Para no atosigar el blog con tantas reseñas seguidas, hoy os traigo esta especie de tag para que sepáis algo más de mi y con el que, estoy segura, os vais a sentir identificados. Ser lector no es nada fácil. El universo nos pone impedimentos y zancadillas a nuestro momento de relax con un libro entre las manos y eso es de lo que me vengo a quejar:
- Cuando más leo es cuando voy en transporte público, ya que uso el tren bastante a menudo. No me suele molestar el ruido ni el ajetreo que hay de fondo porque normalmente llevo música (sin letra para no distraerme) o porque me concentro tanto en la lectura que apenas lo noto. Sin embargo, si hay algo que no soporto es cuando se sienta al lado alguien que no para de hablar por teléfono o con su acompañante. Es algo superior a mis fuerzas y sé que no lo hacen a propósito, pero es como, ¿podéis bajar un poquito el tono? Intento leer.
- Relacionado con lo anterior, me pone muy nerviosa cuando me llevo un libro para empezarlo en el tren y me doy cuenta de que se me ha olvidado el marcapáginas. Entro en una especie de estado de pánico durante unos minutos intentando buscar cualquier cosa que sirva para señalar la página donde me he quedado.
- No tener tiempo para leer. Normalmente no me importa, pero si justo estoy con una novela especialmente adictiva y que me está gustando muchísimo, saber que no voy a tener tiempo para coger el libro me crea una expectación insoportable. ¡Que el mundo se pare y me deje leer!
- Que la gente (o el universo) me interrumpa. Si estoy leyendo significa que no estoy disponible para nada ni nadie y creo que mi lenguaje corporal es bastante explícito a ese respecto. Por lo que me pone de muy mala leche que alguien me hable, aunque sea para decirme que la comida ya está hecha. Me da igual, estoy leyendo y en ese momento esa actividad es mi prioridad, así que por favor, dejadme.
- No encontrar una postura cómoda. Esto me sucede sobre todo en casa ya que en el transporte público la comodidad es la que hay y no hay más. Además, si voy en el tren suelo ir leyendo en ebook o intento que sean libros finitos para que, si tengo que ir de pie, pueda leer sin partirme la muñeca en el proceso. Pero se supone que tu casa es el sitio ideal por defecto ya que puedes ponerte todo lo cómoda que quieras e incluso tener a tu alcance mantas o chocolate caliente. Pues bien, yo no, y termino poniendo poses raras en el sofá (gato incluido) y con dolor de espalda al rato.
- Que se me manchen o doblen los libros por un descuido me enerva. Soy super cuidadosa con esas cosas y por eso nunca como o bebo mientras estoy con un libro. Y si por lo que sea doblo una esquinita de una página, me dedico a intentar alisarla como pueda y a autoflagelarme.
- Terminarme un libro de una saga que me ha fascinado y no tener el siguiente. O, peor aún, que todavía no esté escrito el siguiente. En este caso pueden pasarme dos cosas, que sufra con el hype hasta conseguir el libro o que pase tanto tiempo desde que me terminé el primero hasta que me hago con el segundo, que todo ese fangirleo y esas ganas de continuar la historia se disipen. Con lo cual, ya no lo cojo con tantas ganas y siento como una especie de vacío existencial indescriptible.
- Que la portada de un libro maravilloso sea fea. Sé que puede parecer una chorrada (de hecho lo es) pero creo que a todos nos gusta una portada bonita. Y eso de que la novela sea una pasada y la portada den ganas de quemarla pues no queda bien.
Y creo que eso es todo. Seguro que se me olvida algo y que vosotros podéis aportar más casos que detestéis mientras estáis leyendo. ¡Os leo!
Estoy de acuerdo contigo
ResponderEliminar¡Hola Rebeca! Qué bien que coincidamos :)
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