Después de tomarme unos días de vacaciones y descanso del blog y sus preocupaciones, aquí os traigo una nueva entrada. ¿Qué tal los Reyes? A mi, entre otras cosas, me han traído dos libros que estoy deseando leer y, como no, reseñar. ¡Qué ganitas! A ver si encuentro hueco que de nuevo empiezan las malditas clases :( De momento os dejo con un buen libro para reírse de los protagonistas y, por qué no, de nosotros mismos.
Título: No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas
Autora: Laura Norton
Idioma original: español
Editorial: Espasa
Año de publicación: 2014
Páginas: 352
Sinopsis: Si estás leyendo estas líneas es que te ha llamado la atención el título. ¿Te gustaría decírselo a alguien? ¿Serías capaz de decírtelo a ti mismo? Y lo más importante: ¿te gustaría mantener durante un buen rato la sonrisa que se te ha quedado en la cara? Pues esta es tu novela. Te podríamos contar con más o menos gracia de qué va la cosa, para que te hicieras una idea: que si la protagonista, Sara, es muy maja, que si tiene un trabajo muy interesante (es plumista, ¿a que nunca lo habías oído?), que si es un pelín obsesiva y alérgica a los sobresaltos... Por supuesto, la vida se le complica y se encuentra con que su piso se convierte en una especie de camarote de los hermanos Marx cuando en la misma semana se meten a vivir con ella su padre deprimido, su hermana rebelde y su excéntrico prometido y, sobre todo, el novio al que lleva mucho tiempo sin ver... Pero mejor no te lo contamos porque te gustará leerlo. Lo único que necesitas saber es que, desde el título, te garantizamos unas cuantas horas de descacharrante diversión como hacía tiempo que no disfrutabas.
Leí el título y no pude más que pensar "tengo que leérmelo". Con un título tan poderoso y llamativo, ¿cómo ignorarlo? Desde luego, no es el típico libro que pasaría desapercibido y, en mi caso, fue inevitable. Esta divertida historia gira en torno a la anodina vida de Sara, una mujer adulta y madura (o no) que intenta autoconvencerse de que su amor de la adolescencia fue solo eso, un capricho fruto de las hormonas que no le ha repercutido más allá. Pero claro, cuando decide abandonar la carrera de química y dedicarse a ser plumista, se da cuenta de que quizá no lo tiene tan superado. Plumista, esa profesión absolutamente desconocida para mi y para la mayoría de lectores. Ni siquiera sabía que existía un oficio específico para el trabajo con plumas. La viveza y detallismo con el que la autora lo describe, lo dota de un halo mágico y exótico que le da un punto la mar de interesante a la novela.
Comenzamos con una especie de flashback en el que Sara nos relata sus aventuras de instituto, especialmente aquellas centradas en Aaron, el jovencito por el que suspira a escondidas y por el cual hace lo que está en su mano para permanecer a su lado tanto como se lo permiten. Tras el desengaño que sufre, donde se da cuenta que la vida no es tan de color de rosa, le sigue la aceptación y el asumir que Aaron no está a su alcance. Así, los años avanzaran y Sara evolucionará con ellos, alcanzando la madurez en el proceso y formando su futuro, marcado, en principio, por su carrera de química. Pero esta situación no le acaba de convencer y el supuestamente olvidado amor adolescente traquetea por su mente, recordándole el buen trabajo que hizo con el estilismo plumífero en la obra de teatro que realizaron juntos. En un cambio drástico, decide que ser profesora de química no está hecho para ella y en un arranque de valentía, le pide a sus padres reabrir la tienda de su abuela, donde ambas trabajaban con las plumas cuando la protagonista era más pequeña. Sus padres, por supuesto, no están de acuerdo en que desperdicie tantos años de estudio y esfuerzo en un repentino capricho, pero su testarudez termina por sobreponerse y, tras varios sacrificios, logra poner su nuevo proyecto en marcha,
Con ayuda de su novio Roberto, abogado, Sara encuentra la motivación y el apoyo suficiente para llevar a cabo sus proyectos. No obstante, la tienda no acaba de salir a flote y apenas puede pagarle el alquiler a su padre. Sus esperanzas van decayendo poco a poco a medida que ve que su sueño no es capaz de salir adelante. Para colmo de males, su hermana menor de 17 años, Lu, anuncia que se va a casar, con el infarto y el susto que ello conlleva para la familia, que rápidamente se opone ante semejante locura. Lu intenta contar con la ayuda de Sara, que cada vez más ve cómo su vida no se parece en nada a lo planeado. Peor se ponen las cosas cuando descubre que el prometido de su hermana es Aaron, el chico de sus fantasías.
Con una narrativa divertidísima a través de los pensamientos de Sara, esta irá desgranando su día a día y cómo se enfrenta a las situaciones que le sobrevienen de golpe: estrategias para lograr que la tienda funcione, los problemas familiares y disputa que acarrea la decisión de Lu (y otros motivos que no desvelaré), su batalla personal con los sentimientos contradictorios que siente por Aaron y su propia situación sentimental con Roberto, que se verá resentida a causa de lo que da vueltas a su alrededor y ella apenas es capaz de controlar.
Nunca he entendido a esa gente que dice que solo existe el presente y que hay que disfrutarlo sin pensar en el ayer ni en el mañana. Como si el pasado y el futuro no condicionaran de forma determinante el presente. Como si fuera lo mismo el presente de un chaval de veinte años que el de un anciano de ochenta. ¿Acaso pesa lo mismo un presente en el que solo hay futuro que un presente en el que ya solo queda pasado?
Es un libro que se lee muy rápido, que narra la cotidianidad de tal forma que te dan ganas de reírte hasta de ti mismo y de lo que haces para sobrevivir y superar los obstáculos. Sí es cierto que a veces Sara es un tanto desquiciante y hasta egoísta (sobre todo en la segunda parte), pero claro, algo malo tenía que tener para hacerla más humana y poder encajar mejor con el papel que desempeña en su propia novela. Además, con su estilo desenfadado, Laura Norton nos engaña. Cuando pensamos que ya se han terminado los líos o que Sara ha tomado una resolución, sucede algo que, de nuevo, lo trastoca todo, causando alguna que otra carcajada sincera. Sin duda, mi personaje favorito ha sido Lu. Tiene una fuerza, un arrojo y un desparpajo impresionante y cuesta muy poco disfrutar de ella.
-That´s bad karma.
-Que mal karma ni que mal karma, yo, que soy gilipollas, que tenía que haber leído el cartelito de que había una cabra. Pero es lo que me pasa siempre, que soy gilipollas.
-Que mal karma ni que mal karma, yo, que soy gilipollas, que tenía que haber leído el cartelito de que había una cabra. Pero es lo que me pasa siempre, que soy gilipollas.
¿Debería leerlo?
Es una novela ligera, fácil de leer, divertida y de esas que te gustan sin exigir nada a cambio. Si esperáis una historia profunda o sentimental olvidáos, porque esto no es lo que os va a aportar No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas. Pero si queréis pasar un buen rato y echaros unas risas, este libro es una apuesta segura.
Me gustó mucho este libro, muy divertido y fácil de leer. Me reí mucho en algunas partes xD
ResponderEliminarBesitos
Sí, la verdad es que es genial xD ¡Gracias por comentar!
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