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miércoles, 30 de marzo de 2022

"Los años de espera", Fumiko Enchi

Título: Los años de espera

Título original: Onnazaka (女坂)

Autora: Fumiko Enchi

Editorial: Alianza Editorial

Año de publicación: 2013

Páginas: 256

Sinopsis: Situada en Japón a finales del siglo XIX, “Los años de espera” es un admirable y sensible retrato de la condición de las mujeres en un país todavía inmerso en las viejas tradiciones feudales. Educada para cumplir el rol tradicional de su sexo, Tomo no sólo debe soportar las humillantes infidelidades de su marido, sino que incluso debe aceptar con sumisión el encargo de buscarle concubinas y acogerlas bajo su techo. Primero será la quinceañera Suga, luego vendrá la extrovertida Yuri... Esta novela plena de sutileza y de sentimientos contenidos nos presenta una galería inolvidable de mujeres que suscitan admiración por su entereza.



Los años de espera se sitúa durante la época Meiji, una era donde las férreas tradiciones japonesas comienzan a mezclarse con los aires aperturistas que proceden de Occidente. Una de las costumbres que se mantienen es el acoger concubinas jóvenes y hermosas por parte de hombres poderosos y adinerados. En esta tesitura se verá Tomo. Las múltiples infidelidades de su esposo son un secreto a voces, pero al ser una familia bien situada, nadie juzga duramente al cabeza de los Shirakawa, sobre todo porque en aquel momento era algo que se veía con normalidad. Cuando Yukitomo le pide a su esposa que viaje hasta Tokyo en busca de una muchacha joven que le sirva personalmente, Tomo acepta con resignación. Ha sido criada para ser sumida y complacer a su marido en todos sus deseos, incluso aunque ello implique sufrir la vergüenza y humillación de encontrar una concubina. Tras una ardua búsqueda, consigue hallar a la joven perfecta. Suga, de apenas quince años, es delicada, sumisa, dulce, tiene habilidades para la música y es toda una belleza. Al ser de una familia pobre que apenas puede costear sus gastos, la madre de la adolescente acepta que se vaya a trabajar a la casa de los Shirakawa, aún sabiendo el destino que allí le depara. Suga, Tomo y la hija de esta, Etsuko, regresarán a casa sin saber que la joven no será la primera ni la última concubina que alojarán bajo su techo.


Cuando lees un libro como este, tienes que ser muy consciente de la época en la que fue escrito y/o ambientado para procurar, en la medida de lo posible, que no te hierva la sangre. Y también es necesario conocer previamente el contexto para no escandalizarnos. A pesar de que en la era Meiji la modernidad comenzaba a inundar a Japón, el proceso fue lento y no todas las tradiciones fueron erradicadas. El feudalismo y las relaciones de poder existentes dentro de matrimonio, donde el hombre es quien manda y la mujer la que accede a todas sus peticiones, es una de las que se mantuvieron bien arraigadas y que se podría decir que incluso hoy perdura (y no solamente dentro de Japón). Las relaciones de pareja en Japón se guiaban por el confucianismo, que indicaba que el cometido de la mujer era servir a los intereses de los hombres de su familia (padre, hermanos, marido) por encima de los suyos y sin protestar; también vemos trazas de los vínculos de servidumbre entre un samurái y su señor, puesto que el samurái debía acatar órdenes sin cuestionarlas. En esta tesitura nos encontramos a Tomo, quien ha sido educada desde pequeña para cumplir a rajatabla las peticiones de su marido, sin juzgarlas y mucho menos contradecirlas. Es por esto que cuando Yukitomo le pide que encuentre a una concubina de su agrado, Tomo no tiene ninguna opción, por más que sienta la humillación de tener que meter en su casa a una chica que caliente la cama de su esposo. Para más inri, la muchacha en cuestión tiene que ser una jovencita, apenas una niña, por lo que cuando conozca a la quinceañera Suga sabrá de inmediato que es la adecuada. Mientras tanto, la gente de su alrededor que sabe quién es Suga y la clase de servicios que va a ofrecer en casa de los Shirakawa, lo ven como algo normal. Tomo en ningún momento es digna de lástima, al contrario, es vista como una buena esposa que hace lo posible porque Yukitomo sea feliz.

