Título original: The Fates Divide
Autora: Veronica Roth
Idioma original: inglés
Saga: Las marcas de la muerte
Saga: Las marcas de la muerte
Editorial: RBA Molino
Año de publicación: 2018
Páginas: 446
Sinopsis: Las vidas de Cyra y Akos se rigen por los destinos que vaticinaron los oráculos el día de su nacimiento. Una vez decididos, los destinos son inmutables. Akos está enamorado de Cyra, a pesar de los designios que aseguran que morirá sirviendo a la familia de la chica. Cuando el padre de Cyra, Lazmet Noavek, reclama el trono de los Shotet, Akos cree que su final está más cerca que nunca. Mientras Lazmet desata una guerra brutal Cyra y Akos están desesperados por detenerlos a cualquier precio. Para Cyra, eso significa quitarle la vida al hombre que quizá sea su padre. Para Akos, supone la muerte. Y pronto ambos descubrirán que el destino define nuestras vidas de la forma más inesperada.
CONTIENE SPOILERS DE LAS MARCAS DE LA MUERTE
Lo primero que tengo que decir (a parte de que la portada es preciosa como la de la primera parte) es que cuando me lo leí no recordaba que era una bilogía. Esto me sorprendió porque normalmente hoy en día los autores o hacen libros únicos o, como mínimo, hacen trilogías, si no sagas. Y teniendo en cuenta que esto es una distopía con un mundo muy complejo creado desde cero, es una de esas historias que aunque no den para saga, al menos sí que dan para una trilogía. Esto fue para mí un punto positivo, porque a pesar de su complejidad la autora no decidió estirar la historia más de lo necesario y, al mismo tiempo, fue algo negativo que no fuera una trilogía. A lo largo de la reseña sabréis por qué.
Akos y Cyra finalmente consiguen reunirse con la familia Kereseth y con la canciller Isae. Con la muerte de Ryzek, se produce un vacío de poder entre los shotet que la Asamblea quiere aprovechar para aplastarlos, puesto que son un pueblo violento que ha causado estragos en toda la galaxia. Isae está dispuesta a liderar esa batalla en nombre de Thuve ya que ellos han sido los primeros en sufrir de su crueldad. No solo eso, sino que Isae también lo hace para vengar la muerte de Ori y de la propia violencia que ella misma sufrió. Por supuesto, Cyra no está dispuesta a eso. Es cierto que tanto su hermano Ryzek como su padre Lazmet siempre han recurrido al camino de la sangre y la intimidación pero hay shotet que son inocentes y que no estaban de acuerdo con estos procedimientos, como los exiliados que viven en Ogra. Cyra, como soberana en funciones debido a que es la última descendiente de la familia Noavek, no quiere llevar a su pueblo a una guerra pero tampoco piensa aceptar los términos y condiciones de Isae para la rendición de los shotet. En el medio de estas tensiones se descubre que Lazmet sigue vivo (a pesar de que todo el mundo pensaba que había muerto durante una travesía) y se autoproclama como legítimo rey, ocupando de nuevo el trono que le corresponde.
Cyra conoce la crueldad de su padre y sabe que está dispuesto a hacer cualquier cosa y utilizar cualquier camino para mantener el poder y aplastar a los habitantes de Thuve. Sobre todo cuando Isae ataca la nave de la travesía, símbolo indiscutible de los shotet, como advertencia. Cyra sabe que la única forma de detener algo que está a punto de estallar es matando a su padre. Solo su muerte dará fin a todas las hostilidades y permitirá al pueblo shotet llegar a un acuerdo de paz y poder vivir en armonía, permitiendo así que los exiliados puedan regresar a su hogar. Debido al don de Lazmet y a sus cualidades como guerrero esto no será nada fácil y tanto ella como Akos deberán jugárselo todo por el bien de la galaxia.
Unido a todo ello, las revelaciones del oráculo de Ogra no han sido precisamente tranquilizadoras y solo han conseguido que las ya de por sí complicadas vidas de Akos y Cyra se compliquen aún más. El futuro de Thuve y de la batalla interplanetaria está en sus manos y solo ellos pueden detenerla.
Destinos divididos me ha gustado mucho aunque he de decir que se me ha hecho corto, supongo que porque la autora ha ido más al meollo de la cuestión y no se ha detenido tanto en descripciones como ocurría en la primera parte, cosa lógica porque los lectores debíamos conocer no solo a los personajes sino las civilizaciones y el mundo tan complejo que ha creado para esta historia. Sin embargo, en esta ocasión sí que ha habido ciertas cosas que no me han convencido. Al principio de la reseña dije que el hecho de que no hubiera sido una trilogía para mí había sido algo negativo. Y es que la sensación general que se me quedó a partir de la segunda mitad del libro fue que todo iba demasiado rápido, que la autora quería llegar al final y, por ello, no desarrolló lo suficiente la trama. Mi impresión es que la aparición de Lazmet es demasiado fortuita y que no está justificada. La única pista (si se puede llamar así) de que está vivo es que Ryzek lo cree así y que nunca se encontró su cuerpo. Y de repente aparece, de la nada, y reclama el trono. Por una parte entiendo la lógica pero por otra, me faltó algo más ahí. Otro de los motivos por los que siento que la historia de Lazmet está poco desarrollada es porque Cyra siempre ha insistido en su crueldad y en que era mucho peor que Ryzek. Sin embargo, durante Las marcas de la muerte hay muchas escenas donde podemos comprobar nosotros mismos de lo que Ryzek es capaz, a nosotros como lectores nos queda clarísimo que es una persona horrible sin corazón sin necesidad de que Cyra lo repita. No obstante, eso no me sucede con Lazmet. Sí, es cierto que hay escenas espantosas protagonizadas por este hombre, pero siento que me faltó mucho más. En Las marcas de la muerte os dije que una cosa que me gustó mucho era que todos los personajes tenían profundidad y una razón de ser; sin embargo, la profundidad que yo esperaba en Lazmet (y las ganas que tenía de conocerle por todas las expectativas creadas) no está a la altura, al menos para mí.
Dejando a Lazmet a un lado, hay otro personaje del que me ha faltado mucho trasfondo y ese es Eijeh. Algunos capítulos están narrados desde su punto de vista pero me ha parecido insuficiente. Es un personaje que ha sufrido mucho y que ha experimentado una evolución brutal, por lo que habría sido muy interesante de parte de la autora haber explotado más esta parte de la historia. Especialmente al final, cuando Ryzek está muerto pero nos damos cuenta de que hay algo que falla con Eijeh, algo que no está bien. Además, el último capítulo narrado por este personaje para mí ha quedado demasiado abierto y con muchas incógnitas que no han sido resueltas. Da la sensación de que Eijeh y su historia han quedado incompletos, que Veronica Roth no ha sabido cerrar bien esta parte de la trama.
Es por todo esto que me esperaba que fuera una trilogía. La impresión general es que de repente toda la acción, la trama y las subtramas van demasiado rápido, que los hilos no llegan a estar bien conectados del todo y que hay muchas preguntas sin respuesta o, al menos, sin la respuesta que se merecen. Creo que Destinos divididos desemboca al final a trompicones, que esta historia merecía un desarrollo más pausado y que si al menos no se transformaba en una trilogía, este libro debía tener más páginas porque se me ha quedado corto.
¿Debería leerlo?
Aunque considero que no está a la altura del primero, por todos los puntos que he mencionado más arriba, la novela en sí es buena. Es una bilogía estupenda y la evolución de la autora desde Divergente es muy buena. Os la recomiendo muchos si os gustan las historias distópicas de ciencia ficción y si no os convencen las sagas demasiado largas.
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