mujer importantísima que ha sido borrada de la historia. Según la tradición, ella fue la encargada de crear Kojiki, que vendría a ser la Biblia japonesa. Gracias a Hieda y su esfuerzo, ese libro ha llegado hasta nuestros días; no obstante, como quien escribió lo compiló fue el cronista O no Yasumaro, ha sido su nombre el que ha pasado a la historia y es a él a quien se atribuye el mérito, ignorando a la mujer. Es por esto que me ha hecho mucha ilusión que Hieda no Are aparezca como personaje en esta novela y la autora decida darle la voz que otros le quitaron.

Como aspecto más negativo, siento que la obra pierde fuelle en la segunda mitad. Crónicas de una diosa empieza siendo muy potente e impactante para el lector, pero será en el momento en que el dios Izanagi cobre protagonismo que para mí empieza a decaer y hubo partes que me resultaron un poco aburridas.


Crónicas de una diosa es una novela perfecta para aprender las bases del sintoísmo y las creencias de los japoneses al respecto. Lo más interesante es ver cómo Natsuo Kirino utiliza esta religión para hacer un alegato en contra de la discriminación de la mujer desde los inicios del mundo con Izanami y cómo estas viven bajo los designios que otros (normalmente hombres) han decidido por ellas. Es una historia de fatalidades, de amor y tragedia, de polos opuestos y de la inevitabilidad del destino que, debido a corta longitud, os recomiendo si queréis conocer más acerca de la tradición japonesa y cómo está trata a sus mujeres.


2 comentarios:

  1. ¡Hola!

    He de admitir que es un libro que no conocía, pero tiene una pinta muy buena, así que no descarto darle una oportunidad.

    Un abrazo

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  2. No la conocía, gracias por la reseña.
    Un abrazo y feliz fin de semana.

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