Esta premisa ayuda a Enchi a hacer un retrato psicológico de las tres mujeres principales que vertebran esta novela: Tomo, Suga y Yuri, la segunda concubina que se incorporará a los Shirakawa cuando Suga sea "demasiado mayor" para el cabeza de familia. Tomo es el prototipo de mujer sumisa, dueña de la casa y esposa perfecta que se encarga de que todo se mantenga en su sitio y de lidiar con los numerosos problemas que azotan a la familia, para que así esta conserve ese halo de apellido intachable y de modelo a seguir. Pese a no tener más remedio que aceptar los designios de su mujeriego esposo, eso no significa que esté de acuerdo con sus decisiones. En varias ocasiones veremos cómo luchan en su interior lo que ella cree correcto con sus obligaciones y cómo cuestiona en más de una escena el hecho de tener concubinas. Aunque de cara a la sociedad está bien visto y no desprestigia la imagen de su esposo, más bien al contrario, ella no está de acuerdo con que se sepa abiertamente que Yukitomo tiene amantes viviendo bajo su techo y, como es natural, le duele que su marido prefiera a mujeres jovencitas y a su esposa la relegue al cargo de la casa, las cuentas y poco más. Por supuesto, tampoco se siente cómoda con el hecho de que Suga y Yuri sean tan jóvenes, apenas unas niñas, e intenta hacer lo posible porque ambas lleven una vida agradable y pacífica a pesar del "trabajo" que tienen que llevar a cabo. Tomo es una mujer a quien no le queda más remedio que hacer caso a su marido, ya que alzar la voz en aquella época era impensable, y aunque al principio parece que las decisiones de este están por encima de su propia moralidad, pronto nos damos cuenta de que si bien acata las órdenes, eso no significa en absoluto que esté de acuerdo con ellas. Es un personaje que no puede mostrar su rebeldía abiertamente, pero que se esforzará para encontrar un equilibrio entre los repugnantes deseos de su esposo y su propia paz mental ante lo que es correcto o no. Si algo define a Tomo es la dignidad con la que sobrelleva su infelicidad y el esfuerzo constante por intentar llevar las riendas de su vida por más que Yukitomo no se lo ponga fácil. Su capacidad para enterrar sus sentimientos es admirable, la manera en que utiliza la rectitud y su férrea determinación como su modo de vida y como un escudo para seguir adelante y ser el pilar que su familia necesita. Además, teniendo en cuenta el lugar de la mujer durante el siglo XIX, Tomo no puede permitirse disgustar a su marido porque ello implicaría verse en la calle y sin recursos, una situación nada favorable y que la abocaría a la miseria y el abandono.


Seguimos con Suga, la primera concubina. Para mí, Suga es digna de lástima y, al mismo tiempo, un ejemplo de fortaleza al igual que la señora Shirakawa. Con solo quince años, su destino ha dado un viraje terrorífico al tener que convertirse en la concubina de un hombre mayor. Acepta sus designios sin rechistar, pues a cambio de ello sabe que su familia no pasará penurias y su existencia será mucho más desahogada. Aun así, su ingenuidad le hará pensar que su cometido es tan solo ser la sirvienta de Yukitomo, por lo que descubrir la verdad que se esconde tras su puesto será desgarrador para ella. Por suerte, en todo momento contará con el apoyo de Tomo, o más bien con lo poco que ella puede hacer al respecto. Pese a los celos que siente la señora de la casa con respecto a Suga, ya que la ve como quién le está robando el afecto de su marido, aún sabiendo que dicho afecto lleva años muerto, la responsabilidad moral que siente por las atrocidades cometidas por su esposo harán que cuide de Suga casi como si fuera su hija, ignorando en la medida de lo posible el verdadero motivo por el cuál la muchacha vive bajo su techo. No se puede decir que Suga encuentre en Tomo una aliada para su desgraciada situación, pero por lo menos tiene a alguien que entiende por lo que está pasando y que muestra cierta compasión. Tal es la relación de dependencia y toxicidad entre Suga y Yukitomo, que la joven incluso llega a pensar que este está enamorado de ella, cuando la realidad es que el único interés del hombre es mantener una amante joven y abnegada y ser amable con ella para tenerla comiendo de su mano. Suga será consciente de lo precario de su situación cuando a la edad de treinta años, Yukitomo decida que ya es "demasiado mayor" para él y acoja como segunda concubina a Yuri. Esta muchacha también pertenece a una familia que pasa estrecheces, por lo que aceptará la oferta sin pensárselo mucho aunque, igual que en el caso de Suga, no supiera sus verdaderos propósitos hasta que ya fue tarde.

Apuntar aquí el sesgo de la diferencia de edad entre hombres y mujeres que ya se daba en aquella época y que, por desgracia, todavía se sigue perpetuando y no solo en Asia. Es bastante irónico contemplar cómo un hombre de setenta años considera que una mujer de treinta es ya una mujer vieja y, por lo tanto, ha llegado el momento de cambiarla por alguien más joven. El mismo patrón define su propio matrimonio, ya que desde el principio se señala que la propia Tomo es diez años más joven que Yukitomo. De nuevo, vemos cómo es razonable e incluso lógico que hombres muy mayores tomen bajo su protección a muchachas que son apenas unas niñas y acaban de salir de la adolescencia, mientras que si una mujer ha cumplido los treinta y en ese periodo de tiempo no ha conseguido un marido ni tener hijos (como es el caso de Suga), es automáticamente despreciada por la sociedad y abocada a la soltería.

Fumiko Enchi aprovecha esta novela para lanzar una crítica acerada no solo a ciertas tradiciones arcaicas japonesas, como las que aquí se muestran, sino, sobre todo, a cómo los hombres abusaban de su poder e influencia para someter a las mujeres a su antojo, manipularlas y jugar con sus sentimientos con total y absoluta libertad. No solo este hecho no se criticaba, sino que encima estaba bien visto, especialmente en el caso de hombres como Yukitomo cuyo puesto de trabajo era de gran relevancia porque formaba parte del gobierno. Me parece muy valiente el relato de Enchi y la denuncia implícita en él sobre todo teniendo en cuenta que fue escrito originalmente en 1957. Las mujeres por aquel entonces no eran nada más allá del complemento de sus maridos y las guardadoras de la casa. Ya no es solo que fueran criadas bajo esa mentalidad de abnegación absoluta a su esposo incluso aunque cometiera atrocidades como tener concubinas; el problema es que tampoco tenían otra opción. En el caso de Tomo, ella no trabajaba y vivía por y para su familia (su marido y sus dos hijos), por lo que si decidía rebelarse contra Yukitomo, su destino era inevitablemente la calle y, por ende, la pobreza. En el caso de Suga y Yuri, ellas no tenían opinión ninguna acerca de su futuro. Sus familias habían decidido venderlas al mejor postor porque no podían alimentarlas y porque a cambio recibirían una buena suma de dinero que las mantendría a flote. Además, trabajar para alguien tan prestigioso como los Shirakawa era un honor, sin importar qué sucediera una vez cruzaran la puerta. Suga y Yuri no tienen poder de decisión en ningún momento de la novela y, de hecho, sus vidas quedan completamente lastradas por su posición como concubinas. Cuando Suga es lo suficientemente mayor para no satisfacer a Yukitomo, esta se lamenta porque tiene treinta años y no ha podido formar una familia ni tampoco podrá hacerlo porque todo el mundo que la conoce sabe cuál era su cometido como sirvienta. El señor Shirakawa le ha robado la inocencia, la adolescencia y ahora la adultez porque mientras que está bien visto que él tenga amantes, no sucede así al contrario. Así pues, Suga tendrá que vivir con ese estigma sobre sus espaldas, el cuál le impedirá llevar una vida normal y cumplir sus sueños. Por su parte, Yuri tendrá mucha más suerte porque Tomo convencerá a su esposo de que no es demasiado tarde para que ella pueda conseguir una familia y este cederá, quedándose Suga nuevamente sola y desdichada. Dado que esta novela va de mujeres, me parece muy bonita la relación que se establece entre Suga y Yuri porque aunque existían todos los elementos para que entre ellas surgieran celos (la concubina "vieja" desplazada por una chica más joven), desde el principio Suga se vuelca con Yuri y se convierte en una especie de hermana mayor para ella, ayudándola a que su adaptación sea la mejor posible.

La pluma de Enchi es preciosa, ligera, sencilla y al mismo tiempo poética en algunas ocasiones. Es perfecta para contarnos esta historia introspectiva y de corte intimista que se mete de lleno en la cabeza de sus protagonistas y nos ofrece un retrato completo, sin tapujos ni edulcorantes, de lo que significaba ser mujer en Japón durante la era Meiji (y épocas anteriores) donde el hombre era dueño y señor tanto dentro como fuera de la familia y las mujeres solo podían ser esposas, madres y amantes. También nos plantea una reflexión muy interesante sobre la maternidad y sobre cómo el padre solo sirve para decidir cómo tienen que ser sus hijos y qué imagen deben proyectar, mientras que es la madre quien se encarga de su cuidado, educación y cariño. La autora, asimismo, da pinceladas sobre las costumbres japonesas del momento que nos permiten adentrarnos de lleno en esta fascinante cultura y estar en mayor consonancia con la obra y su contexto. Hablando del contexto, la historia de estas tres mujeres se enlaza con el panorama político de Meiji donde las tradiciones niponas se van viendo desplazadas por el aperturismo del país y los nuevos ideales de progreso procedentes de Occidente y cómo estos afectan al estilo de vida japonés, lo cuál se ve reflejado a la perfección en la carrera política que sufre el propio Yukitomo. Por último, mencionar la importancia que tiene en la literatura japonesa las estaciones y la naturaleza en general, elementos en los que la autora hace mucho hincapié mientras nos va narrando su historia y que nos permite hacernos una idea muy preciosa de cómo van transcurriendo los años y cómo sus personajes van evolucionando con estos.


Los años de espera es una novela que hoy en día escuece, y mucho, y también duele porque es imposible no ponerte en la piel de sus protagonistas y no palpar la injusticia que rige sus vidas y sus decisiones. Es una obra valiente porque Fumiko Enchi se atrevió a alzar la voz sobre las mujeres sometidas a los deseos de los hombres en una época donde la reivindicación femenina todavía brillaba por su ausencia. He disfrutado muchísimo de esta lectura, sí, pero también me he enfadado y me ha hervido la sangre porque es una historia que te remueve por dentro y te provoca un ejercicio inmenso de empatía incluso aunque no quieras. Pese a ser un libro bastante desconocido dentro de la narrativa nipona, ahora que lo conozco me parece un imprescindible.

6 comentarios:

  1. ¡Hola! No lo conocía pero tras leer tu reseña tengo claro que es una novela que voy a leer en algún momento. Esas situaciones de poder que se producían y que en muchos lugar se siguen produciendo a día de hoy entre hombres y mujeres me parecen terribles, pero más en este tipo de casos donde las concubinas eran algo habitual e incluso 'celebrado' hasta cierto punto. También creo que es interesante ver como esas diferencias de edad en este tipo de parejas no son tan extrañas, algo que queda baqstante claro en lugares como Hollywood.... En fin, sin duda una historia interesante y digna de ser leída.

    ¡Nos leemos!

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  2. Me ha encantado tu reseña.
    Me apunto el libro y en cuanto tenga oportunidad lo leo.
    Gracias por la recomendación.

    Besos.

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  3. ¡Hoooola Kurenai!

    Ains, pues llevo teniendo este libro pendiente desde hace años. De esta autora leí Máscaras femeninas y me gustó, veo que tiene ciertos puntos en común con este: el retrato de la sociedad japonesa, el papel de la mujer y el análisis de varios personajes femeninos como tema central. Y si, también, bastante crítica.
    Veo que a pesar del período en el que se ambienta, lamentablemente la crítica que hace sigue siendo muy actual y se puede llevar al mundo de hoy en día.
    Me gusta que se centre en las tres mujeres principales: la primera mujer y las dos concubinas tan jóvenes, y que se vea cómo cada una lidia con la situación como puede, sin poder hacer nada contra los deseos del marido.
    En fin, me has devuelto las ganas de leerlo :)

    ¡besotes!

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  4. ¡Hola!

    Pues he de admitir que no conocía este libro hasta la fecha y me ha dado una buena impresión, así que no descarto darle una oportunidad.

    Un abrazo

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  5. ¡Hola!
    Me encanta la literatura japonesa, y este libro parece tener buena pinta. Me descubres una exponente clásica de la literatura japonesa de lo más interesante, así que voy tomando nota. ¡Gracias por el descubrimiento!
    Un saludo

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